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26 \\ Lagrimas \\

El camino en autobús hacia la casa de Chris fue el más triste que jamás Dylan hubiese tenido.

Porque sabía que iba al sitio en el que más deseaba estar.

Porque sería la última vez que fuera.

Sin embargo, el castaño que no imaginaba los motivos de la tristeza del chiquillo, seguía intentando animarle.

Aquello tan solo le dolía más, porque hacía que se diese cuenta de la persona que tenía a su lado, alguien que estaba en lo bueno, y en lo malo, que haría el idiota sin importarle nada más tan solo por sacar una sonrisa de su cara.

¿No merece la pena arriesgar todo lo que tenemos por alguien así?

Claro que lo merecía, y lo haría, haría cualquier cosa por no dejar que aquel vínculo creado entre ellos no se rompiese jamás.

Pero ya era tarde, los errores del pasado estaban ahí y pesaban.

Pesaban demasiado.

-Hemos llegado Dylan.- Le avisó Chris cuando el autobús paró cerca del barrio.

Ambos bajaron de allí. Las calles estaban solitarias a causa del sitio que era y del frío que casi como siempre, hacía.

Chris agarró la mano de Dylan.

Aquello dolió, y mucho.

Cuando subieron las escaleras el chiquillo iba pensando en todas las veces que había venido a este lugar sintiendo una profunda ilusión, un sentimiento que se iba formando en su interior.

Él pensó que conoció el amor con Clarise, pero estaba equivocado.

El amor tan solo se conoce una vez, y con una sola persona.

Existen sentimientos similares al amor, pero no iguales.

Porque amor, es ser correspondido, es amar y ser amado.

Llegaron a casa, Chris cerró la puerta y llevó al chico a su habitación, allí ambos se sentaron en la cama mirándose el uno al otro.

-Iba a echarte la bronca pero... viéndote de esta forma, prefiero que te desahogues.- Dijo mientras entrelazaba sus dedos con los suyos.- Ah espera, tengo algo que quizás te anime.

Chris rebuscó algo en el cajón de su escritorio pues antes de quedar con Hugo se había dado una ducha para cambiarse de ropa.

-Aquí está.

-¿Qué es?- Preguntó el rubio más que desmotivado.

Tan solo quería decírselo y enterrarse debajo de la Tierra.

-Te lo compré para ti, el día que fui con Michael y Lara a comprar el regalo de Patrick

Chris le agarró la muñeca colocando una bonita pulsera de plata en esta, cuando la abrochó, deposito un suave beso en la mano del chico.

-Se que si fuera de oro estaría mejor, pero mi sueldo no me daba para más, tengo que pagar la comida del mes, las facturas de agua y luz... en fin, lo siento mucho.

A Dylan se le saltaron las lágrimas una vez más.

Acabaría deshidratado si seguía llorando tanto.

O al final terminaría madurando y afrontando los problemas de la vida como había que hacerlo.

-¿Qué sucede? Oye...- Apartó el flequillo de la frente del rubio desesperado por buscar la forma de ayudarle.

-Chris es lo más bonito que me han regalado en mi vida.- Murmuró mientras acariciaba los eslabones de esta.- P-Pero... yo no la merezco, ¿entiendes?