XXVII

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Después de esa asquerosa entrevista, lo único que quería era pasar tiempo con ella, y así lo hice. Juré que nunca me acostaría con una fan loca, pero Hannah era más que eso. Era diferente y comenzaba a quererla más de lo que me hubiera imaginado.
Cuando me desperté y no la vi a mi lado, pensé que había tenido un sueño pervertido y me había desilusionado, demasiado bueno para ser cierto. Al verla en la cocina me puse realmente feliz, me di cuenta que era lo que la diferenciaba de Britt, a Hannah le caía bien Alf. Una tonta diferencia. Ella me había defendido en el programa, estaba todo el tiempo con una sonrisa, no se alejaba de mí, estaba siempre que la necesitara. Además Hannah no era famosa, no se iría de gira o grabar películas lejos, estaría siempre que yo quisiera.

-Aunque mires la hora cinco veces en el mismo minuto no cambiará, seguirán siendo las cinco y media. - dijo Alf mientras cambiaba de canal buscando algo bueno que ver.

-¿Trajiste las entradas?

-Sí, como pediste.

-¿Primera fila?

-Sí, como dijiste.

-¿Son para hoy, verdad?

-Sí, ¿Seguro que la llevarás allá? No es algo muy normal, quiero decir, se suele llevar a las chicas a un restaurante o al cine...¿Qué no hay nada bueno para ver?- gritó revoleando el control remoto sobre el sofá.

-Ella no es normal.

-Puede ser, sin embargo, no estoy seguro de la idea..- Alf tomó nuevamente el control - creo que dejaré éste canal.

Era Warner, un canal donde pasaban series que, generalmente, los ancianos no miraban. En ese momento estaban pasando The Big Bang Theory.

-Yo sí, y deberías mirar Discovery Channel, no esas cosas, asustas.

Por suerte Mike no llamó en todo el día, ni tampoco escuché malas noticias sobre en mí en la televisión. O tal vez Alf cambiaba de canal cuando era así.
Se hicieron las siete y fui por Hannah, entré a ese maldito pueblo y me dirigí a ese asqueroso hotel. Ingresé y el gordo de la recepción se interpuso.

-No puedes subir a las habitaciones sin reservación muchacho - me observó rápidamente para volver la vista a la computadora- y tú no te hospedas a aquí. Largo.

-Es que vengo a buscar a alguien, está en la habitación 113.

-Si no te hospedas, no subes.

Puse mis manos sobre el escritorio y lo miré fijamente, con odio.

-¿Cómo se supone que iré a buscarla entonces?- dije con el tono más calmado que pude.

- ¿Por mensaje?- respondió el gordo como si estuviera diciendo algo obvio para seguir jugando al pacman.

Hice un ademán de pegarle, que él no percató ya que estaba sumido en el mundo de aquella carita amarilla.

"El barrigón no me deja subir, ¿Estás lista?"

"Bajo en dos minutos."

Llevaba puesto un pantalón tiro alto ¿Así de decía? Y un top. Ropa tan sencilla en ella se veía de maravilla.

-Y bien, ¿A dónde me llevarás?- preguntó cuando ya estábamos en el auto.

-Abre la guantera. -respondí mientras conducía.

Lo hizo y sacó las entradas. Soltó un grito.

-¡Me llevarás a un concierto de los Rolling Stones!

-Sé que no son Miley Cyrus, pero es su última gira y pensé que....

-¿Bromeas? ¡Son la mejor banda de la historia!

-¿En serio te gustan? - No podía creer que la había acertado.

-¡Obvio! Es genial. - se acercó y besó mi mejilla.

Hannah estuvo como loca durante todo el concierto, no paraba de cantar (nada mal por cierto), y gritar "¡Viva el Rock'n Roll vieja!".
Luego del recital caminamos un poco por el lugar y ella me contó que desde pequeña escuchaba ese tipo de música, que estudiaba arquitectura y otras cosas sobre ella. Íbamos de la mano y cuando ella vio una iglesia comenzó a correr.

-¿Qué haces? - pregunté persiguiéndola.

-Debo mostrarte algo. Sígueme.

En la puerta nos paramos y pidió que hiciera silencio.

-¿Qué haremos aquí?

Hizo un gesto para que la siguiera. En la iglesia había un piano, Hannah se acercó a él y sentó en el banquito que estaba al lado de éste. Comenzó a tocar la melodía de una de las canciones que habíamos escuchado en el recital, creo que era Paint it Black.

-No sabía que tocabas. - dije cuando acabó.

-Me gustaría que tú también me contaras sobre ti. - sabía que eso significaba más que sólo saber mi color favorito.

-Ustedes dos, ¿Qué hacen aquí? - una monja gruñó a unos metros de nosotros.

-Yo...solo tocaba el...piano.- respondió Hannah algo asustada.

La verdad, sí era para asustarse, ya que la única luz de aquella iglesia era la de la luna que entraba por las ventanas. Y el aspecto de esa mujer con traje negro no era mucho mejor que el de un zombi.

-Son las diez de la noche.- acotó.

-Ya nos vamos- aventuré.

Salimos de aquel edificio y nos dirigimos al auto.

-¿Qué haremos ahora? - preguntó Hannah.

-Vamos a tu hotel.

Entramos a su habitación y la encorralé entre la puerta y yo. Tomé sus manos entre las mías por encima de ella y la besé. No prendimos la luz pero yo sabía que del lado derecho de la cama, al lado de la ventana, había un escritorio. La llevé allí y cuando iba a sentarla sobre él,
unas cosas que estaban arriba del escritorio cayeron al suelo.

-¡No! - gritó Hannah y corrió a encender la luz.
Su cara de horror al ver lo que se cayó fue inexplicable. Parecía que antes de hacerse pedazos era una maqueta, ahora no era más que cartón, cinta, engrudo y pintura que mancharon el piso.

-Lo siento, yo no...

Corrió a la maqueta destrozada e intentó reparar algo inútilmente.

-Tengo que arreglarla, es para pasado mañana - decía desesperada.

Me sentía como un idiota, había roto un trabajo de ella para la universidad.

-Hannah - me acerqué a ella y me arrodillé a su lado.- Es tarde, mañana la arreglaremos.

-No, no tendré tiempo. Soy una tonta, no me di cuenta. No llegaré a terminarla y reprobaré.

-Eso no es cierto, yo te ayudaré, ahora no podrás hacer nada. Lo harás mejor descansada.

Negó con la cabeza mientras intentaba juntar los cartones y unas maderitas que antes habían sido una linda casa. La ayudé y cuando terminamos de subir todos lo pedazos al escritorio, era una montaña de basura sin forma.

-Vete. - ordenó Hannah mirando con furia a lo que antes había sido su maqueta.

-¿Qué? - la miré extrañado.-¿Me estás echando?

Ella me miró y me empujó hacia la puerta poniendo sus manos en mi espalda.

-Vete.- decía enojada.

Cuando estuve afuera la miré.

-Hannah ¿Qué haces?

Cerró la puerta en mi cara.




Ese gif es mi vida.

Enamorada del Sr. O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora