45. Recuerdos

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24 de septiembre 2012

Salimos de la pastelería del centro, con mi pastel de triple capa de chocolate y almendras.

Era mi cumpleaños y todo iba genial.

Por la mañana había ido con Tess y Ellie a nadar a la playa. Es decir, vivíamos en California, la playa era parte de ti.

Después de nadar con las chicas, fui a mi casa a cenar. Mamá había preparado una cena especial para mí y estaba ansiosa por llegar.

Como siempre para cualquier cumpleaños para Skyler o para mí, la mesa estaba preparada para la ocasión. Nunca comíamos en la mesa, siempre cenábamos frente a la televisión viendo las noticias o cualquier otro programa.

Pero los cumpleaños eran diferentes. Nos sentábamos todos juntos en la mesa y dábamos gracias por otro año de vida.

Mamá me había dicho que no había preparado mi pastel por estar con la cena así que después de comer fuimos con mamá y papá a comprar mi pastel. Skyler no había querido acompañarnos, así que se quedó en casa.

—Yo conduzco —papá me lanzó las llaves y subió conmigo al frente. Mamá subió atrás con mi pastel.

—No lo toques, Alyssa. —habló mi padre. Nos puse en marcha y escuché a mi madre soltar una risita.

—Es de chocolate, Damien. —protestó mi madre. Papá sonrió y le lanzó una mirada por el retrovisor.

—Sólo espera que Hayley lo parta en casa —doblé a la derecha adentrándome en la avenida 21, era un atajo para llegar más rápido a casa—. Ella es la cumpleañera.

—Déjala papá, está bien. Yo iría igual que tú mamá si fuera con ese pastel ahí atrás.

Escuché a mi madre reír.

—Es que no puedo dejar de mirarlo, Hayley. Se mira delicioso.

—Lo sé. Y espera a que Skyler lo mire, enloquecerá. —fui bajando la velocidad al ver que el semáforo estaba en amarillo, pero no cambió rápido a rojo así que seguí avanzando.

Lo siguiente que recuerdo fue el sonido de llantas quemando el cemento por un frenazo y unas luces venir por mi extremo del auto.

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Al abrir mis ojos, mis párpados pesaban. Traté de adaptarme a luz, pero mis párpados parecían estar en una guerra con sí mismo al no querer abrirse.

Me obligué a abrirlos y parpadee varias veces hasta acostumbrarme a la luz.

—¿Hayley? —escuché a mi hermana llamarme en un hilo de voz. La miré a mi lado y quise sentarme pero un gran dolor apareció en todo mi cuerpo. Miré a mi alrededor y noté que estaba en la habitación de un hospital.

Una mascara de oxigeno cubría mi nariz y boca. Mi mirada llena de pánico posó en Skyler, quien me miraba con lágrimas bajando por sus mejillas como si fueran cascadas.

¿Qué había pasado?

¿Por qué estaba en un hospital?

Se me hacía difícil respirar y cada inhalación dolía en cada parte de mi cuerpo.

—¿Qué...? —mi voz salió ronca y entrecortada. Cada movimiento y respiración que tomaba se volvía más dolorosa que la anterior.

Skyler negó y limpió sus lágrimas antes de tomar mi mano.

—Gracias al cielo estás bien —lloró.

—¿Qué...qué pasó? —me obligué a decir. Skyler negó y las lágrimas parecían incrementar.

—No, no hables.

—Sky...¿Qué pasó? —insistí.

Estaba tan nerviosa que podía sentir su mano temblar contra la mía. Su mirada estaba llena de dolor pero a la vez de alivio.

—Hayley...—sus sollozos se hicieron más fuertes— Tuviste un accidente. Llevas inconsciente tres semanas.

—¿Qué?

Asintió y su mano apretó más la mía mientras lloraba más fuerte. Parecía... Parecía que no sabía como decir sus próximas palabras.

—Hayley...ese día venías con mamá y papá.

Los recuerdos vinieron a mi mente de un golpe. Nosotros saliendo de casa, yendo a la pastelería, comprando mi pastel de cumpleaños, yo conduciendo, el auto viendo directo a nosotros...

—Ellos...ellos...—sollozó, una presión creció en mi pecho y las lágrimas sin derramar quemaban en mis ojos.

—¿Ellos...qué, Skyler? —susurré.

—Murieron —soltó en un sollozo apenas comprensible—. Ellos murieron en el accidente. Papá no llevaba el cinturón puesto y salió volando por el parabrisas.

Sentí como la presión en mi pecho se multiplicó por mil y las lágrimas que estaba conteniendo empezaron a rodar por mis mejillas. Empecé a negar frenéticamente.

—No...—susurré. Skyler tragó y se obligó a continuar.

—Mamá murió al instante. El choque fue tan fuerte que no pudo soportarlo —habló con voz entrecortada—. Tú quedaste atrapada pero te sacaron. Llegaste aquí casi muerta, pero sobreviviste. Fue un milagro.

—No, no...

—Hayley....

—¡No! —grité, lágrimas bajando por mis mejillas tan fuertes, que dolían tanto como lo hacía mi corazón en este momento—. ¡No, no, no, no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡No ellos! ¡No a nosotros!

—Hayley...—murmuró mi hermana.

—Fue por mi culpa, Skyler —sollocé—. El semáforo estaba en amarillo. Debió haberse puesto en rojo y no me fijé. Mamá y papá están muertos por mi culpa. Debí haber parado.

Mis sollozos se hicieron más fuertes y Skyler se sentó a mi lado en la camilla.

—No, Hayley, tú no tienes la culpa —limpió sus lágrimas y tomó mi mano de nuevo—. El otro auto se pasó el semáforo, ellos tuvieron la culpa.

—No, Skyler, yo fui la culpable. Yo los maté. Me pasé el maldito semáforo rojo.

—Hayley...—se arrastró sobre mí, abrazándome. Envolví mis brazos a su alrededor, sollozando.

Ambas llorábamos.

Ambas habíamos quedado solas.

Sólo eramos ella y yo.

Mamá y papá estaban muertos.

Y todo por mi culpa.

Abracé más fuerte a Skyler sintiendo como mi corazón se partía en mil pedazos. Sintiendo que como el dolor me llenaba, sintiendo como los pedazos del corazón de mi hermana caían sobre mi junto con sus lágrimas.

Lloraba más fuerte al pensar que si el accidente fue hace tres semanas, eso quiere decir que ellos ya deben estar enterrados y no pude ir. Dejé a mi hermana sola en el momento más doloroso de nuestras vidas.

—Lo siento —susurré, sobre su pelo. Lo sentía por todo. Por dejarla, por estar aquí, por ser la asesina de nuestros padres. Skyler negó y su cuerpo temblaba.

—No te culpes, Hayley. Tú no tienes la culpa.

Deseaba poder creerle.

Deseaba que sus palabras fueran de verdad. Pero no podía.

El dolor que sentía en mi corazón era más fuerte que el que sentía en todo el cuerpo. Nunca jamás había sentido tanto dolor en mi vida.

Y mis sollozos sólo lo confirmaban.

Si tan sólo no me hubiera pasado el semáforo en rojo...

Something Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora