11. Bool's

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Iba caminando por uno de los pasillos de la universidad arrastrando los pies.

Acababa de salir de mi examen y bueno, creo que me fue bien.

Pero, para que me fuera bien tuve que quedarme despierta casi toda la noche después de que Kyler se fuera de mi habitación.

Lo cual, hablando de Kyler, estaba de pie al final de las escaleras de la salida, con los brazos cruzados sobre el pecho y esa jodida gorra negra cubriendo su rostro.

Ahora que lo veía recuerdo que él fue una de las causas por las que me acosté tarde estudiando, porque no dejaba de pensar en él. Mientras estudiaba el recuerdo de su sonrisa y su cuerpo sobre el mío no dejaban mi mente al igual que el sonido de su risa.

Él levantó la vista de sus zapatos para encontrar mi mirada, esperando a que estuviera lo suficientemente cerca para hablar.

—Así que —se acerca un poco—. ¿Cómo estuvo?

—Bien —suspiré—. Creo que hice un buen trabajo. Casi no dormí por estar estudiando.

—Sí...—arrastró las palabras—. Eso es notorio.

Sonreí. —¿Qué haces aquí? ¿no deberías estar en clase?

—Debería pero, tengo que llevar a alguien a un lugar.

Mi ánimo inmediatamente fue de picada. Pero, ¿Por qué me sentía así? Kyler es un chico libre, él pude ir dónde sea con quién quiera. Es decir, me molestaba porque el era...mi amigo, si se podía decir.

—¿Ah, sí? —intenté de verdad que mi voz no reflejara mi malestar pero fue imposible.

Además ¿Desde cuando me molestaba que Kyler saliera con otras chicas?

—Sí y como que tardaba mucho.

—Pues, cómo que es una tortuga.

Me miró estrechando sus ojos y luego medio sonrió.

—Uh, no creo que seas una tortuga —me miró pensativo—. Creo que serías más cómo un conejo, sí, un lindo conejito blanco que mueve la nariz al hacer ciertos gestos.

—¿Qué?

—Sí, pero no te preocupes —se encogió de hombros—. Es lindo.

—Eres un tonto —lo esquivé y empecé a caminar pero él tomó mi mano deteniéndome. Me volví mirando de su mano que tenía la mía, a sus ojos algo oscuros por la gorra.

—¿A dónde vas? —preguntó.

—A casa —le respondí obvia.

—No —haló mi mano acercándome a él—. Tú vienes conmigo.

—Yo no voy a ir a ningún lugar contigo.

—Oh, claro que lo harás —su mano no dejaba ir la mía, y sus dedos se empezaron a entrelazar con los míos.

Bajé la mirada a nuestras manos juntas y mi corazón latía como a corriera un maratón. Sus manos eran grandes, muchos más grandes que las mías, pero parecían ajustarse perfectamente la una a la otra.

Levanté la vista encontrando su mirada y me sonrió tranquilo.

—Ven conmigo —pidió.

—Kyler...

—Lo prometiste —su pulgar empezó a trazar círculos sobre mi palma—. Aceptaste salir conmigo.

—Lo sé, pero...

—Pero nada —me interrumpió—. Ahora vámonos que nos deben estar esperando.

—¿Esperando? —mi ceño se frunció en confusión—. ¿Quiénes?

Something Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora