Capítulo veinticuatro.

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VEINTICUATRO: NO SABES LO QUE SE SIENTE.

●Selley:

Froté los ojos y bostecé, me revolví bajo las sábanas hasta que noté el pecho desnudo de Harry en mi espalda. Me había acostado con él anoche, ¡con Styles! Puse empeño en ello, pero no conseguí evitar que se me escapase una sonrisa, y no ignoré lo bien que me sentía ahora. No sabía con exactitud por qué pero un gran sentimiento de felicidad me embriagaba por dentro. Volví a cerrar los ojos para disfrutar del olor que desprendía su cuerpo, todavía a perfume, hasta que sentí como la piel se me erizaba cuando sus labios comenzaron a dejar besos desde mi nuca, pasando por el cuello, con intención de llegar a mi oído. La piel suave de su mano recorrió mi espalda hasta el final de la columna, dejando caricias por donde pasaba.

—¿Qué tal has dormido, pequeña? –susurró y sus palabras superaron el mismísimo “Buenos días princesa” de Moccia. Me di la vuelta quedando entre sus brazos.

—Buenos dí…–el sonido de ambas tripas me interrumpió y nos hizo sonreír.

—¿Desayuno y paseo por el campus? –me propuso sujetando mis caderas y colocándome sobre su cuerpo.

—Voy a necesitar ropa.

—Yo te la traigo de paso que me doy una ducha rápida. ¿Dónde tienes la lencería sexy? –estallé en carcajadas. Vacilé un momento antes de contestar.

—En la cómoda, segundo cajón al fondo. –cambió las posiciones y besó mis pechos antes de levantarse. Salió de la habitación enrollado en una toalla y yo volví a sumergirme bajo las sábanas con intención de volver a dormir. Un molesto murmullo proveniente del pasillo me lo impidió, este se acercaba hasta que la puerta se abrió de golpe.

—Vaya...–oí, pero tampoco me molesté en sacar la cabeza. Reconocí la voz de uno de los compañeros de cuarto de Harry, el cual seguramente flipaba al ver toda mi ropa tirada en el suelo. No estaba solo, puesto que antes había oído más voces.

—“No voy a acostarme con ella, Zayn” –burló su voz, intentando imitar la de Harry.

—Calla idiota…–ese era mi rubio, Niall.– ¿No ves que está durmiendo ahí? –dijo y me hizo tragar saliva. La idea de estar aquí, cubriendo con las sábanas mi cuerpo desnudo, y fingiendo estar dormida no me agradaba.

—Nos falta el enamorado. –no supe identificar aquella voz pero sí la que habló después.

—No miréis tanto, que igual se os caen los ojos. –esa voz era de Harry.

—Si quieres nos vamos y os dejamos echar el de la mañana. –sí, ese era el tal Zayn.

—Ya tardáis. –vaciló y supuse que en ese momento estaban saliendo. 

—Felicidades, ya te las has tirado a todas–volvió a ser la voz del moreno la que me hizo empezar a preocuparme. Tenía razón, ¿y ahora? ¿Qué va a pasar entre nosotros? Harry acababa de conseguir lo que quería en un principio, ¿qué pasará conmigo? ¿Me echará y me dirá que he caído como todas?

Si lo hacía, tendría razón. Caí en sus brazos y pasé por su cama como el resto de las ciento sesenta tías del internado. Había oído la historia de algunas de ellas y no me gustaba como acababan.

Las dudas iban y venían por mi mente, para retornar con más fuerza y provocarme dolor de cabeza. Sus manos rozando mi hombro me obligaron a disiparlas de golpe y que por fin saliese de mi escondite.

—Ropa sexy y corta. –sonrió lanzándome a la cabeza un short y una básica blanca de tirantes.

—¿Piensas mojarme hasta que se transparente? –alcé el ceño y empecé a vestirme bajo su sonrisa pícara. Algo me decía que mi idea le había gustado.

Del cielo al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora