XIX

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Cuando Hannah se fue, el recepcionista que creía que yo era "Topa" tuvo que haber agradecido a Dios de que yo no haya prendido fuego el hotel.
Estaba furioso, me enojaba que ella me dejara allí después de haberla ido a buscar, después de que pasáramos esos días en L.A., después de haberla traído a éste hotel y, cómo no, pagar todas las cenas que compartimos. Pero lo que más furioso me ponía era que se había ido. Se había llevado la última palabra y me había dejado con la oración en la boca, eso no se le hacía a Dylan O'Brien.

Se escuchó golpear la puerta y eso me despertó de mis pensamientos. Una mucama se encontraba del otro lado sosteniendo la ropa de Hannah.

-Ya está seca y limpia.-Sonrió amablemente, como si estar en ese asqueroso hotel y la lluvia afuera fueran lo mejor que pudo haberle pasado en la vida.

-Gracias.

-¿Ella volverá pronto? Es que comenzó a llover y la vi salir sin ningún abrigo.

-Sí, pronto.

Deje la ropa en una silla y me recosté sobre la cama, empezaba a preocuparme. Era de noche y estaba lloviendo. Ella de verdad se había ido.  ¿Cómo pude dejarla? ¿Qué clase de hombre dejaría que una chica se fuera a caminar por el costado de la ruta en pijama y con lluvia? Al parecer sólo yo.
La llamé, no hubo respuesta. Al diablo con todo, estaba muy preocupado. Hice otra llamada.

-Tyler, ¿todavía tienes el programa para rastrear celulares?

-Oh Dyl, En qué problema te has metido.

Después de convencer a Tyler de que no era nada ilegal, y de que Hannah no era una prostituta que me había robado, él me dio la ubicación de su celular.

Llegué lo más rápido que pude y la escena era horrible. Drogas, alcohol y pelea. En otra ocasión tal vez me habría quedado, pero ahora tenía asuntos más importantes. Entré en la casa donde se suponía había una fiesta y vi el descontrol que había allí. No podía creer que Hannah se encontraba en un lugar como ese. Comencé a preguntarle a la gente si la habían visto, pero ninguno tenía capacidad para responder.

-Es alta, tiene el cabello largo y moreno. Vestía....un pijama.-gritaba para que el grupo de chicas pudiera escucharme sobre la música.

-No, ésto no es una pijamada.-se rió una.

-Pero puedes quedarte con nosotras-dijo la segunda.

-Puedes acompañarnos arriba.

-Tal vez si te quitas la ropa te demos un pijama.-rió la tercera.

Las chicas me rodearon en un intento de sacarme la remera. Yo las empujé para poder salir y vi la puerta abierta de lo que seguramente era la cocina.

Allí había un gordito que parecía estar menos ebrio que el resto.

-No pueden entrar en la cocina.- dijo sin voltear a verme. Estaba ocupado en distribuir drogas en distintos potes.

-Sólo busco a alguien.

El gordito se dio la vuelta para observarme.

-¿Por qué estás sobrio?-me miró extrañado.

-Tú también lo estás.

-Yo tengo que dirigir ésto, ¿cuál es tu excusa?

-No vengo a divertirme, sólo quiero encontrar a una chica.

-Buscas a una chica y dices que no quieres divertirte.- se rió para luego volver a su expresión seria- Tú no estás invitado.

-Tal vez la hayas visto, es alta, tiene el cabello largo moreno, su nombre es Hannah.

Algo en la expresión del chico cambió, era sorpresa. Él la conocía.

-¿En dónde está?

-No se de quién hablas.

-¿En dónde está?-grité.

-Ella está ocupada ahora- rió nuevamente- en el piso de arriba.

Sabía que significaba eso y no me gustaba. Me dirigí hacia la puerta cuando el gordito me tomó del hombro.

-No puedo dejar que te vayas, ella es de Jackson ahora.

No tenía idea de quien era ese tal Jackson pero estaba seguro de que no me agradaba.

En ese momento alguien abrió la puerta de la cocina.

-¡Hey Chuck! Se acaba el fernet, hermano.

El nuevo invitado revisó la heladera y sacó una botella pero estaba ebrio, y eso no era bueno. La botella se le resbaló y comenzó a reír.

-¡Idiota!- gritó el tal Chuck.

Entonces me soltó el hombro y se acercó al tarado que había tiredo la botella, en ese momento corrí lo más rápido que pude. Subí las escaleras como un rayo y me acerqué a las habitaciones. Escuché un grito, era Hannah.

Cuando el gordo Chuck sacó un arma sabía que mi vida acabaría allí y ese maldito se haría famoso gracias a mi muerte. "El asesino de Dylan ...". Hannah fue más rápida. Tomó el velador que se encontraba en una mesita al lado de la puerta y se lo partió en la cara al gordo que quedó inconsciente. Ella era sensacional. Me puse de pie y el chico que estaba con ella, supuse que era ese el tal Jackson, se abalanzó sobre mí. Yo no era bueno luchando, ni siquiera eso, era malísimo. Apenas podía hacer que mis puños pegaran en la dirección correcta, pero le encesté uno. Jackson me dio con los suyos dos veces en mi cara, él si era fuerte. Por milagro le encesté un segundo con toda mi fuerza y cayó al piso golpeando su cabeza con el borde de la cama, y así quedando inconsciente. Eso creía, tampoco quería matar alguien, ya tenía suficientes problemas.
Hannah ya se había puesto su remera otra vez, aunque tenía que admitir que excitaba verla sin ella ¡Concéntrate! Antes de salir de la habitación ella se acercó a Jackson y le pegó una patada en sus costillas.

-Ahí tienes maldito abusador sexual.

-¿Ya podemos irnos?

Pasamos la puerta de la habitación y Hannah entró corriendo nuevamente.

-Toma, Toma- pegando patadas al cuerpo que ni se movía.

Habría dejado que siguiera, se veía adorable y graciosa pero debíamos salir de allí. Fui hacia a ella y la tomé de la cintura levantándola y haciendo que sus piernas patalearan en el aire.

-¡Bájame, déjame llegar hasta diez!

-Creo que con seis son suficientes.

La cargué sobre mi hombro derecho mientras ella me pegaba en mi espalda para que la bajara.

-No puedes dejarlo en seis, sólo se deja en cinco o diez. No en seis.


Holi!!! Amé éste capítulo, no se por qué.

PRÓXIMAMENTE TRAILER.

Enamorada del Sr. O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora