32.

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Nicole.







Lo primero que pienso al llegar a casa es:

1. Tengo que asesinar a esa pareja de tórtolos y a su hijo perruno, ¡el departamento huele a mierda! Y a pipí también.

2. No quiero ir a la maldita cena de transacción. No quiero ver a Joseph.

No puedo hacerlo todavía, mi corazón aún duele y todo es muy reciente, no quiero quedar como alguien realmente estúpida, a la que engañaron y jugaron con ella.
Me tiro sobre mi sillón favorito y el pequeño peludo de cuatro patas está parado frente a mí, exigiéndole amor nuevamente. Lo miro con lastima, pobre. ¿Así me veía yo estando con Joseph? ¿Él me veía de esa manera, como un pequeño animalito necesitado de amor? Seguramente se reía mucho. Era su jodida broma todos los malditos días.

Calma, estas maldiciendo mucho.

¡Joder!

No puedo dejar de pensar en él y ahora me estoy comparando con un pequeño peludo.

Le hago ademanes para que se aleje de mí y él insiste.

—¿En dónde están tus padres irresponsables? —hablo con él. Obviamente no va a responderme y me río irónicamente por eso. — Lo único que sabes hacer es caca y pipi, comer y exigir que te den amor, podrías cocinar algo no lo sé. —<<vaya, qué inteligente eres. >>

Me río nuevamente, porque sé que es imposible que pueda hacer eso, estoy siendo totalmente irrazonable.

Me acerco a la cosita peluda y distingo su nombre en su cadenita: Leopoldo. ¿Qué tenían en la cabeza esos dos locos? ¿Porque ponerle un nombre así a una cosita linda?

Antes era un pedazo de cuatro patas y peludo.

Me recuerda mi consciencia.

—Vamos a decirte Mmh... — pienso unos instantes. — boy.

A Boy parece gustarle porque comienza a mover su pequeña cola como loco. Se sube a mis piernas y aún con un poco de miedo me atrevo a darle un poco de cariño.

—¿Ya comiste pequeño? —le hablo al cachorro. — Recuérdame regañar a tus padres por ello. — continuó hablando y negando con la cabeza.

El pequeño suelta un ladrido y sonrío con ternura. Okay, puedo decir que se ha ganado mi corazón en un par de días.

Dejó a Boy comiendo sus croquetas y decido qué es tiempo de prepararme para la cena.

—¡Llegue! —grita Kyle anunciando su llegada cuando termino de darme una ducha. —¿Estás aquí? —pregunta y escucho su voz más cerca, debía estar detrás de la puerta. No respondo y me río maliciosamente por ello. <<cuanta rudeza, estás volviendo a ser tu eh>>. — Hola pequeño. —ladrido de Boy. — ¿Esa pequeña ogra te alimentó? — ¿se estaba refiriendo a mí como "ogra"? Le había dado de comer a su hijo. — Disculpa a tu padre, he estado muy ocupado, y no puedes culparme te alimenté antes de irme, tú eres un pequeño manipulador. — vaya, me había manipulado un pequeño cachorro peludo. — Veo que tienes una tia muy consentidora. — otro ladrido de Boy, ellos de verdad se estaban comunicando. — ¿Nicole? Acabo de escuchar tu horrenda carcajada. — me habla después de terminar la conversación con su hijo.

¡Cállate! —grito aguantándome la risa. — Estoy de mal humor. —miento.

—¿Y eso debe sorprenderme? —pregunta con ironía. Gruño. Lo odiaba ¿qué hacía en mi casa en primer lugar? Yo jamás quise que vivieran aquí.

Enamórame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora