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Habitación 1002, en el décimo piso. Mi habitación está frente a la de Christopher, como habíamos llegado tarde no teníamos opción de elegir nuestras propias habitaciones, sólo habían dos camas disponibles y bueno, cinco habitaciones en cada piso, una hostal de diez pisos cerca de la bahía y a veinte minutos de la universidad.

-Qué suerte -dijo Christopher -al menos estamos uno frente al otro.

-Sí, aunque hubiera sido ventajoso tener a un amigo como compañero de habitación -hice una mueca de decepción -¿No crees?

-¿Vas a dormir ya? -se frotó las manos y luego las frotó en su pantalón de mezclilla café -me enteré que hay una terraza que está abierta al público.

-¿Sugieres subir?

-Quiero subir -confirmó.

Miré sus ojos, esperaba una respuesta de confirmación y aunque denotaban cansancio, quería pasar lo que queda del día conmigo.

-Está bien -sonreí y bajé la mirada.

-Quiero ducharme - giro su cuerpo para ponerse frente a la puerta 1001 -¿nos encontramos arriba en una hora?

-Bueno -le di la espalda y al girarme nuevamente para verlo ya no estaba.

Al entrar a la habitación, la oscuridad infestada por la luz de una pequeña lámpara de mesa me mostró dos camas, una encima de la otra, como literas, dos escritorios, uno ya instalado con libros y máquinas y el otro totalmente vacío, un balcón en medio del cuarto con salida y vista a la bahía, un poster de una banda de rock en la pared posterior del cuarto y a un chico sentado justo en la mitad de éste.

-Hola -dijo el chico cruzando los brazos -llegas tarde -cerró los ojos -es temprano para que llegues tarde.

-¿A qué te refieres? -bajé la maleta ubicándola a un lado de la puerta.

-Lo siento pero no puedo hablar con extraños -se dio la vuelta arrastrando su trasero.

-Pero si el que me habló fuiste tú.

-¿Tienes pruebas?

-Mmm...No, pero lo sigues haciendo -se quedó inmóvil haciendo sonidos con la garganta, sonidos que al rato se tornaron molestos -me llamo Damian Patters.

-Rocco Vilueta -se levantó de un salto e hizo reverencia frente a mí -artes escénicas.

-Yo soy de artes literarias -le correspondí la venia -¿hace cuánto llegaste? -me abrí paso para acercarme al escritorio vacío y ubicar algunas de mis cosas, tenía que hacer tiempo, son recién las ocho y veinte y tendría que estar con Christopher a las nueve y veinte.

-Querrás decir ¿hace cuánto no llegue?

Su táctica y su forma de hablar me confundía, sabía lo que quería decir, pero de igual manera me confundía -exacto -dije abriendo los cajones para verlos vacíos.

-Hace una semana que no estoy aquí -se sentó en el escritorio que ya estaba ocupado -yo dormiré en la cama de abajo si no te molesta.

Las camas estaban intactas, el plástico que las cubre no había sido retirado, no había señal de que alguien hubiese dormido en alguna de ellas -dices que llegaste hace una semana.

-Si -jugó con sus pies en el aire.

-Y las camas están intactas -me encorve tomando una postura incómoda en el escritorio -¿dónde haz estado durmiendo?

-En el suelo -señaló unas colchas dobladas bajo la cama -no me parece justa aquella democracia de "el que llega primero se queda con la mejor cama"

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora