capitulo 30

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"Palabras directas al alma pueden cegar, pero un corazón roto puede destruir, siendo  dirigido por el rencor y la ira"

— ¿Estás seguro de esto? — dice Issey tendiéndole su guante de oro sin apartar la mirada de Aaron.

— ¿Por qué debería dudar?— toma el guante colocándoselo e inmediatamente este se adapta a su mano brindando un pequeño destello de luz.

— Aaron puede ser peligroso, eres humano. Al menos ella es de esas cosas.

— Mi humanidad es algo que tengo muy presente, pero a veces lo importante no es la fuerza de tu cuerpo, sino la de tu corazón. Lo que interesa es la fortaleza que habita en el deseo de proteger a los que quieres.

— Pero...

— Pero nada Issey, confía en mi ¿sí? — murmura con una pequeña sonrisa ladeada pero conservando la dureza en sus ojos. Algo había cambiado en él ese día, su mirada había cambiado totalmente reflejando las heridas de su corazón y los nuevos muros a su alrededor.

Ella solo asiente alejándose un poco para que él pudiera pasar sin dejar de verlo por el rabillo del ojo. La nube seguía con su mismo volumen así que era cierto que Kalaia lograba controlarla pero no eliminarla. Ahora que lo pensaba era realmente una tontería lo que había dicho, un gas no se podía convertir en un sólido ni comprimiéndolo pero se podía conseguir que llegara a un estado en el que pudieran atacar, o al menos el esperaba eso ya que su otro plan era improvisar. ¿Suicida? Si algo.

Toma una profunda bocanada de aire entrando en la nube que poco a poco empezaba a nublar su visión dejándolo en las garras de la oscuridad por lo que solo le quedaba un camino que tomar.

— ¡Kalaia! – grita tratando de escuchar al menos una señal de ella, era increíble como el simple hecho de pronunciar su nombre quemaba sus labios.

No tarda mucho en sentir unas pisadas apresuradas acercarse a él, dándole a saber que ella lo escucho, por lo que todo su cuerpo se tensa al sentir su cercanía. Ese escalofrió en su espalda volvía a aparecer con su presencia.

— ¿Aaron qué haces aquí? — murmura Kalaia poniéndose de pie frente a él.

— Vine a ayudar.— responde sin poder verla, pero sin embargo no baja la mirada.

— Vete Aaron por favor, este demonio parece inofensivo pero es un asesino silencioso. Primero ciega a su víctima para luego de unos minutos entrar en su sistema pulverizando todo a su paso, sé que no me puedes ver, ya ha empezado contigo, tienes pocos minutos, por favor vete. – dice con suplica en su voz tomando una de sus manos pero él la aparta rápidamente.

— Que irónica es la vida, yo creía que tú eras la única que tenía ese método para acabar con alguien. — cada palabra que salía de su boca era punzante y gélida como el mismísimo invierno.

— Aaron...

— Estamos perdiendo minutos, si dices que me quedan pocos entonces deja de hablar y hagamos algo más productivo que fingir que la cercanía del otro no nos provoca nauseas.

— De acuerdo. — murmura con una voz neutral aunque por dentro se tragara el dolor que sentía al escuchar el odio en la voz de él.

— ¿Cómo lo has estado conteniendo?

— Con descargas eléctricas pero ninguna logra dañarlo lo suficiente.

— Da otra descarga eléctrica. — dice Aaron trazando en su cabeza varias opciones basadas en esa información.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora