CUATRO: ¡HARRY STYLES, ES LO QUE ME PASA!
● Harry:
—Suéltame –susurró, se le habían bajado los humos ¿o qué?
—Vaya, te has calmado y ya no te molesta que te toque. –dije sarcástico– ¿Acaso ya sientes algo por mí?
—Ni en tus mejores sueños, campeón.
—En verdad, no quieres saber lo que sueño. Aunque me tienes aquí para comprobarlo siempre que quieras. –dije separándome y guiñándole un ojo antes de volver a entrar en la habitación.●Selley:
—¡Me saca de quicio! –exclamé cerrando de un portazo la puerta de mi habitación y exaltando a mi compañera.
—¿Qué te pasa, Kat?
—¡Harry Styles es lo que me pasa! –dije dejándome caer muerta en la cama.
—¿Ya te da problemas en tu primer día?
—Se cree que puede –grité tapando mi cara con la almohada– ir por ahí besando a todo el mundo.
—¿Él? Es así. Te besa, te guiña dos veces el ojo y al día siguiente, sin saber por qué, despiertas en su cama.
—¡Ja! Va listo si piensa que yo caeré en sus redes… –me levanté de un salto– ¿Y tú? ¿Te acostaste con él?
—Sí. Se puede decir que hubo un tiempo en el que el mismísimo Styles anduvo detrás de mí. Pero fue sexo. Como con el resto de estudiantes del internado.
—Que bajo han caído todas.
—¡Oye!
—Lo siento, Sam. No pretendía… pero es que no entiendo, si saben que solo es una noche de sexo candente, y luego ni la hora. Es como humillarse.
—Créeme que muchas pagarían por repetir. Pero si no es chica nueva, Styles no quiere. Él es el que escoge con quién. Y si tienes mucha suerte, puede que repitas.
—No creo que sea tan bueno, simplemente es un cretino, arrogante, odioso y prepotente.
—Ya, un cretino, arrogante, odioso y prepotente al que le has echado flecha.
Solté una carcajada tan fuerte que juraría que las paredes podrían haberse venido abajo.
—¿Yo? ¿Con ese? Nadie tendrá el gusto de verlo.[ … ]
Me ajusté las medias del uniforme delante de aquel diminuto espejo. Mi segundo día, ¡bien! Que emoción.
—Literatura… –susurré mirando el horario, menuda manera de empezar el día.
—Oh genial. –dijo maldiciendo, parece que ella estaba en peor situación que yo– Ecuaciones lineales, matrices y la regla de Cramer.
La miré aterrada con lo mal que sonaba todo eso, y más al acabar de despertarse. Maldecimos todas y cada una de las asignaturas que impartían en el dichoso internado y como consecuente, a los profesores mientras íbamos de camino a la cafetería. El panorama con el que me encontré era el menos esperado de todos. Las mesas estaban la mayoría libres, y las que no, ocupadas por tíos. Todas menos una, en la que todo el alumnado femenino estaba colocada alrededor.
—Esto es así, ¿siempre? –pregunté una vez adiviné el porqué de aquella especie de alabanza hacia un Dios.
—Es Styles, ¿qué esperabas? –rió irónica y señaló la barra con la cabeza– Consigue el desayuno, yo voy a ver si pillo un buen sitio.
Asentí y cogí su bono para después dirigirme a la barra.
—Buenos días –dijo amablemente la camarera, a lo que contesté con una sonrisa mientras esperaba a que llenase ambas bandejas– Aquí tienes –dijo y busqué mi bono en la cartera.
—¡Guapa! –lo oí decir, con su voz de prepotente, y oí sus pasos acercarse. Inmediatamente me giré indignada, no me iba a amargar el día ya.
—¿Hoy te has levantado idio… –pero paré de hablar al ver que ese “guapa” no iba dirigido a mí, si no, a la chica de la cafetería. ¿Pretendía colarse?
—Me puedes dar otro café, ¿por favor? –dijo utilizando su voz de depravado acosador y la camarera obedeció como un rayo. Estábamos justo al lado, y ni se había dado cuenta de mi presencia, vaya, igual se le había bajado el interés de golpe. Musitó un “gracias preciosa” y pasó por mi lado, pasando de mí como de la mierda. Entregué a la sonrojada camarera los bonos y me largué a la mesa del fondo que había conseguido Sam.
—Idiota, maleducado, creído, cínico, prepotente, gilipollas, mujeriego, narcisista, vicioso, impulsivo, irrespetuoso y un jodido egocéntrico –dije todo de corrido al sentarme.
—¿Styles? –preguntó como si la respuesta no fuese obvia.
Simplemente asentí y me dediqué a jugar con mi almuerzo, el que acabó en la basura tan pronto como llegó la hora de ir a clase. Me despedí de Sam con un abrazo y enfurruñada entré en el aula. Justo tocaba literatura, irónico, la única clase que tengo en común con el señor idiota-prepotente-engreído Styles. Las mesas del aula estaban colocadas de uno, aunque tampoco había kilómetros de separación entre estas. Me senté al fondo, al lado de la ventana y observé como los tíos iban entrando y ocupando las mesas, hasta que por último entró él, y luego, como perras, las tías. Saqué mi mirada y atención de él y “admiré” el paisaje que se dejaba ver. Estábamos rodeados de árboles, árboles y, ah sí, árboles. ¡En aquel acantilado solo había bosque y árboles! Escapar de aquí serviría para ir a un sitio peor. Divagué por las nubes planes alocados y formas de escapar –que en eso se quedarían, en planes– hasta que el molesto sonido de la silla de al lado arrastrándose hizo que fijase la vista en ella.
Había otros diez sitios libres contados y el muy narcisista se sentó justo en el que estaba a mi lado. Aun así, quizás, se olvide de que existo durante más tiempo, y con aún más suerte, solo fue el primer día de vaciles, y se olvida de mí para siempre. Solo la idea hizo que se me iluminaran los ojos, pero duró poco tiempo, ya que un señor cincuentón con bigote entró por la puerta. Pelo gris canoso y bigote igual, se sentó en la mesa y después de inspeccionarnos uno por uno con la vista musitó un frío “Buenos días”. Algún que otro valiente se atrevió a responderle, yo me hice invisible en la esquina en donde estaba y el silencio se hizo presente.
—Alumnos, veo que siguen sentándose como siempre, los “inteligentes” delante y los “ricos que tienen futuro solo porque papá paga” al fondo. Pero tenéis suerte, estoy de bueno humor y no os haré cambiaros, además, el trabajo que traigo hoy es muy fácil, tanto que hasta las rubias sabrían hacerlo –las indignadas lo miraron con odio, pero aun así no se atrevieron a rechistar– Os pondréis por parejas, primeramente, y para que veáis que sí que estoy de buen humor, no interferiré en ellas. Cinco minutos.
Dicho lo último, todos se levantaron y se juntaron con su pareja, menos la panda de rubias de antes. Las tres clones –así decidí llamarles, ya que su físico era idéntico, incluso podrían tener el mismo número de pelos en…– se levantaron y se contonearon por clase hasta llegar a la mesa del cretino, sí, un entretenido juego de perras empezaba ahora y no estaba de humor para presenciarlo. Esperaría a que algún marginado quedase libre y haría pareja con él.
—¡Harry! –exclamaron las tres a la vez.
—Vendrás conmigo, ¿verdad? –dijo la primera adelantándose.
—¡Claro que no! Irá conmigo. –contestó la otra, por el indignado.
—Sí, claro chicas… seguid soñando. Él viene conmigo ¿verdad? –dijo la última muy segura de sí misma y suspiré, no sabía que podía ser tanta la falta de neuronas en un cerebro humano.
—Lo siento chicas, me encantaría, pero la verdad… es que voy con ella. –dijo y tuve la sensación de que me señalaba, no quería mirar y prefería imaginarme que no era cierto. Pero no, Styles seguía mirándome con su cara de arrogancia y prepotencia.
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Del cielo al infierno
FanficHarry la quiere bajo sus sábanas, ella a él bajo tierra. Solo una prohibición basta para hacer nacer la tentación. ¿Cederá a caer en sus redes para que la deje en paz de una vez? ¿O en realidad no quiere que lo haga? _______________________________...