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Regresé a mi habitación, no quería bajar, no tenía ganas de hacer nada, me encontraba en un estado derrotista, lo único que quería era recostarme en la cama y ser tragado por la oscuridad de la noche, ser arrastrado por el sueño y despertar la mañana siguiente con el frío invierno.
Entré al baño a tomar una ducha, me desvestí y me vi al espejo, en éste momento no me veo como usualmente me veo, en éste momento no soy quien realmente soy, acerqué mi cara al espejo para ver si el cambio era físico pero no era eso, luego me miré de cuerpo completo, definitivamente el cambio no era físico, ¿Pero qué era? Entré a la ducha sin prender el agua caliente, quería sentir las millones de agujas perforando mi piel, algo innecesario pero necesario a la vez. Cuando por un momento, te ves al espejo y ves que careces de humanidad, tomas cualquier medida para sentirte con vida, puede que ésta sea la manera más absurda pero no tengo de otra.
El agua caía en mi rostro y luego descendían por mi pecho y columna vertebral hasta caer al suelo, miré mi reflejo en los azulejos negros del baño, aquella sombra sin forma seguía ahí, intenté tocarla con mi mano para sentir algo aún más frío que yo, el miedo a olvidar. Comencé a llorar, tengo miedo a todo, me siento confundido y zarandeado por una corriente mortífera y tengo que nadar y mantenerme en la superficie cuando en verdad sólo quiero hundirme y ser tragado por la tormenta. Me estaba entrando un ataque de desesperación por todo y no tenía a Luca para que me cantara. Intenté cantarla yo, pero no podía, el miedo, el pánico y el frío no me dejaban hacerlo. Ya no tengo a Luca, se fue y no regresará, se fue y me dejó, lo detesto por eso. ¿Lo detesto?

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-¿Qué piensas de la muerte? -preguntó Luca.

-Eso es un tema demasiado fuerte para un desayuno.

-Puede ser.

En ese tiempo no pude ver lo que me deparaba, lo que había tratado de advertirme, pensé que era una pregunta inocente, pero esa nunca fue inocente, quien piensa en la muerte y lo comunica de manera directa es porque piensa en llevarla a cabo, me costó darme cuenta de ello. Me costó mucho.

-¿Y ahora que vamos a hacer? -pregunté mojando mi galleta en el café -no vas a regresar a tu casa.

-Tengo que hacerlo, no tengo donde más ir.

-Puedes quedarte aquí, sabes eso, el tiempo que quieras.

-Lo sé, pero el muerto y el arrimado a los tres días apesta, es lo que dice mi mamá.

-Pero tú no eres ni un arrimado.

-El hecho de que tus padres casi no pasen aquí no quiere decir que tienes la libertad de traer a quien tú quieras.

-¿De qué estás hablando? Eres Luca, mi mejor amigo por años, ellos te conocen, hasta haz organizado mis fiestas de cumpleaños con mis padres. No traigo a quien yo quiera te traigo a ti, a quien amo.

-Basta Damian.

-¿Basta de qué?

-Basta de todo esto -golpeó la mesa y provocó que las tazas de café se voltearan, yo me asuste -lo siento -dijo.

-No te preocupes, yo recojo.

-Déjame ayudarte.

-¡Que así está bien! -me levanté de la silla y fui a ver la esponja para recoger el café derramado -cómete las galletas o se harán rancias.

-Es mejor que me vaya -me levanté y me ubiqué frente a él.

-Tienes que comerte las galletas, tener algo en el estómago te ayuda a pensar mejor.

-Tienes razón -regresó la vista a las galletas y se llevó dos a la boca, se las comió de un solo bocado.

-Tenemos que hablar con tus padres, si quieres te acompaño.

-¡No! -gritó -ni se te ocurra.

-¿Por qué? Estamos en esto juntos.

-No Damian, no puedes.

-Aunque no quieras iré contigo -Luca se levantó de la silla y me agarró el cuello de la camisa, me sentía amenazado, podía golpearme en cualquier momento -¿me vas a golpear? -estaba asustado pero me mostré calmado -si quieres hacerlo hazlo, pero no te servirá de nada, golpear no soluciona nada -Luca comenzó a llorar nuevamente, yo lo abracé -está bien si no quieres que vaya contigo, perdona si te presione mucho, es sólo que me preocupa tu bienestar, me importa mucho más que el mío. Si algo te llegase a pasar no sé qué haría, me volvería un psicópata loco -Luca rio.

-Fue lo mismo te dije cuando ese idiota de Lento te arrastró por la escuela para golpearte.

-Lo sé, tu estuviste ahí para mí, permíteme estar ahora para ti -Luca me soltó, me besó la mejilla, me abrazó y se marchó.

-Tengo que hacer esto sólo -no pude detenerlo, no pude ir con él, no pude ayudarlo.

No pude ayudarlo a él, ni siquiera puedo salvarme a mí.

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Estaba todavía en la ducha, temblando y con frío, mi cuerpo exigía hipotermia.

-Damian ¿Estás ahí? -era Christopher. No respondí, simplemente salí con la toalla tapándome -Estás morado ¿Qué te pasó?

-Nada -saqué el calentador azul de mi maleta y me lo puse sobre la toalla para evitar desnudos.

-¿Cómo que nada? Estás morado, temblando y helado -me abrazó por la espalda, yo no tenía camisa -dime por favor. ¿Ese poema te puso así?

-Creo que sí -sujeté sus brazos sobre mi pecho -tengo que contarte algo -le conté lo de Luca, no el romance, sino la desdicha, el romance entre Luca y yo se quedará en mí y en nadie más.

-Luca...ese fue el nombre que dijiste la primera vez que nos vimos.

-Lo siento por eso.

-No, no, no, ahora entiendo -me abrazó con más fuerza -debió ser duro pasar por todo eso.

-Lo fue, lo es todavía.

-Pero eso de llevar tu cuerpo al extremo del sufrimiento no es sano.

-No fue a propósito -extraño a Luca, lo extraño tanto.

-Seguro -me giró, agarró un suéter celeste y me lo puso -permíteme ayudarte.

Ambos nos acostamos en mi cama. Las escenas de mí y Luca pasaban frente a mí, como un caleidoscopio de memorias. No quería llorar pero ya me encontraba haciéndolo. Todavía no supero su pérdida. Y duele como la primera vez -¿Dónde te habías ido? Te estaba buscando -traté de parecer más calmado.

-Perdona, es solo que...no sabía tu situación con Luca, pensé mal.

-¿Qué pensaste?

-Nada importante, perdona por dejarte. Una mala jugada de mi mente.

-No lo hagas de nuevo.

-No lo haré.

Estábamos acostados en mi cama, él abrazaba mi espalda, paseaba sus frías manos bajo mi suéter para quedarnos dormidos después de un beso que él me dio en la nuca.

Esa fue la primera noche que no tuve sueños con Luca, no soñé nada.

Es raro como se pierde éste juego de amar al enemigo, la vida y el mundo tienen esa ventaja a tu favor, pueden quitarte lo que más quieres cuando ellos deseen, pero una derrota no significa darse por vencido, sigo luchando contra eso y ahora lo tengo a él, no sé si sea lo correcto, lo siento así, pero eso no lo decido yo, es algo que está fuera de mi alcance, ya lo intenté una vez y fue doloroso, pero estoy dispuesto a descubrirlo.


Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora