VEINTIDÓS: VEO QUE SIGUES TENIENDO PROBLEMAS.
● Selley:
—La mato. –grité mentalmente al ver la jugada sucia que me había hecho Sam. Solo había hecho falta decirle “de todo menos un jodido vestido” para que se llevase toda mi ropa y no me dejase otra cosa que no fuese exactamente esa prenda. Intenté aguantar la risa al ver las demás cosas que había dejado, maquillaje y complementos a montón y zapatos que yo en mi sano juicio no me pondría, –eso porque no era propicia a andar por el instituto con tacones de diez centímetros–, mi grado de locura no llegaba a tanto.
—Creo que te has confundido Sam, yo no soy Mía. –susurré para mí y cogí el vestido en la mano para observarlo. Negro, gracias a dios no era ajustado, la idea de parecer una zorra más no me agradaba; no sabía si era seda, seda, pero era una tela de su misma textura suave al tacto; recubierto por otra tela con transparencias, que por la parte de atrás, era un poco más larga.– De acuerdo Sam, me pondré un vestido para no ir en bragas, pero estás loca si piensas que me maquillaré o me calzaré tacones.
Delante del gran espejo que había sobre el tocador, comprobé que el vestido no me quedaba nada mal. Me subí sobre aquellos zapatos, ¿¡cómo puede alguien andar con estas cosas!?
—A esto en mis tierras se les llama zancos de toda la vida. –musité dejándolos donde antes y volviendo a calzarme las converse bajas que había usado en la obra. Después de pasarme el pelo hacia delante, sobre los hombros, salí a buscar a la susodicha. Sí, señores, esta es mi mejor amiga.
Puse los ojos en blanco al salir al campus donde se celebraba la fiesta. Al estar a principios de abril anochecía demasiado pronto, pero esta vez no me disgustaba. El jardín no estaba más que iluminado por la luz de la luna y las estrellas. Por las paredes exteriores del edificio, habían colgado luces tenues de tono anaranjado, y, en el suelo, un camino que llevaba a otra zona del jardín todo marcado por velas encendidas. Viendo aquello, y si lo había hecho el señor Gaffigan, le perdonaba el haberme dejado ensayar sola con Styles tantísimas veces. Casi todo el instituto estaba alrededor de una mesa, extendida a lo largo de todo el lado izquierdo del campus, haciendo no sé qué cosa. Me acercaría después de encontrar a Sam y matarla. No la divisé entre la multitud, por lo que decidí acercarme al instituto. Solo había dos trozos de todo el jardín llenos de gente y ella no estaba en ninguno. Tiene habilidades para desaparecer, ¿o qué?
Dejé de mirar al interior a través de la puerta de cristal y me di la vuelta, dando un salto al instante al encontrarme cara a cara con Harry.
—Veo que sigues teniendo problemas. –dijo con su tono seductor, el que usaba cuando yo llegué aquí, pero esta vez…¿sonrió? Sí, sonrió. Entonces recordé mi primer día aquí, intentando ubicarme en aquella especie de mapa del instituto. «Ninguno que tú puedas solucionar». También recordé la respuesta que le había dado. Y justo ahí había sido nuestro primer beso.
—Y tú sigues sin poder solucionarlos. –sonreí yo también, inconscientemente, fijándome en sus ojos verdes que ahora brillaban con un tono anaranjado debido a la luz de las velas del jardín.
—¿Vas a lanzar el globo?
—¿Qué globo? –pregunté sin entender, hasta que caí en la aglomeración de gente alrededor de aquella mesa.
—El globo. –rió– Lo enciendes y lo sueltas para que suba al cielo y llegue a junto alguien que perdiste hace tiempo. O simplemente pides un deseo y se cumple.
—Nunca lo he hecho, pero…
—Ven. –dijo cogiendo mi mano, para llevarme a aquella mesa que empezaba a vaciarse. El profesor de artes era el encargado de repartir las velas y los globos. Styles pidió uno y me guió por el camino de velas que había visto antes. Todos allí estaban preparándose para lanzarlo.– Sujétalo.–La voz de Harry me sacó de mis pensamientos. Cogí el globo por la parte inferior, mientras él, con un mechero, encendía la vela.– Cuando yo te diga, lo soltamos. –dijo colocándose detrás de mí, pasando los brazos a mi alrededor, y sujetando también el globo. – Ya. –susurró en mi oído.
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Del cielo al infierno
FanfictionHarry la quiere bajo sus sábanas, ella a él bajo tierra. Solo una prohibición basta para hacer nacer la tentación. ¿Cederá a caer en sus redes para que la deje en paz de una vez? ¿O en realidad no quiere que lo haga? _______________________________...