Capitulo 35

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"Pinta los pétalos de rojo, con las lagrimas espesas de su alma marchita"

Da un paso hacia atrás alejándose de esa misteriosa mujer que lo veía con gracia sin dejar de lado su malicia, casi podía aseverar que estaba inspeccionando sus movimientos para ver sus reacciones antes de intentar algo. Aaron se detiene al sentir el filo de una mesa golpear su espalda, impidiendo su paso por lo que aprieta los labios en una fina línea sin apartar la mirada de ella, conservando su barbilla en alto.

- ¿Acaso me tienes miedo cariño? No te hare daño. - Masculla la mujer dejando salir una dulce risa que perfora su piel, provocando un escalofrió en su columna vertebral.

- Nada me lo asegura. - Murmura tomando una discreta bocanada de aire para poder recomponer su compostura carraspeando levemente la garganta.

- Confía en mi entonces.

- ¿Me crees estúpido?

- Ya comprobé que no lo eres.

- ¿Quién eres?

- ¿Tu quién crees que sea?

- Te pregunto por qué no se

- O deseas saberlo.

Un suspiro pesado sale de sus labios a medida que dejaba de apoyar la amplitud de su espalda en ese mueble viejo para poder acercarse un poco a ella, con la curiosidad revoloteando por dentro. Aaron había escuchado decir a Max que esa era su prometida pero aun no entendía el verdadero significado de esas palabras o lo que se ocultaban en ellas. La habitación estaba sumida en una penumbra total que le era casi imposible poder distinguir algo por la escases de ventanas. Solamente divisaba una cola de vestido color carmesí en el piso que se movió en el momento que unos tacones resonaron en la piedra, alejándose.

- Es realmente graciosa toda esta situación. Si estás aquí es por Max está alterado, aunque claro no puedo negar que yo también deseo acelerar este proceso pero también me encanta ver la desesperación en las personas. Por lo que tomare solo una parte hoy. - Una tranquilidad peligrosa resonaba en el tono de su voz viendo a Aaron de reojo a través de uno de sus cabellos ondulados a la perfección. Sin que él pudiera ver sus ojos pasaron de cafés a teñirse de un rojo hipnotizante.

- ¿Te das cuenta que no se dé que hablas cierto? Y realmente odio las oraciones a medias. - Refunfuña dirigiendo sus ojos grises a varias esquinas de la habitación tratando de captar algo pero sin éxito alguno, por lo que sentía la frustración apoderándose de su cuerpo.

- A veces lo que más odiamos es lo que recibimos, no todo en esta vida tiene un sabor dulce al paladar. Aun no Aaron, todavía no te tendré en mi lecho ya que serás tu el que llegue a él, un sello de fuego es el único impedimento en este momento, pero cuando tu vida se apague. Será tu alma la que se juntara con mi cuerpo. - En menos de un segundo apareció frente a él quedando solamente a pocos centímetros, lo único que había quedado de ese movimiento era una ráfaga de aire que movió el fleco de Aaron tensando su cuerpo al sentir la cercanía de esa mujer.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora