XLIV

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Solo puedo pedir PERDÓN, no me maten.

Entré a mi departamento y golpeé la silla que estaba más cerca. Un dolor tan fuerte como la vez que me había golpeado con una botella de vidrio la cabeza (en mi cumpleaños anterior) invadió mi pie. ¿Por qué la silla tenía que ser de roble?

—¿Está bien?

Alf se asomó desde la cocina. Llevaba un delantal y debajo un traje. Desde que había descubierto que le quedaba al pelo, no se lo quitaba nunca.

Ahogué un grito de dolor. Alcé el dedo pulgar para que supiera que todo estaba bien, cuando en realidad quería llorar como una niña.
Levanté la silla y me fui a mi cuarto para recostarme un rato en la cama y poder descansar y pensar un poco.
Saqué mi celular del bolsillo de mis jeans y lo revisé:

•Siete llamadas perdidas de Mike.
•Cinco mensajes de texto de Mike.
•Tres mensaje de voz. Adivinen de quién: Mike.
•Otras dos llamadas perdidas de Britt.
•Dos mensajes de Britt.

Esto sucedía cuando yo me olvidaba de hacer algo extremadamente importante, algo como ir a las grabaciones de la película. Sí, de eso me había olvidado.

Le avisé a Mike que estaba en camino y salí a toda velocidad del departamento. El tráfico era impresionante en la ciudad de L.A. y mi celular no dejaba de sonar por llamadas de Mike, el director y Britt diciéndome que me apresurara. Las bocinas de los autos eran todo lo que se escuchaba. El semáforo no cambiaba a verde y la velocidad de los vehículos era más lenta que la de una anciana con bastón.
Cuando estacioné el auto en el edificio, comencé a caminar hacia la puerta y el chico que ciudaba los autos me avisó que llegaba tarde. Como si yo no lo supiera.

—El director estaba muy enojado. Y no querrás saber de Mike. Dijo que tomaría una cierra y que te partería en trozitos y luego, los quemaría y usaría tu dinero para ir al Caribe y enterraría tus cenizas para luego saltar sobre ellas.

Me detuve por un momento.

—¿Eso dijo?

El chico asintió, respiré hondo y crucé la puerta. Llegué al set y estaban grabando Britt y Logan Lerman.
Mike me miró con esa mirada que decía "te cortaré en pedacitos para luego quemarlos y saltar sobre ellos".

—¡CORTE!

El director corrió su vista hacia mí. Ésta era mucho peor.

—¡¿Qué rayos estabas haciendo?!

—Como le dije antes, si quiere, puedo tomar su papel. —aventuró Logan Lerman.

—¿Qué?—pregunté extrañado—Lo que pasó fue...

—¡Cállate! Cierra la boca y ve a cambiarte ahora. ¡Te quiero en el set en siete minutos!

Las grabaciones no estuvieron tan mal, tampoco estuvieron muy bien. Qué digo, fueron un desastre.

—¡O'Brien, ¿Qué haces?!

—¡Esas no es tu línea!

—¡Chico, concéntrate!

El director gritaba cada cinco minutos, Britt me miraba con poca paciencia, Logan no dejaba de ofrecerse para tomar mi lugar y Mike aún consideraba hacerme trozitos.
Al finalizarlas, no estuve más que feliz.

Fui a mi camerino y me observé en el espejo tratando de descifrar lo que pasaba. No me concentraba, me molestaba fácilmente y me hacía falta ella. Lo único que aún me mantenía en ánimo era que cuando llegara a casa, iba a poder relajarme, dormir todo lo que quisiera y mirar la televisión cuanto quisiera.
Al llegar al estacionamiento, entré en el auto, respiré profundamente y arranqué. En realidad, intenté arrancar, ya que al introducir la llave, el motor hizo un sonido extraño y el auto no se movió de su lugar. Un humo negro comenzó a salir del capó.
Comencé a golpear el volante como un desquiciado, y es que estaba verdaderamente desquiciado. ¿Nada podía salir bien en ese día? Me había decidido a ir a buscar a Hannah y ella se había ido, nada más ni nada menos que con otro chico, había quedado como un idiota en las grabaciones y aún me seguía doliendo el dedo pequeño del pie. Por si fuera poco, mi auto se había roto.

Enamorada del Sr. O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora