capitulo 4

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Si ven el vídeo, concéntrense en la letra, no pude conseguir un vídeo con solo la letra de la canción.

"El amor ciega la razón y acelera el corazón, pero sin embargo no detecta el dolor"


Trato de correr más rápido sobre el pasto seco causando una ráfaga de viento detrás de mí, usaría mis alas, pero durante una práctica en el aire, una flecha me hirió, pensé que no sería necesario curarla, pero ahora me arrepiento de no haberlo hecho. Tengo que llegar lo antes posible, esto no puede estar pasando, no puede ser verdad o me niego a creerlo, él no se puede ir, no me puede dejar, el solo pensamiento produce en mi un dolor casi insoportable que oprime mi caja torácica dejándome sin aire. Hoy no llego al entrenamiento, lo único que había de él, era una nota en la que decía que lo perdonara pero debía irse. Me reúso a aceptarlo, no lo puedo perder, no cuando él se ha convertido en mi todo abruptamente, sin darme tan solo un segundo para asimilar como serian mis días sin su presencia o acostumbrarme a no ver su cálida sonrisa. Mis pulmones queman por aire pero no me importa, mi oxigeno ahora es él. Me dirijo al lugar donde Asael se hospedaba durante mi entrenamiento, nunca he estado por estos rumbos, así que no sé exactamente donde queda, sólo recuerdo lo poco que él me dijo, mis ojos pican nublándome la vista y un gran nudo se ha formado en mi garganta, no quiero llorar, no quiero ser débil. No debo romperme sin haber recibido el golpe antes.

Lo primero que distingo es un gran y solitario castillo con solo dos torres de tamaños simétricos constituidos de piedra, no sé si ése sea el lugar, pero corro lo más rápido que puedo hacia ese siniestro lugar. La puerta de madera es mucho más grande que yo, estoy a punto de buscar la manera para abrirla cuando me doy cuenta que esta medio abierta, me sorprende pero ignoro ese pequeño detalle ya que el tiempo era valioso por lo que sin pensarlo entro. Miles de pasillos y un salón principal es lo primero que puedo notar, pero sólo en un pasillo se nota una diminuta luz, me encamino velozmente en esa dirección con la esperanza latente que sea él, pero lo que veo al llegar es una chimenea que ilumina toda la habitación arrebatando esa pequeña porción de fe de mi pecho cruelmente, sin ningún rastro de él por lo que vuelvo al salón principal. La desesperación y frustración se apoderan de mí ante la idea de su partida, tal vez llegué demasiado tarde. Mi cuerpo tembloroso busca el suelo en busca de apoyo para gritar su nombre, gritar lo más que me es posible y hasta que mi garganta se desgarre, lo necesito, realmente lo necesito conmigo.

— ¿Qué haces aquí? —Oigo que dicen a mis espaldas ¡Es él! Reconocería su voz donde fuera.

Me vuelvo y él está de pie con una maleta en su mano derecha, me levanto rápidamente, caminando, casi corriendo hacia él y lo abrazo, pasando mis pequeños brazos por su cuello para poder aferrarme lo más que puedo a él, tan fuerte que no podrá escapar, no podrá alejarse de mí.

—Por favor no te vayas. — Mi voz sale entrecortada ya que las palabras quemaban al salir de mi garganta rota.

Agarra mis brazos y con brusquedad me aleja de él con una expresión tan gélida que logra helarme el cuerpo entero unos segundos, sin decir una palabra se vuelve en dirección a la puerta principal y empieza a caminar hacia ella sin mirar atrás. Corro hasta ella y me coloco al frente impidiendo su paso con mis brazos levantados, moviéndose temblorosos por el rápido movimiento de mi pecho, si quiere irse, primero tiene que decirme la razón de su partida, no creo que pueda soportar más de pie, pero lo necesito, necesito desesperadamente saber que hice mal.

Llega hasta donde estoy yo solo mirándome fijamente sin expresión alguna en su perfilado rostro, tiene la misma mirada de cuando lo conocí, fría e inerte.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora