capitulo 5

588 57 33
                                    

Les recomiendo oír la canción mientras leen este capitulo.

"el dolor mas desgarrador, es el que viene del alma" 


Ahora me encuentro en este lugar por mi propia decisión, si tengo que luchar para estar con Asael no me importa quién pase por el filo de mi espada, prefiero morir intentándolo a huir de ello. La guerra se acerca, la hora está determinada, nuestros enemigos se aproximan a una velocidad impresionante. Asael los conoce, al parecer son un tipo de demonios que solo conocen la destrucción y la muerte ya que para eso fueron creados. Se les llama Eisarck.

Termino de ponerme mis botas ajustándolas perfectamente y meto una navaja en ellas como método de emergencia. Asael me espera en la plaza desde hace unos minutos. Un suspiro pesado sale de mis labios mientras observo la habitación que me vio crecer por si fuera la última vez, aquí crecí por lo que me lleno de nostalgia al saber que hay posibilidades que no regrese nunca más. Saco mis medianas alas blancas y emprendo vuelo hasta donde está él.

Al llegar lo veo alistando todas las armas que llevaremos, las cuales coloca en el pasto para terminar de montar algunas, camino hacia el de forma silenciosa pero rápidamente nota mi presencia sonriendo de manera ladeada, al presenciar esa pequeña curvatura no puedo evitar hacer lo mismo, con solo su sonrisa logro olvidar cualquier preocupación.

Me besa fuertemente en el momento que llego a su lado robándome el aliento como solía hacerlo, ninguno lo dice, pero el miedo se esconde en nuestros labios.

— ¿Lista? — Dice dándome unas armas y entre todas decido ponerme primero el arco ya que es el más liviano.

— Hoy veremos que tan buen profesor fuiste. —Trato de decirlo en tono de burla con una mirada divertida tratando de aligerar el ambiente, él sonríe aunque su sonrisa no llega a sus ojos, se que está preocupado pero intenta disimularlo.

— Y tú que tan buena alumna fuiste, procura llegar temprano a la próxima clase. — Me abraza fuertemente sintiendo el aire abandonar mi cuerpo pero yo me aferro a él de la misma manera.

— Lo hare, estarás esperándome ¿cierto? — mis ojos empiezan a quemar pero parpadeo varias veces para apartar ese malestar, realmente tengo miedo de que algo pueda ocurrir.

— Aquí estaré. Siempre. —Me observa fijamente por unos segundos y una lagrima cristalina sale de su ojo, causando que mi pecho se contrajera, nunca lo vi llorando, jamás lo observe derramar una lagrima, y eso solo hace que mi alma duela como si miles de cuchillas se clavaran al mismo tiempo, no soporto verlo así pero trato de ser fuerte, aunque los dos sabemos que nuestro futuro es incierto, no sabremos que pasara.

— Es hora.

Ninguno de los dos quiere separarse, pero desgraciadamente debemos enfrentar esto de frente. Ágilmente sacamos nuestras alas para dirigirnos al lugar donde se llevara la batalla.

La mayoría de los ángeles se encuentra en posición de ataque, los Eisarck se acercan a una rapidez impresionante, tocamos suelo y guardamos nuestras alas para empuñar las armas. Caminamos agarrados de las manos con los dedos entrelazados, sin importarnos las miradas reprobatorias que nos dan a recibir. Vamos a nuestro lugar mirándonos de reojo y en solo una mirada decimos lo que nuestros labios callan por temor.

La guerra se llevara a cabo en el desierto, es el mejor lugar. Ellos pelean por tomar nuestro territorio, nosotros por protegerlo. A lo lejos se puede ver como se acercan, cada vez están más cerca. Tardan solamente minutos en llegar. Su apariencia es denigrante, en sus rostros yacen varias llagas abiertas con ropas deshilachadas y sucias, portando armas hechas por ellos. Pero lo que llama mi atención es una espada de oro, se hace notar por el brillo que emana de ella, el demonio que la sostiene mira fijamente a Asael y eso dispara una alarma en mi, ¿Por qué esa espada es diferente a todas sus armas? ¿De dónde la sacaron?

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora