Un Gusto Conocerle, Señor. (Bill Weasley)

Enmergencia

Narra ___.

Llegó diciembre y con este los exámenes y fiestas.
Ojoloco se enteró de mis notas en la academia y al ver que era bastantes buenas, me ofreció ayudarlo en su trabajo, haciendo pequeños informes, organizando los distintos casos y tal, así, según el, conseguiría quizás puntos extra. Gustosamente acepte la oferta.
Miestras tanto, después de esa maravillosa noche, Bill y yo seguíamos genial. Éramos como más cariños y quizás ya ni estábamos tan incómodos como antes.

Faltaba poco más de una semana para Navidad. Era viernes y Bill me invita a cenar.
A la noche, llovía torrencialmente, pero pude llegar hasta su casa. Desesperadamente toque timbre, llovía mucho, y Bill abrió rápido la puerta. Me hizo pasar y me hice un hechizo para secar la ropa.
Una vez seca le di un beso a Bill.
-Hola.- dije.
-Buenas noches princesa.- él se reia de mi cara y cabello, totalmente mojados.- íbamos a ir a cenar fuera, pero veo que ya no.
-¿Te parece?- pregunté con sarcasmo y una sonrisa. Recorrí con la mirada el lugar, ya no había más cajas y Bill había puesto un árbol pequeño de Navidad.
Fuimos los dos en la cocina.
-Debe haber algo aquí.- dijo él abriendo una alacena. Sólo había un paquete de galletas.
Yo mire la heladera. Al menos tenía algo para tomar y mermelada.
-Como es que sigues vivo.
-Me alimento a base de galletas de chocolate las cuales hunto con mermelada y bebo jugó de calabaza.- dijo nombrando cada una de las cosas comestibles que había aquí.- pero también tengo café.
-Mejor pidamos comida a domicilio.- propuse. Sería mejor que tener que salir. Aparte estaríamos solos escuchando música ¿Habia algo mejor?
-¿No crees que es cruel?
-¿Que cosa?
-Hacer venir a una persona bajo toda esta lluvia.
-Pero... Es su trabajo.
Ambos sonreiamos, Bill lo pensó un rato, se escuchó un fuerte trueno, y luego aceptó.
-¿Que tal... Pizza?- pregunté.
-Nunca comí pizza.
-Pues la amarás, en especial la de queso.
-Okey, confio en ti.
Al cabo de un rato, alguien llama la puerta. Seguía lloviendo.
Bill va abrir, miestras yo buscaba mi dinero muggle. Él entra la caja con la pizza y yo voy a pagarle al señor. Estaba totalmente empapado y tenía mala cara. Le pagué y le dije que se quedara con el vuelto. Eso parecía alegrarlo un poco.
-Adiós, gracias.
-Gracias a usted.
Cerré la puerta y Bill estaba detrás mio.
-¿Porque pagaste tu?- me pregunta, miestras vamos a la cocina.
-Porque tu pagaste la última vez.
-Podía volver a hacerlo.
-Bueno, gracias, pero no debes tener dinero muggle ¿o si?
Y se quedó callado.
Nos sentamos, nos servimos jugo de calabaza y comimos la dichosa pizza.
-Es genial - exclamó Bill apenas mordía el primer pedazo. Y cuando término su segunda porción dijo lo mismo.
-Te lo dije.
Seguimos conversando, escuchando la radio en una transmisión muggle.
Lavamos lo que ensuciamos. El lavaba y yo secaba.
Cuando terminamos lo mire a los ojos y lo abrace. Y me di cuenta que era lo más importante que tenia en mi vida.
El acariciaba mi cabello con una mano y con la otra me atraía hacia el. Bill empezó a moverse al compás de una canción lenta, estábamos bailando en la cocina, abrazados los dos. De pronto me imagine bailando con él en el Baile de Navidad de hace un año. Era lo que quería en ese entonces, y pensar que apenas lo había conocido.
-¿Te quedas a dormir?- me pregunta sin mirarme. Se oye otro trueno.
-Claro... Pero sólo a dormir.
-Como quieras.- contesta y noté como sonreía.
Eran las doce y nos acostamos en la cama. Bill me había dado otra de sus remeras que me quedaban enormes y el se recostó sin camiseta.
Los dos estabamos de lado, enfrentados y nos mirábamos con mucho amor.
-Eres genial- le dije sin pensarlo. El sonríe.- Te amo Bill.- y lo beso en los labios.- Eres... lo más importante para mi.
-Y tu preciosa. No tienes idea de cuanto te amo. Y dejame decirte, princesa, que la primera vez que te vi,- y recordé esa tarde, cuando llegué a la Madriguera.- me gustaste. No lo dudé.- Sonreí recordando como el había provocado lo mismo en mi.
Le di otro beso, tierno, y me acordé de la primera vez que lo besé, hace casi dos meses.
Ambos sonreiamos y teníamos ese brillo en los ojos.
Bill se colocó boca arriba y yo spoye mi cabeza en su hombro y pasé mi brazo por encima de su pecho.
Le di un último beso en la mejilla y cerré los ojos.

Narra Bill.
Escuché un ruido, me desperté sobresaltado. Estaba abrazando a ___, ambos envueltos en las sabanas, con los pies enredados.
Al parecer ella no lo había escuchado y seguía durmiendo.
Empezé a pensar que me lo había imaginado, pero cuando intento volver a dormirme, lo escucho otra vez. Me senté rápidamente en la cama, con mi varita en la mano. Ahora si ___ se había despertado y esta sentada, con las rodillas en el pecho, apoyada en el respaldar de la cama, con su varita apuntando a la puerta de la habitación.
Otro ruido mas. Era algo que chispeaban, ruido de madera, y luego escuche la voz de mi madre, sonaba preocupada.
-Bill, querido.- escuche que venía de la sala de estar. Era la chimenea. Mi madre me estaba llamando. Debía de ser grave, sino no me llamaría a esta hora.
-Tranquila- le dije a ___.
Fui corriendo hacia la chimenea y ___ me seguía de atrás.
Me acerque a la chimenea y vi la cara de mi madre en el fuego. ___ se quedó atrás.
-Bill, cielo. Algo grave pasó.
-¿Que sucede?
-Atacaron a tu padre. Lo llevan a San Mungo ahora mismo. Yo ahora voy para allá, te pido que vallas también.
-Bien...- estaba asimilando lo que me acababa de decir.- Si, si... Iré ahora.
Mi mama desapareció y me gire hacia ___ que tenía una mano en la boca.
-Debo irme a San Mungo.
Me pare y fui hacia la habitación para cambiarme.
-¿Quieres que te acompañe? - me preguntaba mientras ___.
-No, no. Quedate aquí. Te mantendré al tanto.
-¿Seguro?- se la notaba preocupada.
-Si,si. Todo estará bien, ya verás. Te vendré a buscar a la mañana.
Ya me había cambiado. Fuimos los dos hasta la puerta de salida y le di un corto beso a mi novia y desapareci.