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Un aire que no asfixia, un aire que no sofoca. Estaba de vuelta en Crusia, aquella isla con el malecón lleno de gaviotas y cometas, aquella isla condecorada por sus artistas, aquella isla donde me enamoré.

Nuestro vuelo llegó a las siete de la noche, Rocco y Alicia nos habían ido a ver para recogernos y llevarnos a las nuevas instalaciones de estadía dentro de la universidad. Al haber aprobado el primer semestre se nos otorgaba una habitación en los edificios internos. Por fortuna, o por juego de la providencia, o por artimañas de la providencia, o por jugarretas del mismo Rocco me toca compartir cuarto con él, otra vez, no me quejo, me gusta su compañía, es como el compañero perfecto en todo lo que cabe la personalidad de él, su áspera, poco convencional y sentimental personalidad. Desgraciadamente a Graham lo mandaron a un edificio distinto al mío, situado frente al mío. Los edificios interinos son, literalmente hablando, uno al lado del otro, desde la ventana de uno puedes ver el dormitorio del mismo piso del otro edificio. Mi dormitorio estaba frente al de él. Jugarretas de Rocco también.

Esa noche dejamos las maletas en los dormitorios y salimos los cuatro: Rocco, Alicia, Graham y yo, a caminar al malecón. Quería contarles lo que Graham y yo teníamos, estaba emocionado por decírselo a ambos. El viento llenaba mis pulmones, los llenaba para vaciarlos en cada suspiro que daba con el propósito de cobrar valentía y de calentar mi cuerpo. Alicia nos comentó sobre la nueva obra de teatro que tiene que planear, que tiene que escribir un dialogo y ponerle música de ambiente; Rocco inmediatamente me pidió de favor que lo ayudara con el libreto y el dialogo, y a Graham con la música. Yo acepté inmediatamente al igual que Graham, todos cuatro nos emocionamos por la idea, <<esto podría ser un gran éxito >> pensé. Y fue ahí cuando les conté lo mío y lo de Graham.

-Muchachos...tengo algo que decirles –dije, miré a Graham y él asintió –no soy bueno con las palabras cuando salen de mi boca, de manera que si llego a decir algo que no se entienda no me pidan que lo repita por favor.

Rocco me miró preocupado -¿qué es Damian? No me hagas preocupar.

-No es nada malo –dije nervioso.

-Entonces dinos –dijo Alicia ubicando su mano en su hombro –sea lo que sea ten presente que te apoyaremos.

El miedo me carcomía por dentro, no es que ellos dos sean amigos de toda una infancia, de esos amigos que han dormido en tu casa ni que conocen a tus padre, no lo son, sin embargo, la confianza que he depositado en ellos a lo largo de estos meses puede compararse con años de amistad con una persona. Puede que ese sea uno de los dientes del miedo, confiar en ellos y después...

-Amo a Graham –dije casi gritando. Al rato me di cuenta de lo que había dicho y comencé a sentir la cara caliente. Ciertamente había pensado en decir que Graham y yo éramos novios, o algo por el estilo, pero de mi boca salió que lo amaba. Mi estúpida boca se precipitó y se adelantó a lo que mi mente quería decir.

-Maldita sea –dijo Rocco. Me sorprendí al principio, me asusté, pero al verle la sonrisa dibujada en el rostro me calmé –maldita sea Graham, me lo ganaste –dijo. Había sido de sus bromas pasajeras, de esas que preocupan para luego tener un chisto en el epilogo del momento.

Reí, Graham rio nervioso, Alicia rio de manera delicada y Rocco a carcajadas.

-Me hiciste asustar –dijo Graham.

-Tú no me hables –dijo Rocco enojado. De broma –mentira –rio. Puso su brazo en la espalda de Graham y soltó una amenaza –si lo haces sentir mal, si lo haces sufrir o llorar, o si provocas que se encierre en el baño a hacer cosas que no debería, o si provocas que él llegue a pensar cosas que no debería pensar, juro por el nombre de la entidad de allá abajo –señaló el suelo, dando referencia a Hades –juro que Alicia te matará.

-¿Y yo por qué? –dijo Alicia golpeando el hombro de Rocco.

-¿No fue en eso lo que quedamos? –dijo Rocco justificándose.

-Claro que no –dijo Alicia –habíamos quedado en que tú lo matabas y yo enterraba el cuerpo –Graham se tensó al escuchar eso.

-No les hagas caso –le dije finalmente –no lo dicen enserio.

-¿Seguro? –preguntó en un susurro a mi oído.

-Cien por ciento seguro –agarré su mano.

-Pero hablando en serio Graham, no te atrevas a hacerle daño –dijo Rocco –no prometo matarte, pero si tengo que golpear a alguien lo haré, no permitiré que le vuelvan a hacer daño a mi mejor amigo.

Su mejor amigo. Rocco me consideraba su mejor amigo. Hasta cierto punto escuchar eso me tranquilizo y me emocionó a la vez.

-Juro por el de abajo –dijo Graham señalando el suelo, haciendo referencia al mismo dios del inframundo –que nunca voy a lastimar a este hombre –sujetó mi mano, la llevó a su boca y besó la unión de nuestros dedos.

Rocco sonrió plácidamente, estaba satisfecho.

-Vamos a comer al Charles Brownwin –propuso Alicia –yo invito.

-Me parece una buena idea –dijo Rocco –en especial porque tú invitas.

-Pero con tu dinero –dijo Alicia agarrando la mano de su amado y despegando a correr. Graham izo lo mismo, me miró, sujetó más fuerte mi mano y echó a correr arrastrando mi cuerpo detrás de él.

Corrimos, corrimos y corrimos, la brisa despeinaba mi cabello y lo obligaba a quedase hacia atrás, mis piernas, no las veía correr pero sabía que si paraba de hacerlas mover iba a dar un traspiés y caería inmediatamente. Sentía como mi respiración se aceleraba, como mi corazón revolucionaba, toda esa descarga de adrenalina.

Luego vi a Christopher. Él me vio y se detuvo al ver mi mano trenzada con la de Graham. Su rostro...algo dentro de él se rompió y pude verlo en su rostro. Yo simplemente no pude darle la atención correspondiente, Graham seguía jalando mi cuerpo hacia el restaurante. Ya casi llegábamos. Di una ojeada hacia atrás, Christopher estaba aún ahí, mirando directamente como me alejaba. No sé qué pasó conmigo en ese momento, algo dentro de mí, algo dentro se rompió a pesar que pensé que ya lo había recompuesto. Algo con respecto a él que todavía siento. No debería pensar en él, él me lastimó pensando primero en él, él me lastimó ignorando los pedazos de mi que había dejado botados, pedazos de mí que se desprendían por cosas que él hacía, por cosas que no hacía, por cosas que decía, por cosas que no.

¿Por qué sigo pensando él? Lo hago de manera inconsciente ¿Por qué cada vez que lo veo vuelvo a sentirme así? Como si fuera de él ¿Por qué a pesar de todo sigo sintiendo algo por él? Es probable que lo siga queriendo. Pero es absurdo, no debería, tengo a Graham, él me ama, yo lo amo; no le tememos a nada, aunque lo hagamos, son menos los temores que sentiría si estuviera con Christopher. ¿Por qué lo comparo ahora? Como si tratara de sumarle puntos o restarle. <<Damian, deja de pensar en Christopher, él no te ama, él no puede amarte, él te lo dijo>> <<piensa en Graham y en lo mucho que te ama, lo mucho que dices amarlo>> <<no dejes que las palabras pierdan su valor, mira al frente y no pierdas de vista lo que ya tienes>>

-Llegamos –dijo Rocco jadeando.

-Mesa para cuatro –dijo Alicia al mesero.

-¿Qué te sucede? –preguntó Graham tragando saliva.

-Nada –dije. Recordé lo enamorado que estaba de Graham, sonreí, lo besé –te amo.

-Yo también te amo –me abrazó –entremos.

Antes de entrar di un vistazo hacia atrás. Él ya no estaba.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora