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La oscuridad favorecía la tristeza que invadía el dormitorio de Christopher, no existía sombra dentro de tan negro espacio, las luces se habían extinguido y algún rayo de esperanza se había extraviado, no sé ahora si hablo del dormitorio de Christopher o de su propio interior. Una carta escrita a puño y letra tirada en el suelo, junto a un montón de papeles arrugados dispersos por todas partes. Agarré la carta que sentí mía y la leí.

Ciertamente, su puño y letra, sus palabras y sus letras iban destinadas a mí, podía leer su sufrimiento, su pesar, su angustia y su deseo, podía percibir su amor opacándose con la cruda del destino. Podía aun notar su persistencia y su amor por mí.

-Tú no me has perdido –dije cuando terminé de leer la carta, no recibí respuesta –Christopher, aquí estoy –me acerqué al lugar donde estaba él, refundido en una cobija sobre su cama –yo me quedaré, no me iré. Dime algo por favor.

-¿Has visto el movimiento cíclico de las llantas de una bicicleta? –preguntó aún cubierto por la cobija.

-Sí -respondí confundido.

-Ves aquel movimiento que sigue y sigue y sigue. No se detiene hasta que el ciclista lo detiene. Se pierde la percepción del aro, de los rieles, se pierde la percepción de la composición de la rueda, se ve todo como un simple huracán, como algo que tus ojos temen ver por mucho tiempo por temor a perderse en un vértice generado por una simple rueda. Revolución es su nombre si no me equivoco, aquella acción de dar vueltas y vueltas a gran velocidad se le llama revolución. Bueno pues, ahora mismo me veo en el centro de aquel huracán, esperando ser arrastrado por las revoluciones o ser detenido por algún ciclista. Espero, de cierto modo, una respuesta que no va a llegar, lo sé porque la he estado esperando por dos años –se descubrió de la cobija y me miró. Vestigios de lágrimas por todo su rostro, sin embargo, sus ojos embargaban seguridad y rectitud en cada una de sus palabras –es cierto, querido amigo, que yo te amo desde hace ya mucho tiempo, y es cierto también que tú no lo haces de manera reciproca, no para mí. No podré asegurar que estaré bien, pero si puedo decirlo e intentar estarlo. No sé cómo superar algo con un músculo roto. No quiero pensar en que esto es lo que se siente el darse por vencido. Quisiera ser como un huracán y revolucionar hasta morir –se bajó de su cama y se acercó a mí –si ahora voy y te beso de seguro me detendrías – se acercó más. Por algún motivo no pensé en detenerlo, no quería –pero sé que no me detendrás porque no es lo que quieres, quieres que te bese, quieres que me enamore más de ti, quieres que siga perdidamente enamorado de ti para no recibir nada a cambio –me miró -¿Sabes por qué? –Agachó la mirada a sus pies –porque eres un ser egoísta, algo complejo y de cierto modo una maravillosa persona. Egoísmo no solo erradica en la acción de las personas para actuar por conveniencia propia, el egoísmo radica también en aquellos actos que hacen otros por otras personas. Aceptarías el beso no por ti, lo aceptarías por mí, porque es lo que yo quiero, más no lo que tú quieres. En estos momentos tú eres esa rueda de la que te hablé, ruedas, giras, revolucionas en sentimientos que no son completamente tuyos. Y es correcto decir que todo lo que has hecho no se basa en decisiones tomadas por ti, estoy seguro que nunca dejaste de pensar en mi y que pensaste que alejarte era la solución para llegar a un acuerdo con tu propio egoísmo no propio. Sé que me amas pero no de la manera en la que aceptarías ser mi esposo por el resto de tu vida, después de todo fui yo quien te arrebató ese sueño al principio de todo, y ahí no sería correcto exigirte que me mires con los ojos con los que miras a Graham. Yo también me enamoré de otra persona cuando trataba de no estar contigo, no lo negaré, ella logró darme esa estabilidad que tanto deseaba contigo, pero ella no eras tú, podía besarla pero solo recordando la dulzura de tus labios, la suavidad de tu piel. Es malo para con ella, por eso le terminé y ahora ella me odia, es esta la vida que un tipo como yo tiene que vivir, es esta la cruz que yo mismo me clavé en las manos y los pies. Es por eso querido amigo mío, Damian, amor mío, que te pido disculpas por todo lo que te he hecho pasar por el miedo de no dejar llevarme por las revoluciones. Te pido disculpas por no dejar de amarte y aceptar que no seremos más que amigos. Te pido disculpas por no dejar de intentarlo hasta hoy. Te pido disculpas por darme por vencido –se acercó a mí y me abrazó –sin embargo, tengo que agradecerte por darme todo lo que nadie me había dado en toda mi vida, me diste amor, me diste rabia, enojo, lagrimas y todo lo demás, me hiciste sentir vivo, darme cuenta de que no vivo por otros más que por mí mismo, gracias por estar incondicionalmente ausente para conmigo, por compartir esas noches, esas mañanas y esas tardes, ten por seguro que nunca las voy a olvidar. Ten presente que te voy a extrañar, que no habrá día en el que no deje de pensar en el tortuoso "y si", sabiendo aun que aquello no te traerá de vuelta. Lo he pensado bien, y podrías creer que te hice venir para que trates de cambiar de opinión pero no es así. Aunque tú cambies de opinión no es eso lo que quiero. Quiero que te cases con Graham, quiero verte feliz porque eso me hace feliz, y no es que mi felicidad dependa de la tuya, pero sí un alto grado de esta –me apretó más fuerte –envidio a todo ser que te llegue a amar, pero sabré que nadie te amará como yo –dejó caer sus brazos a los costados, reposó su cabeza en mi hombro –sé que amas a Graham, se además que tú no lo sabes. Tal vez no sabes cómo amarlo de la manera correcta, pero sigue haciendo lo que haces, lo haces bien.

Abracé a Christopher. Ciertamente sentía que un gran peso se había bajado de mis hombros, que ahora se encontraba en mi corazón pero no se sentía como un peso que conlleve una carga, se sentía como un complemento –gracias –le dije –gracias –le devolví el abrazo –te amo.

-Sé que lo haces, pequeño.

La noche la pasamos ahí, serenos en la oscuridad, sin palabras que compartir, pues ya todo se había dicho y llegamos a un acuerdo donde decidimos que los finales felices no son para todos, puedo decir que sí, estaré feliz con Graham y que con él tendré un final feliz. Tal vez. Pero con Christopher no corrí con la misma suerte. Y eso ambos lo sabíamos, y eso ambos lo aceptamos. Luché por él para perder, luego él luchó por mí para perder. Existía el amor entre nosotros pero no era el amor correcto. Se vive de amores erróneos, se es feliz con ellos, pero un buen amor no es siempre el correcto.

Así perdí a un amante. Perdí al Christopher del que me había enamorado, es cierto, lo seguí amando pero no de la misma manera. Él representa todo lo opuesto a mí, una antítesis de mi tesis, un ser que irradia luz oscura en un mundo donde todos portan una incandescente luz blanca. Él es Christopher, un amor de mi vida, pero no el de toda mi vida.

Graham... vuelve pronto.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora