Capítulo veintisiete.

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VEINTISIETE: TODO SEGUIRÁ IGUAL QUE ANTES.


● Selley:

Reí ante la ocurrencia del nuevo profesor. Me disculpé con él por el comportamiento que había tenido a primera hora. Tenía treinta años recién cumplidos y me recordó a mi madre, de treinta y dos años,  que en un mes cumplía uno más.  Me prometí llamar a papá para saber si tenía noticias.  Al fin y al cabo, tenía una especie de asesino buscándome. Dejé de mirar la sonrisa del señor Fogg. Un error, puesto que crucé una mirada con Harry. ¿Ahora me miraba decepcionado? ¿¡Y cómo debía mirarlo yo a él!? ¿Le miraba como si dijera un "¡muy bien, te has tirado a otra! ¿quieres un premio?"?  

—¿Allison? –preguntó y retiré la mirada de Styles para volver a centrarme en él. – Ahora ya entiendo el porqué de tu comportamiento tan arisco a la mañana. –me sonrió con las cejas en alto.

—¡No! No es lo que estás pensando. –me excusé al notar el calor en mis mejillas.

—¿Entonces vas a decirme que no te gusta ese chico? ¿Ese que no ha dejado de mirarte durante toda la clase? –subía y baja las cejas mientras seguía sonriendo. Me sentía como una charla de padre e hija, pero sin el factor incomodidad.  

—No es exactamente así...

—A ver si acierto, estás enfadada con él y tienes ganas de arreglarlo. Pero tienes un orgullo el doble de grande que tú. –también burló mi estatura, para evitar que la situación se incomodase.

—¿Qué? ¡N...! Sí. –acabé admitiendo.

—¿Entonces por qué estás aquí?  –lo miré sin entender lo que decía– ¿Por qué no estás yendo hacia allí dispuesta a arreglarlo?

—Porque...–bajé la mirada para ocultar mi rubor. En cierto modo no tenía excusa a parte del orgullo.  

—¿Qué prefieres, ser feliz con él o con tu orgullo? –soltó y yo ya sabía lo que quería. Pero no era capaz.  

—Yo...sé lo que quiero. Pero no puedo hacerlo. –no quería explicarle por qué razones no podía hablar con Harry. Debía hacerlo y lo sabía. Pero no podía simplemente por el hecho de que él ya se ha buscado a otra.

—Ve. –dijo y me dio un leve empujón para que me levantase.– Quizás no sabes aun lo que quieres de verdad, pero cuando llegues a su mesa y te plantes delante de él, lo sabrás.  –sonrió y me dio valor. Caminé hacia su mesa, él tenía la vista puesta en su plato y clavaba su cuchillo en la carne. ¿Qué iba a decirle? Lo primero debía ceder y pedirle perdón. Y que quería ser su amiga. Y también que arreglásemos todo.

Sonreí al pensar que todo quedaría atrás. Estaba dispuesta a olvidar los rumores de esta mañana. Quería ser como Sam, no quería esta mierda. Me detuve delante de su mesa dispuesta a hablar, pero no lo hice.

—Nada. No va a pasar nada. –no era tonta y sabía que hablaba de lo que había pasado con nosotros–  Ya me la he llevado a la cama, ¿no? Es lo que quería desde un principio. La nueva ha caído como todas las demás. Y ahora todo seguirá como antes de que ella hubiese llegado. –después de escucharlo supe que me había equivocado. ¡Bien Selley!  Ahora ya sabes que no deberías haberte acostado con Harry nunca.

— Debería habérmelo imaginado. –dije, aunque no era mi intención decir nada. Solo quería irme de ahí. Y eso es lo que hice. Vi por el rabillo del ojo como levantaba su cabeza y me miraba.

Pero no, ya no se lo merecía.  

Dejé que la puerta se cerrase con un golpe detrás de mí. No iba a llorar, él no se merecía una lágrima. No sé en qué momento pensé que había cambiado pero me equivoqué completamente.  

De acuerdo, Harry, todo seguirá igual que antes de que yo hubiese llegado.

•Harry: 

La mesa se quedó en silencio hasta que la puerta de la cafetería se cerró de golpe.  
—Me pregunto por qué no estás corriendo detrás de ella para decirle que lo que ha oído es una completa mentira. –ignoré el comentario de Zayn, aun ahora me parecía estar viendo sus ojos mirarme de reojo con decepción.– Harry o vas tu o va él. –volvió a hablar y ahora sí que me centré, Zayn señalaba al nuevo profesor saliendo de la cafetería seguramente detrás de ella.– Y ya sabemos como pretende subirle la moral a Selley. 
—Sexo. –canturreó Niall, y si ya antes estaba de camino, esto solo me hizo acelerar el paso.
Seguí al nuevo profesor hasta el exterior del edificio y vi cómo se detenía al lado de un árbol, sentada a los pies de este, estaba ella.
Necesitaba tiempo para aclarar que pasaba por mi cabeza en este momento. ¿Qué podía tener este pequeño diablo para hacerme sentir esto? 
Yo no quería que después de haber experimentado lo que era tener su pequeño cuerpo bajo el mío lo nuestro se quedase en nada. 
«Lo nuestro.»
Sonaba a relación. Y en eso era completamente inexperto. Tampoco estaba seguro de querer ganar experiencia. Pero por alguna razón no quería perderla, no a ella. Porque tenía algo que me atraía irremediablemente,  e iba a creer que solo era atracción a ese algo.
—¿Puedes dejarnos a solas? –escupí bordemente al que era mi nuevo profesor de literatura. Selley intentó protestar, pero este acabó cediendo. 
—Todo va a estar bien. –oí como le susurraba y juro que no me lancé a su yugular porque no quería admitir ni dejar ver que podía sentir celos de ningún tipo.
Vi como Al soltaba todo el aire de golpe antes de levantarse y quedarse cara a cara conmigo.

Del cielo al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora