Something Of Love

29. Salidas

Al día siguiente que desperté sentí como mi cama se movió, pero no le presté atención.

Me sentía tan somnolienta que no quise abrir mis ojos. Pegué más a mí a Frozpy y seguí con mi sueño, pero algo movía mi cabello. Pasé mi mano por él, pero todavía seguía.

Ya cansada abrí mis ojos y lo primero que vi fue a un Kyler muy sonriente.

—¡Ay por Dios! —grité dando media vuelta. Caí de la cama golpeándome el brazo y cadera. Kyler se arrastró por mi cama y me miró.

—¿Estás bien?

Estaba por contestarle cuando la puerta de mi cuarto se abrió y apreció Skyler con su cabello revuelto y un bate de béisbol en sus manos.

Su mirada nerviosa se posó en mí y luego en Kyler. Pareció aliviada y bajó el bate.

—Sólo eres tú —dijo refiriéndose a Kyler.

Estoy segura que tanto como Kyler y yo estábamos algo...asombrados y confundidos.

—¿Qué haces con un bate de béisbol? —le pregunté sentándome y sobando mi brazo.

Kyler se sentó, me tomó por la cintura sentándome a su lado en la cama.

—Escuche tu grito —nos explicó ella—. No sabía que pasaba así que tomé el bate y vine lista para lo que fuera.

Escuché a Kyler reírse por lo bajo y le pegué en el estómago. Skyler pareció notarlo porque cambió su postura.

—Por cierto ¿Qué haces tú aquí? —le exigió a Kyler.

Kyler me miró y yo vi a Skyler.

—Eh, llamó varias veces a la puerta hasta que fui, tú estabas roncando —mentí, no le podía decir que había entrado por mi balcón porque se encargaría de cerrarlo.

—Que chistosa —espetó—. Y más les vale que no hagan nada, me iré a dormir.

Salió llevando el bate con ella. Me levanté cerrando la puerta y Kyler se volvió a acostar.

Me detuve a un lado de la cama y coloqué mis manos en la cintura.

—Ahora que ya estamos sólos ¿Qué haces aquí?

Se cubrió con el edredón hasta la barbilla y me miró con ternura.

—Ven aquí y te lo diré.

—No, dime.

Se descubrió de mi edredón y se inclinó tomando mi cintura, tirándone con él.

—¡Kyler! —protesté. Su cuerpo cubrió él mío y descansó su frente en mi hombro. Por reflejo acaricié su cabello, era algo que siempre quise hacer.

—Sólo quería verte. —susurró al levantar la cabeza. Su cabello quedó algo revuelto y me incliné besando sus labios rápidamente. Se miraba tan lindo.

—¿No es muy temprano?

—A lo mejor —sonrió—. Pero también quería que vinieras conmigo al gimnasio.

—¿Gimna qué? —no podía creer lo que estaba escuchando—. Si no te has dado cuenta, no soy atlética.

—Lo sé, pero no te hará nada mal. Te pondrás más sexy —dijo con picardía—. Además sólo quiero que me acompañes.

Bueno, si iba sólo a acompañarlo estaría bien. Yo y los deportes no los mezclábamos. Eran incompatibles.

—Está bien —suspiré—. Sólo déjame ducharme.