13.

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(En la foto: Nicole Isabele Flores. Una cosita, no quería poner fotos porque así ustedes imaginaban a los personajes y para mí sonaba mejor. Pero he querido hacerlo, a como yo lo imagino, ustedes pueden usar su imaginación e imaginarlos mucho mejor y más guapos. Es todo. )






—¿Lo quieres Nicole? —susurra ahora con sus labios en mi oreja.

¡Jesus bendito! Ayúdame por favor, no tengo fuerza para decirle que se aleje.

Sigo sin responder.

Mmmh. — musita, saca su lengua juguetona y la pasa por detrás de mí oreja. —Debo hacerte hablar...

Niego con la cabeza, es lo más cerca que estoy de poder reaccionar.

—Me quieres dentro de ti, sujetándote de tus caderas, adentrándome en lo más profundo de ti, llenándote, haciéndote rogar porque pare... Pero ambos sabemos que no quieres eso, quieres que siga. —suelto un suspiro —Mmmh, que continúe hasta que te haga explotar. —me tiene sujetada con una de sus manos, ejerce la fuerza suficiente para tenerme inmóvil, su otra mano experta ha bajado por mi entre pierna y está intentando colgarse en mis bragas.

Otro suspiro seguido de un jadeo.

El elevador para.

Joseph también.

Me encuentro sudando, temblando y deseosa de que Joseph continúe con sus caricias.

Me toma de la mano y me saca del elevador, gracias a Dios me tenía cubriendo con su cuerpo, o alguien más hubiese visto lo que me estaba haciendo ahí dentro.

Los hombres tienen una obsesión por el elevador, he visto muchas películas.

—Suéltame. —insisto.

—No. —gruñe.

Hemos llegado a su coche después de caminar en medio de algunos autos más, el estacionamiento es lo suficientemente grande para poder perderte.

—Sube. — ordena.

No tengo más opción, así que lo hago.
Una vez dentro me coloca el cinturón de seguridad, y arranca el coche, salimos a una velocidad rápida, quizá demasiado para estar dentro de un estacionamiento.

— Haz hecho una escena. —le recuerdo.

—¿Y?

—Tus empleados comenzarán a hablar.

—Ellos no pueden decir nada, está estipulado en su contrato. Y tú lo haz dicho, son mis empleados, me da igual lo que digan, alguna mala palabra cerca de mi, y saben que están fuera de mi empresa.

Que soberbio.

Me quedo guardando silencio. Lo ha dicho todo de manera grosera, quizá tiene razón es su empresa, pero no tenía que decirlo de esa forma.

He estado concentrada en las sensaciones que Joseph provoca en mí que casi olvido a lo que vine,la razón por la que estoy aquí.

—¿Porque mi padre me ha evitado verte? —vuelvo a preguntar por segunda ocasión en el día.

Frena el coche, busco algo de donde agarrarme, por inercia.

Sus labios me toman por sorpresa y su lengua hábil está en mi boca explorándola a su placer.

Puedo acostumbrarme a esto.

Ya te dije que no tengo idea. —me repite lo mismo que me dijo en su oficina.

Enamórame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora