IV

273 15 2
                                        

La chica del aspecto desastroso estaba a unos pasos.

—¿Cómo demonios me seguiste? Por favor no me digas que viniste corriendo tras mi auto otra vez.

—Además de autos caros como los que usas, existen otros más baratos, como el taxi..

—Ya entendí. ¿Puedes dejar de recordarme que soy un idiota con dinero?— Esa chica comenzaba a impacientarme.—Además deberías darte una ducha, estás terrible.

—Gracias. Pero no, sigues siendo un idiota. ¿Porqué me dejaste ahí parada?

—No iba a subir a una fan loca a mi auto.

—¡Corrí más de 6 cuadras para darte tu campera!

—Eso te vuelve más loca. Gracias por.... ayudarme a bajar del balcón. Adiós. —Me di media a vuelta y me disponía a buscar un lugar donde pudiera almorzar tranquilamente sin paparazzi.

—¿Me vas a dejar otra vez aquí?—Me giré sobre mis talones. No sé que pensaba esa chica sobre quién era yo, pero me estaba enojando.

—No sé qué demonios quieres, pero si quieres, te pago un maldito taxi para que te de tu maldito aventón al maldito hotel donde estés parando.—le grité.

—No quiero tu dinero, y porque sea un hotel viejo barato y no uno de 5 estrellas como el tuyo y  mexicano, no lo hace un "maldito hotel".

—Ya sabes donde me hospedo, puedes esperarme en la puerta todos lo días y molestarme, ahora déjame tranquilo y deja de acosarme.

—¿Por qué te molestaría? ¿Por qué lo haría si tú no quieres?

Esta vez di media vuelta y caminé. Por suerte la chica no me siguió  y doblé en la esquina.
No iba a dejar que esa niña me arruinara ese día.
Era la una de la tarde y no había ningún rastro de gente loca con cámaras a mi alrededor, eso era bueno. Salí de aquella zona cara de la ciudad y me dirigí al pueblo que había visitado unos días atrás. Ese lugar era lindo: no había casi nadie, calles despobladas, tranquilidad. Lo que necesitaba.
Entré en una cafetería y me senté en una mesa alejada de las ventanas. Eso debes hacer si eres conocido por más de un millón de personas. No querrás que un grupo de chicas te reconozca y comience a gritar a través del vidrio mientras tú tomas tu jugo.

Tomé el menú y lo puse en frente de mi cara tapándola. Había comida mexicana, por lo tanto pedí un taco. Y recordé a la chica del aspecto desastroso, "Hotel mexicano" había dicho. Eso quería decir que ella se encontraba en aquella zona. Terminé mi comida lo más rápido que pude y salí de allí. No quería volver a encontrarla. Era la primera vez que había visto a la misma fanática dos veces en el mismo día. Luego recordé que ella sabía donde me hospeda. ¡Ojalá no le diga a los periodistas! Y si entra a mi habitación por el balcón mientras duermo...? Debía cambiarme de habitación.


—Llamé a recepción como me pidió, pero no hay otra habitación disponible en este hotel. ¿Quiere que le haga reservación en otro?

—No, está bien, Alf, asegúrate de tener las ventanas del balcón cerradas. 

—Como usted quiera. ¿Pudo almorzar bien?

-Sí, eso creo. ¿Qué hora es?

—Las cuatro y media de la tarde. Estuvo bastante afuera. ¿Pasó algo interesante?

—No, no pasó nada.

—¿Aún piensa en no asistir al evento de mañana? Es el único del elenco de la película que no va a ir.

—Sí, así es.


—¡Servicio al cuarto!—La voz de una chica desde la puerta del suite me despertó de la siesta. Salí de mi habitación.

—¿Quiere que les abra?

—Sí, Alf, mi pieza está desordenada y las toallas están sucias.—Abrió la puerta y no sabía si tirarme del balcón o tirarla a ella del balcón.

Entraron dos mucamas, una era Alicia (sabía su nombre porque lo indicaba la placa de su remera blanca) y la otra debería de ser la nueva, ya que nunca la había visto en el hotel. Al fin sabía su nombre "Hannah Carpenter" decía la placa. Ahora estaba limpia y parecía que se había bañado y peinado.

—Ella es nueva está en período de prueba. Estará encargada del quinto piso.

—Hola señor O'Brien, soy Hannah.

—Buenas tardes.—respondí con una sonrisa forzada.

Entraron las dos a mí habitación y aparté a Hannah a un lado para hablar con ella.

—¿Qué crees que haces?

—Comencé a trabajar aquí hoy. Necesito dinero para dejar el "maldito hotel" y para la universidad.

—No me molestes niña, haré que te cambien de piso.

—¡Ay qué miedo!—dijo con otra voz-  Tranquilo solo haré mi trabajo.

—¿Y por qué elegiste este hotel y este piso?

—Ya que el aventón va a tardar en darse, necesitaba un lugar en donde pasar el rato. Y dinero, sobre todo eso.

—¿Si te doy tu maldito aventón me dejas tranquilo?

—Hecho.

—¿Por qué cruzas los dedos? Eso es trampa.

—Claro que no.

—Claro que sí.

—Está bien. Hecho.—me dio la mano.

—¿Qué se supone que deba hacer?

—Debes estrecharla.—lo hice.—Mi turno termina a las 12 de la noche.

—Entonces a las 12:00 tendrás, tú maldito aventón.

Ay, hannita ojalá estuviera en lugar!!

Enamorada del Sr. O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora