capitulo 32

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"la luz no es sinónimo de salvación"

Sus pasos eran fantasmales pero firmes sobre el suelo agrietado, en sus brazos se encontraba el cuerpo de ese pequeño de brillantes ojos verdes que se habían apagado prematuramente. Sus delicados brazos colgaban sin vida moviéndose al ritmo del caminar de Aaron junto con su cabello dorado ahora teñido de escarlata. El resto del camino fue envuelto en un silencio sepulcral ya que nadie quería comentar lo que había sucedido. Algo se había roto dentro de Aaron en el momento que vio la lágrima de ese pequeño resbalar por su mejilla, algo que había terminado de apagar la luz de sus pigmentos grises. Se movía por inercia pero si no fuera por Issey aun estaría en ese lugar arrodillado hasta que su cuerpo empezara a entumecerse. De su mente no podía sacar la imagen de ese ente parecido a Kalaia, nuevamente estaba en esa maldita etapa de negación cada vez que algo manchaba la imagen de ella, ahora solo esperaba sentado que llegara eso que le abriría los ojos incrementando su rencor.

Se sentía cansado pero no físicamente, sino por dentro. Tantos golpes seguidos lo habían derribado hasta someterlo pero sin embargo seguía de pie, no por él. Por los que quedaban, desde donde estaba podía ver la cabellera oscura de Kela moverse entre los brazos de James, sabía que estaba viva pero sin embargo no daba señales de su estado y las venas alrededor de su ojo llegaba a ser preocupantes.

Hace pocos minutos que salieron de ese edificio para terminar caminando en un callejón no muy estrecho pero si extremadamente sucio ya que se podía apreciar hasta sangre seca en las paredes junto con unos arañazos. ¿Tenía miedo? No, ese era un sentimiento que se había disipado en el transcurso del camino por el simple hecho de que ya no tenía nada que perder. Solo tenía que sobrevivir para proteger a los confiaban en él, pero ahora el dudaba de poder hacerlo.

Al llegar al final del pasillo un imponente muro aparece frente a ellos dejándolos sin habla. Era una pared sumamente grande y larga que poseía una puerta de metal con un logo de dos espadas cruzadas y alas blancas detrás de ellas. Desde arriba colgaban seguidamente cables de púas pero por ellos pasaban constantemente destellos dorados que subían y bajaban a una velocidad impresionante. Se podía apreciar que había algo en algún lugar, una torre tal vez, que iluminaba el cielo moviéndose como si de una luz de faro se tratara ¿buscaban algo? Era un lugar majestuoso. Sus miradas curiosas dejan de recorrer el lugar al escuchar como la puerta de metal se empieza a abrir haciendo resonar un fuerte chirrido que ocasiona una mueca en los labios de Aaron mientras Issey se tapaba los oídos mascullando alguna maldición.

Un hombre alto de avanzada edad sale acompañado de dos hombres armados, pero sus armas tenían algo extraño en las ranuras, eran destellos blancos que parpadeaban a un ritmo lento. No pudo pasar por desapercibido el color dorado de sus ojos, con ese pequeño detalle pudo darse cuenta que esos hombres en realidad eran ángeles en su forma física. Trago duro tratando de no mirar de más, había visto muchas clases de demonio pero nunca un ángel. El detalle que mas llamo su atención era que el señor no poseía esa tonalidad en su mirada, los de él eran cafés, profundos y penetrantes con mucha historia en ellos. Poseía una máscara que cubría la mitad de su rostro desde su mandíbula aparentemente constituida de acero negro inoxidable con dibujos abstractos trazados con un color gris. Vestía un traje negro que cubría la mayor parte de su cuerpo a tal punto que hasta sus manos tenían guantes negros de cuero. Lo único que se podía apreciar era la mitad de su cara. Pero para Aaron sus facciones eran conocidas, solamente que no recordaba donde lo había visto ¿o solo estaba alucinando?

— Bienvenidos a Oasis, son bien recibidos en nuestra pequeña morada, debió ser un viaje largo ¿Cuáles son sus nombres?— Pronuncia con una pequeña risa amigable junto con una voz un tanto áspera.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora