capitulo 8

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"La muerte nada en el lago de lo que una vez fue vida"

— ¿Qué haces ahí de pie?

No hace falta que me voltee, para reconocer esa voz, es de James, una de las personas a las que soy más cercano. Él puede ser infantil a veces, es un año mayor que yo, pero parece un niño en ocasiones aunque su lealtad es un rasgo característico que posee.

— ¿La viste? — le pregunto

— ¿A quién? Hace rato estas de pie viendo a la nada, ¿Acaso esas perdiendo la cordura? No me extrañaría. —Se coloca al lado mío, y mira hacia el bosque tratando de encontrar algo con la mirada.

— ¡Había una mujer ahí! ¿Cómo no la viste?

— No, no vi a nadie. Vi que hablabas pero no había nadie más que tú ¿Estás bien?

— ¿Qué? — ¿Cómo no la pudo ver? estoy seguro que no fue una alucinación, se sentía tan real, ella era tan real. Pero analizando, ella es la mujer que aparece en mis sueños. Puede ser que mi mente me haya dado una mala jugada ante la falta de sueño, un momento de locura. A veces siento que la poca cordura que me queda se consume en silencio.

— Te veo mal amigo, porque no entras y yo termino tu ronda.

— ¿Estás seguro? Ayer te tocaba a ti, mejor ve a descansar James

— Tranquilo, al fin y al cabo me iba a fumar un cigarrillo, pero ya sabes cómo se pone "el general" si se entera que estoy fumando adentro. Hago tu ronda y me fumo mi cigarrillo. Dos pájaros de un tiro — Expresó con una sonrisa cómplice.

— Está bien, gracias, te veo al rato.

— Vale. —Saca un cigarrillo de su bolsa mientras se aleja hacia el otro costado del instituto.

Me es inevitable no volver a mirar hacia el bosque, estoy seguro que ella estaba ahí, aún recuerdo su voz mientras pronunciaba esas inentendibles palabras.

Lo primero que hago al entrar al internado es buscar el lugar mas cómodo para dormir, necesitaba cerrar mis ojos y verla nuevamente. Ahora lo siento como una necesidad. Tarde mucho en conciliar el sueño, pero cuándo finalmente lo logré dejé que ese velo negro me llevara por completo.

De inmediato empecé a sentir una helada fría en mi piel, no veo nada, pero oigo los sonidos de los arboles moviéndose. La negrura de mi vista va desapareciendo poco a poco y cuándo finalmente se va, no la veo por ningún lado. Me adentro mas al bosque, tratando de dar con su paradero, sé a dónde dirigirme, al abismo. Siempre se encuentra ahí, al borde de ese infinito hoyo, mirando la profundidad de su caída con anhelo.

Sé el camino de memoria, no tardo mucho en llegar y tal como lo había pensado, ella se encuentra allí, de pie, pero en esa ocasión parecía esperar algo.

— Sabía que vendrías.

¿Co...cómo hablo? He soñado incontables veces con ella y nunca ha pronunciado una palabra, trato de hablar pero las palabras no salen de mi boca, es como si se hubieran llevado mi voz.

— No hables, piénsalo.

— ¿Qué lo piense? ¿Qué diablos?

Hago lo que me pide, pienso en lo que necesito decirle. No funciona, al no lograrlo me frustro, pero sigo tratando hasta que finalmente mis pensamientos son expulsados en el aire.

— ¿Eras tú esa mujer frente al instituto?

Mi voz se oye como eco en el bosque, no viene de un lugar especifico, pero me autofelicito por haberlo logrado.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora