Capitulo 37

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"Huir es saber cuando detenerse" 

Las uñas de Aaron se clavaron en la carne de Kalaia, aferrándose a ella, listo para sentir el impacto que pondría fin a su corta vida. Saber huir es cuando sabemos en qué momento deternos y aun así sentir el pecho hinchado de orgullo al tener presente que dejamos sangre en el camino.

Una gota de sudor bajaba por el costado de su rostro en el momento que los cañones fueron disparados pero luego de eso cayo alrededor un silencio sepulcral junto con una explosión ajena a lo que pasaba allí adentro, derrumbando parte de la puerta principal. Toda la instancia fue repleta de un humo negro que obligo a cada persona a toser violentamente, incluido Aaron quien cayó al suelo de rodillas tapando con la mano su boca, tratando de parar el molesto cosquilleo de su garganta.

Cuando la neblina se disipo lo único que se logro escuchar era un ligero resonar de tacones que se detuvo luego de unos segundos. Una mujer se encontraba sobre los escombros de la antigua puerta con un porte elegante. Su vestido rojo fuego remarcaba muy bien sus finas curvas llevando consigo una cola pequeña que se arrastro junto con ella cuando dio otro paso con unos tacones abiertos altos. Sin embargo su rostro era imposible de visualizar a causa del sombrero negro que llevaba, el cual tenía un velo negro que llegaba hasta arriba de sus hombros.

Cada mirada caía en esa mujer, unos asustados, confundidos, impasibles, desdeñosos o furiosos como Max, los ojos negros del hombre se habían encendido por la ira apretando la mandíbula fuertemente.

— Que pena, creo que interrumpí algo. Déjenme darles mis más sinceras disculpas. —Musita ella con una risa sarcástica, colocando una mano en su cintura mientras llevaba su mirada a Aaron.

— ¿Qué pretendes? — cuestiona Max ásperamente tratando de no arremeter contra ella ¿Qué lo detenía de atacarla?

— ¿Qué pretendo? Oh vamos querido Maxi, creí que tu sabrías. Solamente quiero seguir este juego hasta que sea el momento adecuado para terminarlo. Cuando vagas tanto tiempo en la tierra, tienes que buscar algún entretenimiento ¿no? — una sonrisa maliciosa se había curvado en sus labios rojos debajo de la tela que la cubría.

— Pero...

— Pero nada querido. Yo puse las reglas y tú el premio. —sisea bajando con sutileza y delicadeza de donde estaba hasta tocar el suelo. Acomoda la falda de su vestido antes de dirigirse a Aaron con una ligereza de pies increíble.

La mirada de Aaron no se despego de esa mujer en ningún momento pero tampoco había soltado el cuerpo de Kalaia, sin embargo por momentos debía buscar algo donde apoyarse ya que el veneno de la bala circulaba letalmente por sus venas quitando de a pocos su vida, pero su fuerza de voluntad aun lo mantenía en pie mientras la mujer del vestido rojo se encamino hasta el deteniéndose a solo centímetros de donde estaba. Tendió su delicada mano, la cual tenía unas uñas puntiagudas y negras, con solo ese pequeño detalle un recuerdo vino a su mente. Ella era la que había estado en esa oscura habitación cuando el líquido azabache entro en su cuerpo induciéndolo bajo otro control mental. En vez de tomar su mano dijo:

— ¿Quién es usted? —Su voz sonaba firme pero estaba algo inseguro ante su presencia.

— Creo que no es muy inteligente preguntarle eso a alguien que cubre su rostro. —Murmuró con algo de gracia sarcástica, tomando a la fuerza la mano de Aaron para levantarlo con solo un movimiento. La fuerza que poseía esa mujer logro descolocarlo. ¿Qué era ella?

— No necesitaba su ayuda pero gracias, supongo. — Sisea acomodando el cuerpo de Kalaia en sus brazos, empezando a sudar frio por el malestar de su cuerpo.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora