1. ¿Disculpa?

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Estaba cansada, sudada y segura que si no tomaba un vaso con agua en los próximos cinco minutos iba a morir por deshidratación.

No me gustaba caminar en pleno verano y mucho menos en una ciudad como Denver, que no es la más calurosa, pero para mí hace un calor para morirse.

Había ido a la tienda por unas alfombras para mi nueva habitación la cual, seguía siendo un desastre porque todavía no había terminado de desempacar mis cosas, pero quería y deseaba terminar antes de entrar a clases.

Lo que me hace recordar que no quería entrar a clases de nuevo. Era nueva en esta enorme y desconocida ciudad y eso se notaba a mil kilómetros de distancia. No sé porque los nuevos siempre se tenían que notar y yo era la nueva y lo notaba porque las personas se me quedaban viendo y eso no me gustaba.

Apresuré más mi paso queriendo llegar más rápido al edificio y así evadir la mirada curiosa de los demás en mí. Ya no quería que las personas me mirasen, ya no quería sentir más ese sol y ya quería un jodido vaso con agua y hielo, mucho hielo.

Apreté más a mi pecho las alfombras que traía porque mis brazos dolían de lo pesadas que eran. Soltando un gran suspiro, me detuve en la puerta del edificio agradeciendo para mis adentros ya estar de vuelta, pero, mis planes de entrar con rapidez se vieron interrumpidos ya que dos chicos estaban hablando específicamente en la entrada obstaculizando la pasada.

El gran chico que estaba de espaldas a mí, con una guitarra en su estuche guindada de uno de sus anchos hombros, no me dejaba ver muy bien y su gran cuerpo no me dejaba ver a la otra persona con la que hablaba.

—¿Disculpa?

El chico no se movió ni nada, haciéndome entender que no me había escuchado. Me aclaré la garganta queriendo llamar su atención, pero nada. ¿Acaso era sordo?

—Eh, ¿Disculpa? —volví a intentar esperando a que esta vez me escuchara, pero al parecer tampoco funcionó.

Como mis manos estaban ocupadas, no podía tocarlo, así que con uno de mis pies le di un pequeño golpe en una de sus piernas queriendo llamar realmente su atención. Pero, al parecer estaba muy cerca, porque cuando se dio vuelta, me golpeó con su guitarra haciéndome perder el equilibrio cayendo al duro concreto.

Genial.

Eso iba a ser un moretón y lo más seguro me iba a doler como la mierda cuando me sentara. El chico, notando lo que había sucedido, se dió la vuelta y posó su mirada en mí sin ninguna expresión. No teniendo tiempo para procesar al culpable, miré mis manos adoloridas que se habían lastimado por la caída y las alfombras no estaban muy lejos de mí. Cuando levanté la vista para ver al chico, él seguía mirándome como si no fuera nada para que él que estuviera en el suelo por su culpa, y la verdad, una parte de mí esperaba que por lo menos me ayudara a levantarme, pero cuando vi que no pensaba hacerlo, me levanté por mi cuenta y encontré su mirada sintiendo el enojo crecer en mí.

Oh. Mi. Dios.

El chico tenía los ojos azules más hermosos que había visto en mi patética y desdichada vida, eran tan azules como el cielo mezclados con un toque de verde que lo hacían diferentes de otros. Eran hermosos. Los ojos más hermosos que había visto. Su cabello caía hacia al frente de manera desordenada haciendo querer pasar mis manos por él. Su piel era clara y algo bronceada haciendo juego con su mandíbula marcada, mientras que sus labios delgados estaban en línea con una expresión totalmente seca.

Al estar de pie, cabe resaltar que sin su ayuda, sacudí mi pantalón quitando cualquier sucio que se haya adherido a la tela, mientras que el chico todavía estaba en su lugar observándome.

Something Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora