Capítulo final.

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"La esperanza abraza el alma cuando esta presenta hendiduras de realidad"

— ¡SIGAN BUSCANDO! — el grito demandante de Kalaia hizo retumbar cada pared de ese lugar.
Luego de ese hechizo fallido la ilusión se rompió en su totalidad dejando solo secuelas graves en Kalaia que se obligó a superar rápidamente, más cuando a ella llego la noticia de que Aaron no aparecía por ningún lugar, ni tampoco había sido inducido por la ilusión. Ese pequeño detalle junto al mar de emociones dentro ocasionó que Kalaia se saliera un poco de control con su paciencia escasa, le arrebato los guardias a Ángel para que buscaran en cada rincón de la mansión. Lo que más le preocupaba es que ni siquiera ella podía sentir su presencia allí. Algo no Estaba bien.
— Tranquila preciosa. Necesito mi hogar intacto. — musitó Ángel desde un sillón de piel mientras jugaba con una serpiente albina entre sus manos. Los dos se movían con sutileza.
— No me jodas Ángel. — Siseo Kalaia con sus ojos ya teñidos de escarlata por el enojo que sentía en su interior y aunque deseará negarlo. Esa rabia no era solamente por la desaparición de Aaron.
— Señorita, encontramos esto en el balcón de su habitación. — Pinky camino hasta ella para darle una pequeña nota quemada en las orillas pero conservaba.
Así como el amor sinónimo de muerte de es.
La pérdida va ligada al dolor.
Hace muchos años tus manos quitaron algo ajeno
Pero  ahora eso vuelve a su verdadero dueño.
Te estaré esperando entre escombros querida.
Justo en el lugar donde el destino de Asael hubiera podido ser otro.
Te espero ansiosa.
Issey
Cuando sus ojos terminaron de leer tales palabras su rostro ya no tenia expresión alguna, el pequeño trozo quemado término siendo pulverizado entre sus manos tratando de controlar toda su ira pero hasta sus manos habían empezado a temblar. Desde que conoció a esa mujer siempre supo que escondía algo, la miraba con un odio tan profundo que le era imposible creer que era a raíz de simples celos. Sus indirectas nunca tuvieron nombre pero ahora poseían un rostro. Para ese momento sabia exactamente donde se encontraba e iría a acabar con esa asquerosa mujer usando sus propias manos.
— Hazme un portal. — su voz era casi gutural mientras le exigía ello a Ángel. Quien la miró expectante unos segundos.
— ¿Adonde exactamente? — cuestionó dándole la serpiente a Pinky mientras se ponía de pie.
— Hazlo. Yo sé a donde ir. — volvió a demandarle con clara falta de paciencia en su mirada negruzca.
— De acuerdo, las mujeres de hoy en día no soportan nada. — murmuró algo exasperado tomando nuevamente la serpiente pero está vez saco una daga para abrir al reptil dejando caer su sangre en forma circular. Tiro el pequeño cuerpo empezando a susurrar unas palabras en latín. El líquido escarlata se comenzó a evaporar hasta formar un ligero humo carmesí que pronto se convirtió en un portal con brillantes tonos cálidos que tragaba lo que tuviera enfrente. Por esa razón Ángel se aparto para que Kalaia fuera sin olvidar la mortem.

— ¡Suéltame maldita bruja!

El golpe recibido en la nuca no había podido mantener mucho tiempo inconsciente a Aaron pero si lo suficiente como para que unos demonios con el rostro deformado le tomaran de las manos y piernas sobre una cama de piedra como la que había ese día en que estuvo a punto de matar a Kalaia bajo un control mental, solo que ésta era más antigua. Al despertar él lo primero que vio fue a esas horripilantes bestias junto a la mujer que le buscó en Oasis, solo que esta vez ni la máscara ocultaba su rostro, en el momento en que se dio cuenta su mundo cayo encima. Issey…
Siempre estuvo jugando con él sin que pudiera darse cuenta, esperando el momento justo en que pudiera dar la cara para llevar a cabo su elaborado plan. Allí su confianza fue pulverizada.
— ¿Ahora soy una bruja para ti cariño? Creí que significaba más. — el tono dulce que conservaba fue sustituido por uno en el que solo existía el sarcasmo, malicia. 
Se acerco a donde él estaba con pasos elegantes sobre unos tacones negros de punta alta que iban perfectamente a su vestido, él cual tenía una falta suelta pero rasgada meticulosamente para darle un toque estético mientras su cabello castaño caía liso sobre su espalda con un maquillaje negro que profundizaba aun más la cuenca de sus ojos y resaltaba la finura de sus labios. Su apariencia era totalmente contraria a la que él conocía.
— Lo hacia la persona que conocí en esa casa, no tú. — espetó con enojo teniendo la mandíbula totalmente tensada mientras le veía.
— Somos la misma amado mío. Solo que fuiste demasiado ingenuo pero te agradezco eso. — dejó salir una risa rasposa posándose al lado de él.
— No hace falta restregar que fui un estúpido al confiar en alguien como tu.
— Una pena que pienses eso cariño. Pero hace mucho tiempo prometí que te volvería a ver y lo cumplí. Te hice venir hacia mi. — sus palabras tomaron un significado sombrío mientras sus ojos optaban un brillo de rencor profundo.
— ¿De que éstas hablando? — cuestionó sintiendo como su pecho se ponía altamente tenso cuando ella pozo la mano allí.
— Esa noche en la que salve tu vida ¿la recuerdas? — Finalmente había entrado en el juego que ella tanto deseaba llegar. Ver su rostro cuando supiera todo sería glorioso.
— Habla de una maldita vez. — su enojo fue estimulado por la sonrisa maliciosa y ansiosa que poseía ella.
— Todo fue obra mía. Tan perfecta que ninguno lo supo. ¿Realmente crees que unos demonios de ese rango irían sin un objetivo a esa academia abandonada? No cariño. Espere pacientemente por años hasta que llegó el momento exacto para atacar el lugar donde tu estabas. Pudiendo traerte tanto a ti como a la zorra de Kalaia a mi.
— Éstas mintiendo… — su mente se había bloqueado de una manera que le era difícil procesar la información.
— Aun recuerdo cuando me besaste. Justo en el momento en que Kalaia estaba observando. Pobre… ¡Oh! También lo del cuadro fue obra mía pero ese es un detalle mínimo. Lo mejor fue cuando ese niño apareció, el pequeño Tom. ¿Cómo un niño iba a asustar a un demonio? Fácil. ¡Yo lo puse allí, yo mate a su familia y luego lo maté a él usando un demonio que tomará la forma de su maldita señorita para que muriera con pesar! — cada palabra la escupía entre dientes con un sentimiento de regocijo. Sintiéndose orgullosa de la sangre en sus manos.
— ¡YA CALLATE! — rugió volviendo a forcejear con esos malditos demonios pero ella logro movilizarlo con un solo movimiento de mano.
— Tranquilo cariño. Lo mejor está por venir, verás morir a tu amada para luego yo volver a colocar el destino como debía ser. Junto a mí, junto a nuestra especie. Tenemos un deber, tu querido Asael lo rechazo por meterse entre las piernas de una golfa pero está en mis manos que eso no se repita. — estiró su mano cuando unos pasos con cadenas se hicieron presente provenientes de un demonio que traía en sus manos una espada de oro.
— ¡Eres una maldita enferma! — su pecho subía y bajaba sin parar ante el golpe de emociones que sentía en ese instante. Todas las muertes habían sido por la mujer en la que confió ciegamente.
— Como digas querido. ¿Ves esta linda espada? Es la verdadera. Fue tan fácil cambiarla por una copia exacta mientras ustedes estaban inducidos en ese hechizo. Me encantará ver como Kalaia viene con la falsa. — tomo entre sus manos el arma para acariciarle lentamente con sus largas uñas en punta.
— Éstas jugando con fuego. Un pequeño detalle podría cambiar tus planes para llevarte a la ruina. Tu nunca entenderás que no soy Asael. — siseo con la voz ronca manteniendo una dureza en sus ojos para tratar de oxigenar su mente lejos de todos esos pensamientos.
— Es por eso que cuido cada leve detalle y lo que tu no entiendes es que una parte de él está en ti. Antes de morir el ya te había creado pero esa es otra historia de la cuál no tengo tiempo de contar. — se agachó para dejar un frío beso en los labios de él antes de que este le escupiera. — Disfruta del espectáculo.
Sobre las espesas nubes se podía observar la sombra de unas imponentes alas que generaban una gran sombra por donde estas pasaran tapando los rayos de la luna. En la penumbra volaba Kalaia hasta ese castillo que hubiera podido cambiar su trágico destino. Castillo en donde vivía Asael cuando le entrenaba y lugar en el que ella le retuvo a su lado. Aún en su mente seguían los recuerdos del toque de tus labios pero sus palabras le seguían causando un dolor inevitable que debía ignorar. No cometería el mismo error, no dejaría que le arrebatarán a Aaron también.
Cuando diviso el lugar aumento la velocidad con la que se movían sus alas negras que tenían algo particular por sus plumas doradas en las orillas, las cuales aún conservaba de cuando fue ángel pero éstas eran tan duras como el metal por lo que emitían un brillo por el reflejo de su acompañante la luna.
Toco suelo con fuerza causando una pequeña onda en el suelo, que arrastró tierra hasta la estructura de ese destruido lugar, cada paso que daba venía a su mente ese día en donde corría con desesperación hasta ese castillo. Ese día la puerta estaba media abierta como ese momento, para poder entrar tuvo que desaparecer sus alas, las cuales se convirtieron en humo negruzco que fue absorbido por su piel.
Desde allí podía sentir la potente presencia demoniaca haciéndole fruncir el ceño mientras empujaba la puerta para entrar a la sala principal. No tuvo que buscar mucho ya que frente a ella estaba Aaron siendo sujetado por unos demonios de mediana categoría. Su respiración se puso pesada cuando se encaminó hasta allí pero se detuvo abruptamente cuando vio los ojos en negativa de él, solo eso le bastó junto a la fuerte energía cerca para voltearse, protegiéndose de inmediato con un escudo de energía demoníaca que frenó el filo de la espada de Issey. ¿Era la mortem? Imposible, ella la tenía…
— ¿Acostumbras a golpear cobardemente por la espalda? — cuestionó para que no notara su estado de confusión dando un paso hacia atrás aun con el escudo frente a ella.
— Siempre es el método más simple y efectivo. Pero ésta solo fue una bienvenida, veo que recibiste mi regalo. — señalo burlonamente la espada de oro que portaba ella.
— Maldita perra. — gruño entre dientes colocando su propia mano en la espada tratando de sentir la energía que esta brindaba. No se encontraba, era una copia.
— Bruja, enferma y perra en menos de una hora, que adorable. — sonrió con malicia jugando con el arma entre sus manos antes de encender un círculo de fuego alrededor de Aaron.
— Al más mínimo movimiento y quemo a tu amado. — advirtió antes de sentarse en una silla con la pierna cruzada.
— Tus amenazas son basura para mi. — ignoró sus palabras caminando hasta Aaron el cual solo podía emitir pequeños gruñidos ya que un demonio le había tapado la boca.
— ¿no me crees capaz? Ya maté a tu primer amor, no me será difícil hacerlo con un insignificante humano. — murmuro sabiendo que esas palabras frenarían a Kalaia y tuvo razón.
— ¿Qué dijiste? — cuestiono apretando las manos hasta que sus nudillos estaban blancos.
— Tranquila linda, déjame primero contarte una pequeña historia. — junto sus manos con la sonrisa perversa aun en su delicado pero peligroso rostro. — Había una vez un pequeño demonio que desde que fue creado tuvo una razón de ser y esa fue exactamente proteger a su especie de la extinción. Su compromiso ya estaba ligado a otro demonio de su misma categoría pero este siempre se rehusó, era algo liberal y odiaba la idea de que lo encerraran en un compromiso solamente para procrear. Estando a poco de por fin culminar su unión él fue llamado para que diera unas clases a un ángel. Odió eso al principio como no tienes idea, todo iba bien hasta que él estuvo impregnado de ella hasta la maldita médula. Pero no era estúpido, desde el primer momento supo que su relación era peligrosa y tomo medidas. Dos de ellas están aquí, una sobre esa cama de piedra, otra dentro de ti. A su prometida le enojó totalmente cuando el canceló todo, ella había sido creada por una razón. Ese día en medio de la guerra que puso fin a la vida del demonio. Una espada en especial fue usada, arma dada por un arcángel para matar a alguno de ustedes ¿Recuerdas el demonio que le atravesó a tu amado? ¿Me veía muy fea con esa apariencia? — su ultima pregunta la dijo suavemente para disfrutar de la expresión que tenía Kalaia.
— ¡FUISTE TU! Eres una hija de puta. — no pudo seguir conteniéndose pero una parte de ella le impedía dañar ese castillo. Y la mujer frente a ella lo sabia. — ¡Tu envidia le mato! Eres tan patética que nunca superaste que él no te amará. — escupió con rabia echa lava en sus ojos negros al mismo tiempo que levantaba sus manos para mover el cuerpo de ella, sintiendo como trataba de bloquearle pero se le estaba siendo difícil. Estrujó sus manos en el aire ocasionando que el cuerpo de Issey se empezará a romper desde adentro, arrancándole un quejido de dolor.
— ¡EL MURIÓ POR TI! Eras una maldita niña asustadiza que no le dejaba en paz ni cuando se quiso ir. — siseo con un líquido negruzco saliendo de su boca. — Él desde que vio la espada. — tomo aire para continuar hablando ignorando la destrucción de sus huesos. — Supo que moriría, por eso cuido tu espalda. El conocía mejor que nadie esa espada, se oculto siempre detrás de un ángel ficticio por un convenio ¡ASAEL ES EL CREADOR DE LA ESPADA! Él fue el cuarto ángel, nunca existió pero todos creyeron la historia. Así lo decidió Asael.
— ¡MIENTES! — el piso bajo ellos empezó a temblar junto a su estructura cuando su energía empezó a salirse de control. Se le estaba haciendo casi imposible contener todas las emociones dentro de si que llegaban como cuchillas a su ser, quitándole de los ojos tantas mentiras.
Issey aprovecho ese momento de inestabilidad para crear una onda de energía que tiró con fuerza contra Kalaia hasta lanzarla contra una pared de piedra que atravesó por el abrupto golpe. La mirada de Aaron igual era un mar de emociones pero tomo fuerza en un momento para morder la mano del demonio hasta arrancarle un pedazo de su pegajosa carne dándole algo de náuseas, pero esa simple distracción le ayudo a liberar una de sus manos.
Trataron de volver a sujetarlo pero golpeo con fuerza el abdomen de dos de ellos usando sus pies hasta desestabilizarlos. Su cuerpo estaba débil pero su mente más fuerte que nunca. Los segundos aceleraban su corazón al ver como Issey se sanaba y Kalaia apenas de ponía de pie recuperándose del golpe. Tiro con fuerza de sus piernas sacándolas de sus callosas manos y con una golpe de puño cerrado golpeo al último para dejar libre su último brazo. Pensó en correr a escasez de armas hacia Kalaia pero está se le adelantó lanzando dos bolsas de fuego negro contra dos de ellos hasta pulverizarlos. Un aura espeso había inundado todo en lugar. Ese castillo parecía a punto de derrumbarse. Le observo de reojo con la respiración acelerada pero no era ella. Nuevamente su apariencia demoníaca había aparecido sedienta de sangre
— La perrita sigue viniendo por más. — Issey se puso de pie limpiando la sangre de su boca mientras tomaba la espada con decisión de acabar con ella.
— ¿Eso fue un golpe? — cuestionó con una voz que retumbó en cada estructura, cualquier persona diría que miles de voces estaban en ella por el tono que tenia.
Issey no era estúpida, sabía que en cualquier momento Kalaia daría su golpe final por lo desapareció en un segundo para luego reaparecer cerca de ella empuñando la espada al unísono en que los dos demonios restantes se le lanzaban encima de Kalaia pero fue cuestión de segundos en los que ella mataba a las criaturas, librándose del campo de fuerza que le había puesto alrededor Issey para tratar de inmovilizar a Kalaia, en esos pocos minutos los pies de Aaron se movieron hacia ella para colocarse frente a su cuerpo recibiendo en su pecho el golpe del filo de la espada haciéndole toser sangre con un quejido de dolor.
— ¡AARON!
Su mente en ese momento solamente pensó en el día en que esas serpientes desearon atacar a Kalaia, momento en que él prometió ser su escudo y por primera vez lo había cumplido. Sus ojos grises débiles vieron la expresión dura de Issey quien en vez de sacar la espada la clavo más atravesando uno de sus pulmones. Eso puso fin a su esperanza de vida.
— Igualito a Asael. Una pena. — gruño entre dientes dejando la espada caer mientras ella desaparecía de allí. No se quedaría a contemplar una repugnante escena ya que había conseguido lo que deseaba, acabar con la vida de Aaron. Su plan había tomado otro rumbo pero seguía siendo el mismo.
Sus piernas flaquearon pero antes de caer fue sostenido por unos delicados brazos que le pedían a gritos desgarradores no dejarle, sin embargo eso ya no estaba en su poder.
— ¡Mírame maldita sea! No te puedo perder a ti también. — Kalaia apenas podía sostener su cuerpo. Todo dentro de ella estaba hecho trizas, el destino nuevamente le jugaba de la peor manera. Le fue imposible parar las lágrimas que caían quemando por su rostro.
— Has silencio linda, no puedo dormir. — ni siquiera en su lecho de muerte podía tomarse las cosas enserio. Acerco una de sus manos débilmente al rostro de ella para acariciar su mejilla con una sonrisa cansada. — N-o llores por mi. Este era mi destino pero no el fin de mi camino.
— Por favor resiste, te sanare, pero no hagas fuerza. —la desesperación nuevamente era víctima de su voz.
— No… confía en mí preciosa, ¿recuerdas el sello? Este no es muestro fin. Sólo confía en mi. — Su voz ya era costosa de sacar, ella podía escuchar como los latidos de su corazón iban desapareciendo. Armonía que hace poco escuchaba para tranquilizarle pero ahora eran agujas incrustándose en su ser. Ya no significan vida, ahora eran sinónimo de muerte.
— Aaron…
— Confía… — sus ojos ya empezaban a cerrarse aunque el hiciera un esfuerzo por retrasar lo inevitable. No solamente le pedía a ella que confiará, él también tenía que hacerlo. Eso era lo único que le anestesiaba del dolor de la muerte.
— Confiaré… — era imposible negarse a ese tal punto pero en ese momento era la único a lo que ella se aferraba.
— Bésame. — fue la última palabra que su fuerza le dejo decir a un hilo de perecer.
Kalaia no lo pensó dos veces antes de juntar sus labios temblorosos con los de él para entregarle en un suspiro agónico su ultimo beso impregnado de un sabor agrio por las lágrimas de él, sintiendo la frialdad que empezaba a ser participe en Aaron por la arrasadora presencia de muerte. Cuando el cerró definitivamente sus ojos los latidos de su corazón se pararon por completo dándole campo libre a Kalaia para que volviera a quebrarse sobre el cuerpo de él. Una vez lo había soportado pero dos ya eran demasiado para su torturada alma, dos veces por salvarla, los dos asesinados por la misma espada, pereciendo en los brazos de la mujer que amaban.
El cuerpo de Aaron mostró un pequeño destello dorado antes de que este se convirtiera en cenizas entre sus brazos dejándole nada. El lugar estaba pronto a derrumbarse pero no le importó a ella ya que recogió los pocos restos polvorientos de él en una de sus manos junto a la maldita espada de oro.
Esa noche los ojos de Kalaia volvieron a ver como el mismo mar que arrastró el cuerpo de Asael se llevaba las cenizas de Aaron en sus aguas, pero esta vez al abrazarse ella misma algo mínimo le consolaba bajo la luz de la luna, testigo fiel de su amor y sufrimiento. La cubría lo que aún le mantenía en pie, la esperanza que abrigaba con algo de calidez su fría realidad, una ilusión que no tuvo la primera vez que paso esa misma desgracia frente a sus ojos, esa fe era lo que aun le impedía volver a caer en ese abismo tan profundo y oscuro del que Aaron le había sacado poco a poco. Pero le prometió confiar en su palabra, creía en él. Él volvería.

Nota: Debo decir que me emociona llegar al final de la primera parte de esta historia. Más de un año que di comienzo a este proyecto. Agradezco a todos los que estuvieron Apoyándome en el transcurso. Ustedes fueron parte de mi motivación para seguir escribiendo, así como las personas que se tomaron el tiempo para leerme y quienes me seguirán hasta el final, gracias.

Los primeros capítulos del segundo libro irán siendo publicados probablemente a finales del año, si tengo la posibilidad, antes. Espero que me sigan acompañando en este viaje.

Este libro irá siendo editado pero solo en ámbitos de narración y ortografía. Serán mayormente los primeros capítulos.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora