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17 // Recuerdos //

Patrick estaba en una casa alejada de la ciudad con Tom, solía llevarle allí algunas veces porque le gustaba estar cerca del lago y de los animales.

Habían acordado pasar el fin de semana juntos,  los padres de Patrick creían que Tom se los había llevado de excursión a él y a Dylan.

Ya era de noche, fuera llovía con intensidad y el muchacho extrañaba la compañía del rubio.

Sabía cuales eran las órdenes, ''no salir de la habitación'', más sentía cierto miedo al estar tanto tiempo allí solo.

Un relámpago estalló haciendo que se fuese la luz en el lugar, Patrick pensó que ya era suficiente, no soportaba ni un minuto más seguir allí.

Encendió la pantalla del móvil para poder alumbrarse mientras caminaba descalzo despacio con cuidado de no tropezar con nada.

El suelo chirriaba bajo sus pies, el viento aullaba entre las ventanas y las ramas de los árboles golpeaban los cristales.

Otro segundo relámpago le hizo dar un respingo.

Llegando al salón principal, aquel enorme espacio con una chimenea y cabezas de animales decorando las paredes a un estilo rústico, algo que él odiaba y que a Tom le era indiferente, pues aquella casa era de alquiler, comenzó a escuchar algunos gritos.

Siguió el camino que le marcaba el ruido llegando a una puerta cuya rejilla estaba alumbrada por debajo.

Se paró a un lado intentando escuchar lo que estaba sucediendo.

— Vamos, di quien te ha contratado.— Insistía Tom con brusquedad y poca paciencia.

Sin embargo nadie respondía, tan solo se oían sollozos posiblemente de algún hombre malherido.

—¡DILO!—Gritó a lo que a Patrick se le encogió el corazón, pensar que allí dentro había una persona sufriendo le hacía sentir demasiado miedo.

Los sollozos ahora eran lamentos, pareciese que le estaban pegando de alguna forma.

—¡Tom! ¡Tom basta por favor!—Chilló Patrick al otro lado de la puerta suplicando porque el rubio saliese de allí y volviese a estar junto a él.

Todo se quedó en silencio.

Se oyeron pasos subir hacia él por lo que se apartó, cuando el rubio abrió contempló al muchacho el cual estaba envuelto en una manta con los ojos llorosos, el rostro pálido y sin dejar de temblar.

—Patrick... te dije que no... bueno.— Sonrió.— No te preocupes. 

Cerró aquella puerta con llave agarrando al chico por los glúteos mientras este se abraza a su cintura con las piernas y a su cuello con los brazos dejando su cabeza caer sobre el hombro de mayor como si de un niño pequeño se tratase.

Ambos fueron de nuevo a la habitación, Tom acurrucó a Patrick bajo la manta dándole algún que otro beso con intención de calmarle.

—Necesito hacer una llamada.— Le susurró al oído levantándose para marcar un número en el móvil.— Eh, soy yo.... Sí, es por ese tipo... No quiere hablar... Casi jode todos los planes de mi padre....Sí.... La empresa corría peligro....Encárgate de él.... Ya sabes lo que tienes que hacer.

Patrick rompió a llorar aterrado, no quería que nadie muriera, por mucho que intentase aceptar la clase de persona que Tom era, no podía.