Parte 2
Encasille mis manos en el suelo, la pena no se servía de consuelo, ni leer las palabras de alguien que significó tanto para mí, quien no quita, significó mucho para muchos. Sin aquella persona, sin Luca, ¿quién me asegura que hubiera sonreído tanto tiempo en antaño?, o que lo estuviera haciendo hasta ahora. Él vino, me enseñó tanto, y yo aprendí cosas de las cuales no me había percatado hasta el día de hoy, cualidades de una persona que no vive con vendajes. Sujeté nuevamente la carta y la llevé a mi pecho, la estrujé hasta arrugarla, pero solo un poco, miré las fotografías por una última vez antes de regresarlas al sobre de dónde las saqué, mientras que el anillo, lo sostuve entre mis dedos, dudé en ponermelo, pero no de esas dudas que se debaten de las cosas buenas o malas, era más bien una duda que comprende ¿porqué no hacerlo?. Este era un pequeño anillo, que bien cabía en mi dedo índice, en cualquiera de los dos; de oro era su composición, y me encantaba. Me lo puse en el dedo de la mano izquierda, solo porque Luca era zurdo.
Me levanté del piso, recogí el pequeño desastre que había hecho, aunque no fuera más que hojas tiradas y demás cosas inventadas que servían como patéticas excusas para no salir corriendo a buscar a Graham. Calmé mi respiración y ensordecí mis ideas, no quería escuchar a mi razón, quería hacer lo que el apedentrado corazón me convencía de hacer, así que abrí la puerta del cuarto donde Graham se disponía a pasar el tiempo de su gira. Bajé las escaleras hasta el gran portón del edificio y salí a la calle. Chicago se veía de ensueño, con sus luces y su falsa propaganda de una vida estable con su cielo nocturno y estrellado, con su clima helado y su cálido aroma a café de pasar, veía como mi alma se salía con cada una de mis exhalaciones, veía cómo las personas caminaban, me disponía a correr y perderme en la ciudad de Chicago, donde no conozco a nadie, donde no conozco nada. Realmente me importa poco perderme, tengo una excusa para hacerlo. Comencé a caminar, sin rumbo, como de costumbre. Caminando y preguntando llegué al Parque Millennium, casi en el centro de todo chicago. El lugar era grande, inmenso, podría decir, sin mentir que, toda esta ciudad era del tamaño de lo que representa la distancia en kilómetros de la isla donde estudio. Ahí, en el centro de una multitud escuchaba la voz del hombre del que me había enamorado, cantando la canción que cantó para mí hace años:
"Si alguna te lastimé
Disculpa,
De seguro no fue mi intención,
Sólo quería saber quién realmente soy.
Mi intención nunca fue jugar,
Mucho menos ganar
Porque esto no se siente
Como una victoria
Porque nunca lo fue.
Las dos palabras no perdonarán
Lo que te hice,
De ningún modo quise
Amarte y perderte por ello
Jamás decidí divertirme
En tu sufrimiento
Mucho menos ser quien lo provocó.
Quien pierde no es el lastimado,
Quien pierde es el que lastima.
El sentido de la culpa no envuelve
El perdón
No quiero provocar malas noches,
Nunca quise hacerlo,
Sólo quería amar y ser amado
Por como creí ser,
Pero el sentido de culpa no envuelve
La felicidad brindada
Mucho menos la disculpa.
Hazme un último favor,
Por favor,
Perdóname por lo que hice
Y por lo que voy a llegar a hacerte,
Mi intención no es seguir haciéndote daño.
Si pudiera salirme de tu mente,
Si al menos supiera como hacerlo
No dudaría en intentarlo
No lo dudaría
Porque te amé
Y nunca fue mi intención
Hacerlo y perderte por eso.
Lo siento"
Sus palabras seguían siendo certeras, como la primera vez que lo escuché; me abrí paso entre toda la multitud centrándome en llegar hasta Graham y cuando finalmente llegué, él me vió y me sonrió como la primera vez, todo se sentía tan nuevo, todo lo viejo gozaba de una nueva brisa; me acerqué, saqué el anillo de mi dedo y se lo dí a Graham.
-Regresemos para casarnos -él volvió a sonreirme entre lágrimas, mientras las personas que se encontraban en el lugar se enterncecían y otras se asqueaban, terminaron en aplausos y abucheos. No nos importó.
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Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016
Teen Fiction¿Es posible tener un nuevo comienzo? Cuando las cosas no se pintan como lo esperaba, lo mejor es huir, dejar todo atrás en un borrón de profundas pisadas, no importa cuanto duela, la pérdida es inminente en las crueles fauces del mundo. Las lágrimas...