Capítulo treinta y seis.

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TREINTA Y SEIS: ¿ÉL?¿ENAMORARSE?

● _____:

Después de aquella noche en la que ambas nos dijimos un millón de cosas cursis, pero al fin y al cabo ciertas, Sam y yo nos unimos más si era posible y ahora nos contábamos hasta cuantas veces respirábamos. Y lo que era más importante para mí es que le contaba todas esas especulaciones que me mandaba el cerebro, por lo que no tenía que afrontarlas sola. Ya no me jodía todos los minutos del día pensando en que el apodo al que me había acostumbrado a oír de sus labios, ahora fuese a ser dirigido hacia otra.

—¿Quieres tranquilizarte, Selley? –Sam, como siempre, con su postura de indio, me hablaba desde la cama.– Esa arpía llega esta tarde y se marcha el lunes por la mañana. Solo tienes que aguantarla prácticamente sábado y domingo. Harry no es tan tonto como para usar tu apodo con ella.

—No es mi apodo, es más bien…

—Deja las malditas excusas, mujer. Ese “nueva” que empezó siendo un juego para ambos, acabó llegándoos al fondo. Ahora tú eres la única nueva que verán sus ojos. Deja las paranoias a un lado.

—Tienes razón. He estado dos días comiéndome la cabeza completamente. Solo va a llegar y se la va a tirar, nada más. ¡Ni que fuera a enamorarse! ¿Él? ¿Enamorarse? –me reí falsamente de mis propias palabras.– Joder, estoy hecha mierda. –yo también me dejé caer en cama.

—¡Ya está bien de drama! Pareces una maldita enamorada. ¿Sabes cómo se le llama a lo que sientes? ¿Esos celos o esas “mariposas? Se llama a…

—¡Ni lo digas! –me levanté de golpe, para señalarla con el dedo– No te atrevas.

—¿¡Por qué te cuesta tanto admitirlo!?

—Sobre mi cadáver admitiré que siento eso. Sobre mi puto cadáver.

● Harry:

Una vez acabadas las clases de hoy, por fin, Liam y yo nos dirigimos al banco en el que supuestamente Zayn, Niall y Lou nos esperaban.

—¿Sabes quién llega en un par de horas? –me preguntó, mientras dejábamos atrás el primer pasillo. Asentí.

—Catharine Ellis. –pronuncié su nombre mientras lamía mi labio superior.

—La próxima “nuevita”. –negué.

—Ese apodo es de Selley. Ella es la única nueva. Puede pasarse aquí cincuenta malditos años que siempre la llamaré así, únicamente para hacerla rabiar.

—Quizás, pero vas a llevarte a Catharine a la cama de todas formas solo para ser el primero. Como en su día hiciste con tu problema de metro sesenta. –no le respondí inmediatamente. Sino que retrocedí en el tiempo y empecé a reírme de todas esas veces en las que _____ tenía que ponerse de puntillas para poder plantarme cara.

—¿Quieres sexo con Catharine?

—¿Qué? –se detuvo en medio del pasillo.

—Que si tienes ganas, lígate a la hija del director, no me importa. –se llevó la mano a mi frente y tocó mi cara.

—¿Estás enfermo? Ven, vamos a enfermería a que te tomen la fiebre. Estás delirando. –solté una carcajada y seguí caminando.

—Estoy perfectamente. Anda, vamos con los demás.

—¡Qué bonito es el amor! –exclamó este cuando nos sentamos con los tres chicos que nos esperaban en un banco del campus delantero.

—¿Qué mosca te ha picado, Liam? –Niall casi se atraganta con una de las pastillas de chocolate que se estaba tragando. El castaño se levantó y se colocó delante de todos nosotros.

—Harry me ha dicho que puedo ligarme y acostarme con Catharine Ellis, ¡antes que él! ¡Antes! Aquí pasa algo, o bien está enfermo, o está enamorado.

—O está enfermo de amor por Selley. –el irlandés se estaba jugando un golpe, que le advertí con una mirada asesina, en cambio chocó las manos con Liam y Louis.

Siguieron burlándose y hablando hasta que, por su bien, decidí ignorarlos.

—Estás muy…sensible últimamente. Necesitas un polvo, digo yo. –Zayn pasó un brazo por mis hombros esperando una respuesta, la que se vio silenciada por el pesado sonido de las enormes puertas principales abrirse, para que poco después un Mercedes plateado recorriese el camino de grava.

—Esto me recuerda a la llegada de ______. –recordó Liam y los demás asintieron. Yo me había quedado en cama vagueando ese maldito día.

—No tío, –objetó Niall.– ella llegó en limusina. Tiene más clase. –empezaron a reírse y me centré en el movimiento de la puerta trasera de aquel coche. Ya sabía lo que saldría, la había visto antes. Metro sesenta y largos de puras piernas, melena sobre los hombros de un rubio platino oscuro y unos ojazos azules tan intensos que podrían parecer morados.

—Piernas demasiado delgadas, pero muy largas, curvas demasiado rectas y completamente plana de la cintura al cuello.

—No está plana, sólo no tiene los de Mía. Y mucho menos los de Jennifer. –apoyó Niall a la rubia, en contra de Zayn.

—El día que dejes de ser tan superficial… –rodé los ojos a mi amigo moreno y me miró alzando el ceño.

—Cuidado amigos, estamos ante el romántico más cariñoso sobre la faz de la Tierra, el cual solo se fija en el interior. –contraatacó y los demás le concedieron la victoria a él riendo a carcajadas.

Volví a ignorarlos para recorrer con la mirada el camino de la rubia, seguida por dos hombres, hacia el interior. Llevaba el uniforme del instituto pese a no ser alumna y caminaba como si de una pasarela de moda se tratase. Ella era otra más de las que lo acompañaba con unos taconazos de diez centímetros de color negro mate. Mientras observaba como subía las escaleras principales me di cuenta de que llevaba la falda tan corta que al mover las piernas no hacía falta ni imaginación para verla completamente.  Aunque dejé sus tacones a un lado y me paré en unas Vans que ya conocía. Entonces sí que recorrí sus largas piernas lentamente, ella tampoco llevaba la falda en modo apto para cardíacos, y su pequeño cuerpo. Apoyada en la fachada del internado, en las escaleras, _____ y Sam tampoco se perdían la llegada de la hija del director. Segundos después de que esta entrase vi como Selley gruñía algo y se disponía a entrar, con un maldito movimiento de la falda que me hizo atragantarme. 

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¡Holis! 

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PD: Sé que nunca respondo los comentarios, pero no creáis que no los leo, ¡eh! Aunque prometo que si me dejáis más comentarios los responderé todos. 

Besitoooos:) 

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