Capitulo 40

165 17 0
                                    


"Acariciame con el petalo de una rosa para no percibir la muerte del alma"





El agua volvía a danzar cristalina alrededor de sus delgados dedos luego de que Kalaia había arreglado el desastre que inconscientemente había causado. Aaron estaba sentado junto a ella viéndola fijamente sin que ella pudiera percatarse de esa pequeña y meticulosa mirada gris que la observaba con adoración. En los ojos de él se arremolinaban tantos sentimientos y uno de ellos era la culpa. Aun no podía olvidar a su reacción cuando la vio luego de despertar. "Eres débil" ¿realmente lo era? Se sentía más decidido ahora pero ¿Qué le aseguraba que no volvería a romperse? Nada.

Kalaia sacude sus manos húmedas levantando la mirada para ver los grandes árboles nuevamente con su vivacidad. Su cabello negro caía en una parte de su rostro, algo ondulado y largo, sin perder la belleza, esa que siempre se hacía presente en ella, destacando en toda esa destrucción y dolor que la rodeaba. Mira a Aaron de reojo, el cual aparta su mirada rápidamente cuando estas se conectan.

— Creo que eso es todo ¿listo? — Cuestiona sentándose un momento en el césped.

— ¿Por qué no lo estaría? Realmente necesito una ducha. —Refunfuña acostándose para fijar su profunda mirada gris en el tono que habitaba en el cielo.

— Queda a una noche de aquí. Claro, si no cambio de localización, me debe un pequeño favor, es hora de cobrarlo. —Se acerca con sigilo hacia el para yacer a su lado llevando su vista a donde permanecía la de Aaron.

El al sentirla a su lado busca con una de sus manos la de ella para entrelazar sus dedos, dándole un pequeño apretón antes de llevar su mirada a la de Kalaia, perdiéndose solo un momento en su tonalidad tan única, soltando un pequeño suspiro.

— ¿Esto tendrá fin? — Pregunta refiriéndose al caos en el que la tierra estaba sometida.

— Toda guerra tiene un fin pero hay eventos que duran para siempre. Tal vez llegue a acabar pero las secuelas que deje, esas son las que permanecerán a través del tiempo, en la memoria de los sobrevivientes. — Responde con seguridad aunque realmente por dentro no sabía si eso llegaría a acabar.

— Hubo un día donde escuche "en toda oscuridad hay luz" y me tomo tanto tiempo darme cuenta que era cierto. Porque aun con todo este desastre logre hallar mi luz, la cual estaba cubierta de sombras. — Los pigmentos grises de sus ojos se habían intensificado a medida que pronunciaba esas palabras, mientras el perfil de Kalaia se reflejaba en su profundo pero claro color.

— ¿Cuál es tu luz?

— Tu

— Aaron...

— No, no digas nada, no necesito oír como tratas de cambiar la imagen que tengo de ti.

— Una errónea...

— Errónea para ti, pero perfecta para mí. Mejor cierra los ojos. —Susurra sentándose en el césped. Sacudiendo los restos de pasto de su espalda, esperando que ella hiciera lo que le había indicado.

— ¿Qué tramas? — Pregunta. Pero aun así sigue sus órdenes cerrando los ojos hasta que sus pestañas tocaron sus pómulos, con algo de curiosidad carcomiendo por dentro.

Aaron deja la respuesta en el aire mientras se ponía de pie para encaminarse hasta donde estaban las rosas. Cuando Kalaia arreglo el entorno, unas de ellas también habían dejado de estar marchitas. Por lo que tomo una, arrancándola con una sonrisa leve en sus labios antes de acercarse nuevamente a Kalaia. Viéndola que aún no había abierto los ojos. En el momento que se posó a su lado aprovecho para colocarse de lado, pudiendo así acercar lentamente la rosa hasta sus labios, proporcionándole una leve caricia con los pétalos, lo cual causo que ella abriera lentamente sus ojos. Fijándolos en él, en su atractivo y varonil rostro que ahora con solo mirar la intensidad que presentaba su mirada, causaba un escalofrió en ella.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora