9. Los hermanos Miller

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Después del turno de Skyler ella cumplió con su palabra de llevarme al centro comercial, el que por cierto me había encantado. El lugar era muy grande y con muchas tiendas, pero, desafortunadamente no pudimos comprar nada ya que no andábamos preparadas (monetariamente) para comprar, pero no nos fuimos sin unos buenos cafés. Pasamos comprando comida italiana y luego pasamos la noche viendo películas.

—Así que dejamos las cosas por la paz —Jess me había mandado un texto para que nos viéramos en el centro comercial para pasar el rato. Ahora la estaba viendo revolver su café mientras me contaba su historia con un tal Dylan.

—Entonces ¿No fue una ruptura dramática donde se gritan y rompen?

—Nop —ella sonrió—. En realidad fue todo muy tranquilo, ambos estábamos de acuerdo que era lo mejor.

—¿Lo extrañas?

—A veces, sí —ella suspiró y empezó a jugar con las bolsitas de azúcar—. Pero, no porque lo amara sino, porque estaba acostumbrada a él, a nosotros.

—Eso apesta.

Negó riendo. —A veces hablo con él por Facebook, dice que está muy bien en Juilliard.

—¿Juilliard? Wow.

Sonrió. —Sí, Creo que él siempre esperó más de lo que podía darle, no lo sé —negó terminando su café—. Pero, no importa. Mejor vamos a ver que encontramos.

Asentí y salimos del café para observar las diferentes tiendas.

—Oye, por cierto —Jess se detuvo mirando unas botas color café—. ¿Cómo quedaron las cosas entre tú y Tom?

Oh, eso.

Bueno, Tom era mi novio cuando estaba en California, él decía que me amaba después de un mes de estar saliendo y bueno, no creía en sus palabras. No creo que en un mes puedas conocer a alguien tan bien como para decir que lo amas. A veces me sentía presionada ya que él esperaba lo mismo de mí cuando no era así.

Después de lo que ocurrió, no le avisé exactamente que me iba así que no sé lo que había sido de él.

—No lo sé.

El bonito rostro de Jess se distorsionó en una mueca.—¿Cómo que no lo sabes?

—¿Quieres la verdad o la mejor versión?

—No me vengas con rodeos, suelta la sopa.

Seguimos caminando dejando las hermosas botas atrás.

—Bueno, cómo que no le avise que me venía.

—¿Qué? —preguntó escandalizada—. ¿Por qué no se lo dijiste?

—No lo creí necesario.

Aunque ahora que lo pienso fue muy grosera de mi parte.

—Pero, si era tu novio.

—Lo sé. Pero en ese momento él ni siquiera estaba en mis pensamientos. Es decir, cómo que lo olvide.

Ella negó revoleando sus ojos. —No lo puedo creer. Ven, entremos aquí.

Entramos a una tienda donde vendían accesorios y Jess compró unos pendientes que le gustaron. Salimos de ahí y seguimos viendo más tiendas, dónde entramos en otra pero no nos gustó nada.

—Sabes, John al otro día me dijo que le gustaba una niña. ¡Lo puedes creer!

Reí. —¿Y qué tiene de malo?

—¡Sólo tiene siete años!

—Ya es todo un hombrecito, Jess.

—No, no lo creo —sacudió la cabeza indignada—. No quiero cuñadas todavía.

Something Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora