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Víspera de navidad con horas a contra reloj, faltaban treinta minutos exactos para navidad, había quedado en ir con Rocco y Alicia a una pequeña reunión en el edificio de las mujeres pero las ganas que tenía se me fueron al recordar que sería mi festividad favorita sin Luca. Ahora me encuentro acostado en el suelo con una hoja de papel vacía y un bolígrafo esperando a que las cosas llegasen como ideas en la ducha, pero se tomaban su tiempo, afuera, las luces de los faroles apenas se veían, la tormenta por las noches es peor, había toque de queda pero nadie lo respetaba, incluso los niños salían a jugar a armar muñecos de nieve y a hacer figuras en la nieve que luego llamarán ángeles. La velada conmigo variaba de tonos negros y blancos, los colores de una típica navidad triste y todo lo depresivo que puede llegar a ser una festividad alegre, es impresionante la cantidad de cosas que uno puede llegar a recordar cuando menos lo quiere, pero es así la mente humana, ves una película de terror, al principio le atribuyes todas las cosas extrañas que suceden a la paranoia para luego ver fantasmas, vampiros, zombis y puede que también hombres con cabeza de mosca, de esos que me aterran a mí, por consiguiente, cuando alguien intenta no recordar algo es cuando recuerda todo y cuando quiere recordar algo en específico se le olvida todo. Y aquí estoy, diciéndome -no estés triste -sin embargo lloro sin lágrimas en los ojos.

-¿Damian? -soñaron cuatro golpes en la puerta después de decir mi nombre.

-¿Quién es? -quería que fuera Christopher, una gran parte de mi lo extraña pero lo odia también.

-Soy yo, Graham.

-Hola Graham -no era quien quisiera que fuera, sigo esperado a Christopher, a quien no me quiere cerca.

-¿Puedo pasar?

-Supongo que sí -me levanté del suelo y me senté en la silla del escritorio.

-Permiso -dijo Graham girando la perilla de la puerta, se presentó ante mí con un pantalón de tela gris, unos zapatos elegantes, una camisa, chaleco y leva -¿Qué haces aquí solo?

-¿Cómo supiste que estaba aquí?

-Bueno, todos ya firmaron su salida, todos menos tú.

-Es porque quiero estar solo.

-¿De verdad quieres estar solo?

Acepté lo ridícula que fue mi respuesta, pero no le respondería lo que quiere escuchar -¿vas a la fiesta?

-Sí, Franz me obligó a vestir así, aparentemente voy a tocar una pieza hoy en la fiesta -acomodó sus mangas con un rostro elegantemente exagerado, gracioso a la vez.

-No creo -crucé mis brazos.

-Vamos, será divertido, además se acerca Navidad -la palabra quedó suspendida en la mirada de Graham -sé cuánto te gusta la navidad, te mostrabas bien alegre.

-Pero ya no -miré a Graham enojado.

-Lo sé Damian.

-No, no lo sabes.

-Claro que sé lo que es no pasar la navidad con personas que quiero, llevo navidades que paso sin mis padres, navidades encerrado en una casa con una decrépita señora que se emborrachaba todas las festividades para luego insinuárseme, tú pasaste navidades excelentes junto a tu familia y junto a la persona que amabas, ahora ya no están, ¿Vas a dejar que esa felicidad que compartieron se esfume a pesar de que quiero pasar mi primera navidad alegre en años contigo? No dejes que un acto de injusticia borre tu hermosa sonrisa, personas como yo necesitamos de sonrisas como la tuya, si quieres sentirte triste ponte triste, llora y ya, sonríe de nuevo, es noche buena, víspera de navidad, sonríe.

Graham tenía razón, me ponía triste el saber que no pasaría navidad como antes, tanto que prefería estar encerrado, Rocco, Alicia y Graham quieren pasar la navidad conmigo. Eso es bueno... ¿verdad Luca?

Me puse un pantalón de tela crema, zapatos cafés, cinturón café, camisa blanca y corbata negra.

-Hace frío -dijo Graham -¿seguro que vas a ir así?

-¿Y qué debería usar?

Graham re buscó en mi armario un pantalón negro, un abrigo blanco con cuello de tortuga y una leva negra.

-Con eso te verás mejor, el negro resalta más tus ojos -se ruborizó -te espero afuera.

Me vestí y me vi en el espejo, no pude evitar sonreír. Al salir de la habitación, Graham me esperaba en el marco de la puerta.

-Waw -fue la expresión que usó -te ves elegante.

-Gracias Graham, tú también te ves bien.

Sonrió -¿Vamos?

-Vamos.

Era la segunda vez que sigo a Graham a un lugar, verlo caminar a mi lado, ligeramente delante de mí, me hace sentir seguro, esa seguridad que había extraviado.

Guirnaldas de color tornasol contrastaban con la nieve de la entrada, era una fiesta navideña, con vestidos de colores encendidos y festivos, con ternos elegantes y excéntricos algunos, como el de Rocco: un pantalón de tela celeste con un frac de terciopelo rojo.

-Es muy bonita la decoración -dijo el profesor Quinn acercándose de la mano con una señorita agarrada de la mano, un vestido de color amarillo asentaba a la perfección lo blanco de su piel y lo marrón de su cabello -ella es mi prometida, Kimberly, él es mi alumno Damian Patters.

-Mucho gusto -dijo la señorita.

-El gusto es mío, él es mi amigo Graham Callin.

-Buenas noches -sujetó la mano de la señorita con delicadeza y beso su mano.

-Cuidado joven amigo, ella ya vino acompañada -bromeó -¿Tú eres el que va a tocar verdad?

-Si.

-¿Y qué vas a tocar para nosotros? -preguntó la señorita Kimberly.

-No tengo idea -rio.

-Si quieres te puedo acompañar -miró al profesor Quinn -¿Cariño puedo?

-Por su puesto querida -se dieron un beso y luego se llevó del brazo a Graham hacia el piano.

Él sonrió nervioso.

-Los niños y sus ángeles nos recuerdan la inocencia que viene de la palabra "creer" -dijo el profesor Quinn -en estas festividades se vive lo suficientemente -bebió un trago de vino -¿No crees?

-¿Por qué me dice todo eso profesor?

-Mira está copa de vino -ubicó la copa frente a mí -¿Qué ves?

-Una bebida espumosa y con un grado de alcohol mesurado.

-Exacto, eso es lo que se aprecia. Yo veo años y años en éste vino, experiencias, catástrofes y quien sabe que otras cosas, sin embargo se encuentra aquí, en ésta fina copa de cristal brindándole placer a mi paladar -dio un sorbo -recuerda que hasta los vinos han vivido más tiempo que tú -dio otro sorbo -al igual que tú estás aquí, degustando a tus amigos -señaló con la copa a Rocco y a Alicia que venían hacia nosotros -ya nos veremos después -me dejó la copa vacía en la mano y se fue donde estaba su prometida.

-¿Quién era? Y ¿Qué haces aquí? -preguntó Rocco.

-Un amigo y vine porque quería estar con ustedes.

Rocco me abrazó con su brazo sobre mi hombro, como lo hacen los amigos -que tierno -dijo.

-Cállate -reímos -un amigo va a tocar el piano.

-Vamos -dijo Alicia -los tres.


Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora