capitulo 3

740 63 37
                                    


"la inocencia aveces es el primer paso a la ignorancia" 

Trato de esquivar su ataque pero me es difícil ya que desgraciadamente es más rápido que yo. Estamos entrenando desde la madrugada, pero realmente sólo es un pretexto para vernos más tiempo. Intento atacarlo con un movimiento que aprendí hace poco el cual aun no perfecciono, pero nuevamente es más veloz que yo así que toma mi brazo y sin que siquiera capaz de verlo venir me hace una zancadilla provocando que cayera en el césped y él intencionalmente cae encima de mí soltando una carcajada ronca.

—Tienes que trabajar más en ese movimiento, me parece que he sido un buen profesor hasta ahora, deberías de poner más empeño. —una sonrisa ladeada tira de sus carnosos labios junto con la diversión danzando en sus ojos grises.

—Lo haría, si mi profesor no se tirara encima mí cada vez que puede.

Se ríe ante lo que digo y es un sonido tan armonioso para mis oídos que desprende un suspiro de mi pecho, observo como acerca su perfecto rostro por lo que cierro mis ojos esperando el toque de sus labios en los míos haciéndome delirar por mas, pero en lugar de eso siento pequeños besos en mi cuello provocando que un escalofrió recorra cada fibra de mi cuerpo, sus labios provocan una sensación que me encanta ya que adormece mi piel haciéndola más sensible a su fuerte tacto, percibo como sus besos empiezan a bajar por la separación pechos, deteniéndose un momento para aspirar con fuerza mi aroma, acto el cual provoca que mi respiración se acelere gradualmente, sigue descendiendo hasta mi abdomen y allí levanta mi camisa con una sonrisa juguetona para luego volver a besarme en ese lugar, provocando pequeñas cosquillas y no puedo evitar reírme ante eso, él me observa y suelta una pequeña carcajada áspera. Se levanta, pero yo sigo acostada.

—No trate de distraer a su profesor, empiece a hacer abdominales. —pone su semblante duro pero lo único que puedo hacer es reírme.

—Necesito que me sostengas los pies. — carraspeo mi garganta dejando de reír y flexiono mis pies.

—No tienes ni que pedirlo —dice agachándose para tomar mis pies, los cuales agarra con fuerza.

Esta vez, no es como era antes, él ya no desvía su mirada cuando yo llego arriba, en su lugar me observa fijamente, alentándome en silencio y cada vez que subo le doy un beso en alguna parte de su rostro, aunque mi lugar preferido son sus suaves labios que me animan a seguir.

—Disculpen ¿Interrumpo algo? —escucho la voz de mi superior mientras este nos observa duramente y un escalofrió espantoso aparece en mi cuerpo ante su penetrante mirada.

Él se levanta con seguridad encaminándose hacia mi superior. ¿Cómo podía verse tan seguro cuando yo estaba prácticamente temblando?

—No, ¿se le ofrece algo? —dice con un semblante neutro y lo único que puedo hacer hasta ese punto es observarlos.

—Sólo quería observar cuanto ha progresado. —mi superior me ve seriamente pero rápidamente vuelve la mirada hacia el demonio frente a él.

—Ha progresado mucho, ya puede utilizar unas cuantas armas, sólo le falta perfeccionar la técnica.

—Eso suena bien, suba de intensidad su entrenamiento, una guerra se acerca y necesitamos todos los ángeles que sean posibles, ella incluida.

— ¿Qué? Pero si aún no está preparada. — masculla entre dientes tratando de mantener su compostura.

Puedo ver en su rostro la furia que trata de ocultar, ¿Cómo lo sabía? El mar de sus ojos parecía estar en plena tormenta. Las palabras de mi superior empiezan a revolotear alrededor de mi mente ¿Una guerra? Nunca he estado en una, mi entrenamiento ha avanzado pero no mucho, ¿qué sucedería si muero? El pánico domina ahora mi cuerpo, me rehúso a creer que esto es verdad.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora