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Las estrellas indicaban un camino imposible de seguir con la vista, el cielo parecía una cúpula encima de nosotros, y se podía distinguir un epicentro imaginario que hacía girar las estrellas alrededor de nosotros, como aquellas lámparas nocturnas giratorias con formas de estrellas. El oxígeno se percibía tenso y hasta tenía cierto grado de sabor agridulce. Christopher se encontraba acostado boca arriba con los brazos cruzados y yo me encontraba a su lado, abrazando mis rodillas.

-Es extraordinario todo esto -recogió sus rodillas -un país desconocido, con un gusto exquisito por el arte, un país que debe ser un poco de todo, con mucho de pocos -se sentó al igual que yo -¿no es cierto?

-Sí -le dije, como si entendiera. La verdad estaba confundido.

-Tú tienes una historia y realmente me interesaría saberla.

-¿Por qué?

-Porque es lo que hacen los amigos. ¿O no?

-Sí, pero... -quería decirle que no podía confiar en él, no en éste momento, ésta confusión me tiene mal, y él está generando nuevas confusiones, puede sonar muy prematuro, pero es así, los sentimientos se generan de manera natural, poco a poco, tal y como las estrellas brillan en el día, poco a poco, no las ves, no las sientes encima tuyo, hasta que de manera inconsciente su luz se presta delicada a la noche y así las ves brillar con toda su potencia.

-Pero no confías en mi -puso las palmas de sus manos en el frío suelo -está bien, entiendo eso -recogió sus dedos, haciendo un puño -eres mi primer amigo, mi papá me decía que con mi forma de ser no conseguiría amigos, y bueno, tenía razón, la mayoría de los chicos se alejaban de mí.

-¿Por tu forma de ser?

-Sí.

-¿Y cuál es esa forma de ser? -no estaba seguro de querer una respuesta, pero la exigía de igual manera.

-Soy de ese tipo de chicos que...

-Disculpa, no pensé que habría alguien acá arriba -dijo un chico que asomaba su cabeza por la escalera de incendios, llevaba un gorro de lana gris y una barba tupida de color naranja -quería fumar, pero será mejor para después -dicho eso, se marchó.

Christopher se volvió a acostar, pero ésta vez en posición fetal, dándome la espalda.

-¿Estás bien Christopher? -puse mi mano en su espalda.

-Si -se giró y rio -sólo me sentí un poco mareado, pero ya estoy mejor -se levantó y sacó un paquete de su bolsillo -¿Te gustan las galletas de mantequilla?

-La mamá de Luca solía hacerlas para nosotros -miré la palma de mi mano y traté de sujetar un recuerdo que fue llenado por una de las galletas de Christopher.

-Ese chico, Luca. ¿Desde hace cuánto son amigos?

《 ¿Celos?》

-Luca y yo somos amigos desde toda la vida, crecimos en el mismo barrio -observé la galleta, el mismo color dorado, el mismo aroma, pero la forma era distinta -estudiamos en el mismo instituto -sentía que la voz me fallaba, que podría quebrarse al igual que una copa de cristal -ya sabes, esas amistades que se sustentan sólo con miradas y sonrisas.

-No, la verdad no lo sé -sonrió con descaro y luego mordió una galleta -pero me gustaría averiguarlo. Cuéntame más.

-De cierto modo, Luca y yo nos la apañábamos para estar bien -contuve la respiración por unos segundos. Quería que fuera eterno, dejar de respirar para ver qué sucede, pero no pude seguir evitando no respirar, podría parar de hablar pero no pude -éramos realmente cercanos, pasábamos los días juntos, compartiendo frazadas, vulgarmente hablando -reí.

-Resaltas el pasado cuando al principio hablabas de un presente con él -dio otro mordisco a la galleta y pequeños ciscos cayeron en su calentador -¿Por qué?

《Esto se está saliendo de mis manos》

Cerré mis ojos, para poder perderme en la insensatez del momento. ¿Necesito un desahogo? Desde su muerte no eh parado de sentirme triste, eh llorado, pero no siento que el vacío se haya llenado, se siente como una guerra fría, sin motivo, sin razones que dicten un final favorable. Es mejor el silencio.

-Se suicidó hace dos meses -me di cuenta de la situación muy tarde. 《¿por qué le estoy diciendo esto?》-el mundo es incapaz de entender algo que va más lejos de lo que dicta su comprensión, el miedo.

-Eso está mal -Christopher puso la galleta en el suelo y se acercó a mí para darme un abrazo -¿estás realmente bien? -su abrazo se sentía cálido en la fría noche de Crusia. Y yo, inconscientemente, me encontraba llorando.

-Estoy bien -mentí, quería estar bien y me mentía a cada rato para poder creérmelo, pero la verdad es que no lo estaba.

-No lo estás, lloras y no es buen augurio -me abrazó más fuerte -no puedes cargar con el dolor tu sólo, es como torturarse, el ser humano necesita ese desahogo, ese escape de aquella costra que causa el dolor, si quieres llorar, llora, si quieres reír, ríe, si quieres comer una galleta de mantequilla, cómela -se apartó y me ofreció otra galleta -simplemente tienes que hacer las cosas que te hacen sentir mejor, sin remordimientos.

Hacer lo que te hace sentir mejor, sin remordimientos. Pronto me encontré devolviéndole el abrazo y agradeciéndole. Algo tan simple como "hazlo", muchas de las veces, la simplicidad es lo que ayuda, como el caso de la gripa, mandan tantas pastillas y la mejor solución es un buen vaso de limonada caliente.

-¿Qué me ibas a decir antes? -hice énfasis en el momento antes de que nos interrumpieran.

-No tiene importancia, de verdad.

-Christopher, por favor.

《 ¿Qué quiero escuchar?》《 ¿Una declaración?》

《 ¿Qué me pasa?》

Christopher buscó mis ojos y yo simplemente no puedo verlo a los ojos sin saber la razón -Soy de aquellos chicos que no diferencian las cosas malas de las buenas, es lo que dice mi hermano.

-Yo no creo eso -llevé la galleta de mantequilla a mi boca -eres como eres y eso está excelente -mordí la galleta -excelente como ésta galleta.

Rio -las preparé yo -se levantó y me ofreció su mano para ayudarme a ponerme en pie.

El tiempo pasa de manera graciosa, pasa sin dar aviso, pasa y cuando lo disfrutas no lo sientes, es como una buena broma. Hace apenas unos minutos eran las nueve y diez, y ahora son las once y treinta y dos.

-Gracias.

-Gracias a ti, por ser mi amigo, ya sabes.

-Sí, creo que lo sé -di el último mordisco a la última galleta -ya es tarde, va siendo hora de que regrese.

-Sí, mañana hay que ir a ver las cosas de las becas -sacudió su calentador con las palmas -¿te paso viendo temprano?

-Sí.

Las cosas pasan, de manera natural, como los sentimientos.
Simplemente sucede, y como todas las cosas irracionales, en un abrir y cerrar de ojos suceden, bastó sólo unas horas y siento que ya me estoy enamorando. ¿Está eso mal?

☆voten por favor☆


Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora