II

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¡Eres una estúpida!— gritaba mi hermana del otro lado de la línea.

—Lo sé, es que estaba tan emocionada por verlo, que no me di cuenta de que él estaba en frente mío.

Eres una tonta, si hubiera estado ahí yo lo habría reconocido si mi hermana estuviera aquí, ya me habría pegado tres veces.

—¡¡Él cambió su voz cuando habló conmigo!! Además iba todo cubierto.

Yo lo quiero conocer, así que ahora vas a salir y recorrer la ciudad en busca de Dylan.

—Bueno, ¡déjame un día de descanso!

_Ya pasaron dos días desde que no lo buscas! ¡Solo tenés 7 días antes de que empiece la universidad!

—Sí, lo busco. Caminé todos lo días. Dylan es el que no sale.

—¿Cómo dormiste ayer en el hotel nuevo?mi hermana decidió cambiar de tema.

—Como nunca.

¡Nunca había dormido tan mal! La cama estaba llena de polvo y no dejaba de toser.
Pero no iba decirlo eso a mi hermana. Mi mamá se preocuparía mucho.

AAAHHH!!Ya sé donde está. Acaba de salir una noticia! ¡Está en el parque Rose!su grito me sobresaltó.

Colgué y salí corriendo. Al parque, llegué hecha un desastre. Estaba sudada y despeinada por el viento. Si Dylan me veía así, seguramente escaparía asustado.
El Rose Park era enorme. Estaba lleno de gente pero el grupo de paparazzi no pasaba desapercibido, logré verlos inmediatamente. Pero no a Dylan. Recorrí el lugar y no vi a nadie como él. Entonces pensé: él no quiere ser reconocido, quiere pasar de encubierto. Tenía que buscar a una persona común y corriente, que vistiera como el Dylan que había visto ayer.
Seguí observando y en una esquina vi un Porsche azul. ¡Era su auto! En el último mes había usado uno así cada vez que se lo veía. Si ese era su auto, él vendría por él para irse.

Continúe mirando el parque sin quitar la vista de aquel auto hermoso y .....caro. Y logré ver la gorra que llevaba aquel chico con el que hablé ayer. ¿Era Dylan? Estaba sentado en un banco, mirando el piso, y llevaba también una bufanda que le tapaba la mitad de la cara.
Me acerqué y cuando estaba a unos pocos pasos, él se paró y caminó hasta el Porsche azul, pero olvidaba la campera en el banco. Sin duda ese era Dylan O'Brien. Tomé la campera y corrí a devolvérsela pero él ya se encontraba encendiendo el motor. No iba a permitir que se fuera otra vez. El auto arrancó y yo me disponía a seguirlo.

El iba por la calle, por suerte despacio, y yo corriendo por la vereda. Entramos en una cuadra donde no había mucha gente, en realidad había tres personas. En el semáforo de la esquina, él se detuvo, y yo continué corriendo. Al parecer, Dylan iba a seguir derecho por lo tanto yo crucé. Pero cuando me encontraba en la mitad de la calle, él dobló y de no ser por mi grito, no se habría percatado de que iba a aplastarme y dejarme como una moneda.
Cubrí mi cara con mis manos esperando ser asesinada por Dylan O'Brien, pero el auto paró tocandome con la parrilla.
El conductor salió del auto y yo no sabía si desmayarme o besarlo.

—¿Estás bien?—preguntó algo asustado.

—Si.— respondí.

Hora de usar mi plan para enamorar a famosos: no te muestres amable, no tienen que saber que por dentro estás loca por ellos.

—¡Mira por donde vas! ¡Casi me matas!

—Pero no lo hice y esa...—señaló la campera—¿Es mía?

Había olvidado que la llevaba en mi mano.

—No, debe ser una parecida.

—¿Sabes quien soy, no?—preguntó mostrando su ego.

—¿Un idiota que casi me atropella?

—Adiós—se subía al auto.

—Espera, te olvidas esto.—Le lancé la campera y él la atrapó.— ¿Puedes darme un aventón?

-No.

Enamorada del Sr. O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora