Joseph.
El teléfono de Nicole suena una vez más y gruño, maldito aparato ¿no podía dejar de sonar? Además, ¿quién diablos la llamaba apenas amanecía?
Me tomo la libertad de responder, me alejo un poco de Nicole solo para poder alcanzarlo, estiro mi mano hasta el Buró que se encuentra a su lado.Ni siquiera me fijo en el nombre en la pantalla, simplemente respondo. Quien quiera que fuese iba a escucharme, dejaría de molestar a Nicole.
—¿Nicole?
Un cabrón.
No contesto, necesito identificar la voz.—Tu madre y yo estamos preocupados, necesitamos localizarte. ¿Estás bien? Escucho tu respiración Nicole, solo contesta.
Michael Flores.
Su padre la estaba llamando y le exigía que respondiera el teléfono.—Nicole está conmigo, Michael. —respondo, mi voz ronca.
No se escucha nada, solo algunas maldiciones y una aguda voz femenina al fondo. Su madre, supongo.
—Aléjate de ella bastardo. Aleja tu jodida mierda de mi hija. —habla duro.
—¿Porque? ¿Qué me harás imbécil? —le provoco.
—No me conoces aún Joseph, no he olvidado todo lo que nos has hecho y no permitiré que mi hija sea parte de tus asquerosos planes. —amenaza.
Suelto una carcajada. —¿Cómo piensas protegerla si no sabes en qué lugar está? —me burlo.
—Ahora sé que está contigo.
—En alguna de mis muchas casas, la tienes fácil eh —vuelvo a burlarme.
—Aléjate de ella Joseph Rossi, no quieres saber las consecuencias si no lo haces.
Cuelgo.
Y una mierda la iba a dejar, ahora más que nunca tenía muchas razones para no alejarme de ella, para mantenerla a mi lado.El apartó vuelve a sonar, gruño por lo bajo, Nicole parece moverse pero vuelve a quedar en la misma posición que estaba.
La sabana ahora deja al descubierto un poco más de su espalda, casi hasta llegar a la parte de su trasero. La observo antes de volver a contestar.
—Déjanos en paz Michael. —gruño apretando el teléfono en mi oreja.
—So... solo quiero hablar con Nikky. Estoy preocupada por ella. —una menuda voz habla con ¿miedo? Y la mierda, ella debía tenerme miedo. O miedo de la persona que estaba con Nicole, ella no sabía quién era yo.
—Ella está bien. —me limito a responder.
Ella deja salir aire pesadamente de sus pulmones y da las gracias a muchos Dioses.
Miro la pantalla del celular con curiosidad.
Alexandra.
La hija de John Finlay, mi abogado y principal socio.—¿Joseph? ¿Eres tú? —sonrío al darme cuenta que Nicole probablemente le hubo hablado de mí. Eso debería de ser algo bueno, sumaba puntos ¿No?
—Soy yo Alexandra, Nicole está bien. No debes preocuparte —susurro con voz tranquilizante.
Deja salir el aire una vez más y otra ves da las gracias mencionando a muchos Dioses, o diciendo muchos nombres.
—De acuerdo, lamento interrumpir. —podía apostar que su pequeña mente pervertida había imaginado muchas cosas entre Nicole y yo.
Estaba en lo correcto si es que lo pensaba, le había hecho muchas cosas a Nicole ayer. Cosas realmente pervertidas; pero ella no había puesto queja alguna, me dejo ver otra faceta de ella. Una que no imaginaba.