"la herida mas profunda es la que no se ve a simple vista"
Despierto adolorido por culpa de la incómoda silla en la que dormí el día anterior. ¿En qué momento dormí tanto? Miro a la mujer que se encuentra a mi lado, hoy tampoco soñé con ella. ¿Cómo pudo terminar en este estado? La miro fijamente apoyado en el colchón, ¿Es en realidad la mujer de mis sueños? Observó su cabello recordando la forma tan armoniosa que tiene de bailar en el aire. Vuelvo a sentir ese escalofrió en mi espalda pero ya es normal, de hecho me gusta, es signo de que la tengo cerca.
Pienso en la noche que la aleje de mí de una forma horrible, ¿Cómo se habrán visto sus ojos ante mis palabras? ¿Qué sentimiento habrá estado impregnado en ellos? Y la pregunta que aún no puedo contestar ¿Por qué yo?
Escucho como tocan ligeramente la puerta, me levanto no sin antes estirarme y maldecir el dolor de espalda. Abro la puerta y es Kela.
— ¿Qué ocurre? — Susurró de inmediato preocupado al ver su rostro pálido.
Ella agarra mi brazo y prácticamente me saca de la habitación de un fuerte tirón.
— Que diab...
— No te acerques a ella, por favor. — Súplica y es la primera vez que veo el verdadero terror danzar en sus ojos cafés.
— Explícate.
— Aaron por favor... — Guarda silencio por un minuto tomando una bocanada de aire. — Ella fue encontrada junto a una espada, su espada, esa maldita arma juro que la vi cuando murió Dylan, esa espada la tenía su asesino. — Habla con suma rapidez pero puedo entender sus palabras teñidas con algo de desesperación.
— ¿Estás segura?
— Bueno... no, tengo cortos recuerdos de esa noche, pero esa espada se encontraba ¡Lo juro Aaron! — Expresa con sus ojos algo cristalinos llenos de emociones dolorosas.
Me da pena verla en ese estado, es como la hermana pequeña que nunca tuve. Así que la abrazo tratando de calmarle un poco mientras una de mis manos acaricia su espalda.
— Tranquila Kela, no creo que haya sido ella, además tienes solo pequeños recuerdos de esa noche, no crucifiques a una persona sin pruebas.
Ella se separa bruscamente con un sentimiento nuevo en su mirada, rabia.
— De acuerdo Aaron, pero si ella fue su asesina, buscare la forma de acabar con ese monstruo.
¿Monstruo? Maldición, ya no se qué hacer, que pensar o como actuar. Tengo tantas dudas en mi cabeza, tantas respuesta que no sé si son ciertas. Una parte de mi dice que todas las atrocidades que he oído son ciertas, pero otra parte se niega a creerlo. Aún me siento cansado, sofocado por todos estos jodidos días, todavía escucho en mi cabeza lo de la muerte de mi padres, pero tomare el mismo consejo que le acabo de dar a Kela, no la crucificare sin saber la verdad, sin saber el por qué tengo esta marca en mi brazo.
Decido salir de la habitación con el deseo de despejar mi mente, también necesito comer algo, ayer se me olvidó por completo alimentarme y mi estómago está protestando por ello.
Llego al comedor y me sorprendo al ver a todos reunidos mirando algo en específico por ende me acerco a donde se encuentran ellos.
— ¿Qué pasa? — Pregunto, tratando de mirar el centro de atención.
Me logro abrir campo entre todos ellos hasta captar una espada resplandeciente, parece hecha del más puro oro. Inmediatamente las palabras del viejo vienen a mi mente ¿Podría ser esa espada?
— ¿Qué haremos con ella? —Dice Max, uno de los hombres con los que nunca he cruzado más de dos palabras.
— No tengo idea. — Dice el general frustrado y por primera vez me sorprende ver que no tiene ninguna solución planteada.
— Esa espada la portaba ella, tal vez sea su único medio de sobrevivir, en el momento que despierte tenemos que devolvérsela —Me dirijo al general aunque alguien más se mete en la conversación.
— Si claro, le daremos un arma como esta a una completa desconocida. — Dice Max con una risa irónica.
— Es más seguro darle esta arma a ella, que una a ti.
— ¿Disculpa? Que insinúas. — Sisea en un intento amenazante acercándose a mí.
— Eres como un mono con pistola, se sabe que va a disparar pero no a dónde. — Sonrió algo burlista e inmediatamente el comedor se llena de risas, hasta el general quiere ocultar la diversión que ello le causó dado que era verdad.
— De acuerdo, pero si algo ocurre tú te harás cargo, Aaron. —Carraspea su garganta para ocultar su risa por el comentario.
— Claro.
Salgo del comedor ignorando por completo que Max había puesto sobre mí y maldigo por lo bajo, al final no pude comer nada. Lo omito caminando hasta mi habitación por algo de ropa, necesito un baño y enfriar mi mente.
Me tomo mi tiempo en la ducha pero ella aparece en mi mente, su imagen que inconscientemente me hace sonreír al saber que está aquí. Suspiro profundamente ¿Qué me está pasando?
Luego de unos minutos retorno a la habitación después del baño, pero antes de entrar veo a James de pie junto a la puerta esperándome. Me acerco a él.
— ¿Qué paso James?
— Toma. — Me tiende un vaso con agua y un pequeño sándwich. —Me di cuenta que no has comido nada. — Sonríe avergonzado y se va rápidamente.
Dejo salir una leve risa al verle correr, él no es de esas personas que hacen estos gestos, así que le avergüenza.
Entro a la habitación tomando un poco de agua, extasis para mi garganta seca. Dirijo mi atención a ella nuevamente, parece dormida, su rostro esta sereno. Coloco el sándwich en la silla y camino hacia la cama, mientras mis ojos se posan en ella, siendo incapaz de apartarlos. Tantas veces quise ver su rostro, así que miro cada detalle de su fina cara detenidamente, aún tiene pequeñas gotas de sangre seca por la conmoción, en el baño que le dieron ayer solo se centraron en limpiar su cuerpo lo más que pudieran pero omitieron otras zonas. Miro el pequeño balde que hay con agua y el pañito que se encuentra en el. Los tomo sentandome en la cama y agarro suavemente su cabeza, empezando a pasar la toalla sobre su hermoso rostro. Lo hago lentamente enfocándome en cada parte, pero hay un lugar que me llama a gritos... sus labios. Aún se encuentran un poco rotos y vuelvo a sentir la necesidad quemando de besarla hasta que estén totalmente curados. Los miro y no puedo aún creer las palabras del anciano, no puedo procesar que esos labios en algún momento formaran una sonrisa perversa, una sonrisa maliciosa que se hacía más grande con el derramamiento de sangre. Observo sus parpados cerrados, recuerdo su hermoso color, es imposible que en algún momento miraran con odio, frialdad, que estuvieran vacios. Tal vez si sea posible, solo que no quiero creer que sea cierto.
Cuando termino con su rostro, repito la misma acción en su cuello y sus brazos. La sigo observarlo y me es inevitable seguir pensando en las palabras del anciano. Su cuerpo no se ve débil, ni delicado. Varias cicatrices lo adornan, tal vez en alguna caída... si claro.
Pero el pensamiento que trato de bloquear con todas mis fuerzas "ella asesino a tus padres". Si pienso en eso, siento odio hacia su persona, pero por alguna razón no es fuerte, aunque me repita esas palabras, no puedo sentir rencor. Sé que esas manos no son las responsables de acabar con la vida de mis padres, lo siento en mi pecho.
Cuando termino de limpiarla la miro fijamente. ¿Por qué aun no ha despertado? La herida no fue tan grave, además tiene buen aspecto y no le encontraron otras heridas.
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Crónica de un pecado (Edición)
FantasiaEn una era donde el infierno se encuentra en la tierra, en la que se ubica una guerra milenaria. Todo ha sido destruido, consumido por las llamas. Los demonios caminan en tierra santa. Los santos se visten de pecadores para sobrevivir. Un tiempo don...