capitulo 12

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"Lo que menos buscamos, es lo que mas encontramos" 

Luego del altercado tomamos las provisiones que pudimos y nos apresuramos en salir, por miedo a que lleguen más demonios. No sé cómo diablos voy a ir donde el contacto de James. Vuelvo a mirar la dirección que me dio, no está muy lejos de donde nos encontramos ¿Pero que les digo?

—  General. — Mi voz suena algo insegura aunque trato de disimularlo.

— ¿Qué sucede Aaron?

— Necesito ir al baño. — ¿Es enserio? ¡Que astuto! Escucho que dice mi subconsciente con sarcasmo.

— ¿Ahora? Estamos a pocos minutos, aguanta. — Vuelve a retomar el camino y me desespero.

— Tengo que ir ya, antes de irnos comí unos frijoles y creo que estaban vencidos... usted ya se imaginara. — Rasco mi nuca con clara incomodidad, o al menos fingiendo tenerla.

— No puede ser... de acuerdo anda.

— Pueden adelantarse, si paramos puede ser más peligroso y no creo que dure poco... ¡Oh joder como duele! – Sujeto mi estomago y finjo un rostro de profundo dolor.

— Sigamos. — Vuelven a moverse hacia la academia, no sin antes fulminarme con la mirada.

Todos parecen indiferentes a lo que acaba de pasar, menos James que me mira con una sonrisa burlona y niega con su cabeza, aunque logró percibir preocupación en sus ojos verdes.

Espero a que estén lo suficientemente lejos para dirigirme hacia la dirección de ese pequeño pueblo en el que se encuentra la casa. James anoto un poco la apariencia del lugar en el que él estaba. Tardo más de lo esperado, tuve que ir con gran cuidado, ya que al estar solo soy una presa fácil, muy fácil.

Puedo avistar el pueblo, parece abandonado, como la mayoría. Busco una casa con las características escritas en el papel. Lo primero que busco es una casa sencilla de madera, pero hay tres de ellas. Así que sigo con la siguiente característica... es de color blanco, busco entre las tres y solo una es de color blanco ¡Bingo! Me aproximo lentamente observando si se ve algo sospechoso. Estos malditos demonios les encanta vigilar a su presa, acecharla y luego cazarla. Llego a la pequeña choza. Toco la puerta pero nadie responde, inmediatamente me golpeo mentalmente. ¿Qué idiota abriría su puerta? ¿También los recibirá con chocolate y leche? Por momentos siento que estoy perdiendo la mayoría de mis neuronas.

Vuelvo a mirar el papel y miro algo escrito que me confunde "luna roja"

— ¿Luna roja? —Repito en voz baja.

No ha pasado un minuto cuando escucho como abren la puerta. Pero...

Un anciano se asoma y me hace un gesto para entrar, lo cuál hago sin pensarlo. Miro fijamente alrededor. La mayoría de la choza está llena de amuletos algo sucios...creo, hay una gran estantería llena de libros degastados. Casi todos los objetos están llenos de polvos.

— ¿Que se te ofrece? — Dice el anciano mientras se sienta en un pequeño sillón roto

— Quiero preguntarle algo. —Me acerco a él para luego sentarme en un banco de madera al frente de donde él se encuentra.

— Hace mucho que nadie me pregunta nada, seguramente porque la mayoría está muerta, ¿Dime qué es?

— Es acerca del cuarto ángel. — La mención de ello coloca un semblante serio en el señor que ahora me miraba fijamente como tratando de averiguar la razón del porque quiero saber acerca de el.

— Del cuarto Ángel no se sabe mucho, no era alguna clase especial de ángel, la única información es que su nombre era Nahir y fue el creador de la espada Mortem.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora