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En la tarde de ese domingo frío de noviembre Christopher me propuso salir a comer y a hablar de cosas de la universidad, como las salidas casuales y usuales entre amigos, de esos amigos que se ven entre sonrisas y se topan las manos cuando nadie los ve.
Christopher llevaba puesta una remera de color negra, pegada al cuerpo y unos pantalones de mezclilla café, se ve realmente atractivo con su sonrisa inquieta y yo no puedo dejar de verlo.

-¿Qué me ves? -tapó medio rostro con su mano.

-No te veo -bajé la mirada.

-Si lo hacías, yo te vi.

-Mentira -reí. Su mano, por debajo de la mesa topó mi pierna buscando algo, tomé su mano y se la apreté.

-¿Qué? -preguntó.

-¿Qué haces?

-Buscaba tu mano -un mantel de tela cubría la mesa por completo, desde la superficie hasta las patas que la mantenían firme, nuestras manos se encontraban juntas bajo ese campo protector -pero tú encontraste la mía -sonrió como sólo él sabe hacerlo pero su expresión cambió cuando una chica se acercaba a nuestra mesa, soltó mi mano y se agachó para aparentar que amarraba sus zapatos de velcro.

-¿Están listos para ordenar? -preguntó la chica sacando una libreta de su delantal.

-A mí me da una porción de papas fritas y una soda por favor -dije.

-Esto es una reunión de trabajo -dijo Christopher bajo la mesa -no demoraremos -se sentó correctamente -a mí me da sólo una taza de té.

Cuando la chica se retiró, nuevamente Christopher buscó mi mano bajo la mesa, pero yo no se la di.

-¿Una reunión de trabajo? -le pregunté.

-¿Qué querías que le dijeras?

-Ni había necesidad de decir algo al respecto, sólo la orden.

-Por favor Damian, tú no sabes cómo nos observaba esa chica y como lo hacen todos a nuestro alrededor.

Di un vistazo al lugar y no había nadie mirando hacia nosotros.

-Estás paranoico Christopher.

-No lo estoy -miró sus manos que temblaban.

-¿Quieres salir de aquí?

-No -descansó las manos sobre la mesa -come tus papas, yo invito. Agradecí.

Pasamos el rato de intervalo mirándonos, buscando motivos para no reír, no de incomodidad, más bien de ridiculez.

Cuando la chica se acercó con nuestras órdenes el rostro de Christopher cambió nuevamente.

-¿Por qué lo haces? -le pregunté cuando se marchó la chica.

-¿Hacer qué? -preguntó confundido. Era obvio que no sabía lo que hacía y si sabía lo aparentaba muy bien.

-Nada Christopher, olvídalo -llevé una papa frita a mi boca y luego le ofrecí una a él, la negó. Bebía su té en silencio. Como meditando con él mismo.

Después de la incómoda cena, Christopher sugirió ir a la universidad ya que iba a haber un show de los nuevos músicos y accedí a ir, el camino fue silencioso, compartiendo la vereda y cruzando una que otra palabra, pero nada más. ¿Está pasando algo malo?

Llegamos después de media hora de caminar, llegamos a la parte trasera de la facultad de música donde había establecida una pequeña tarima hecha de bambú, el espectáculo ya había comenzado y sentado en un banco de madera sobre la tarima estaba un chico de cabello blanco y barba café observando a su guitarra blanca, el micrófono estaba dirigido a la altura entre su rostro y la guitarra, así el artista no tendría la necesidad de ver al público.

-Que comience a cantar -dijo una chica que se encontraba cerca de la tarima.

Ella y un grupo de chicas le hacían porras para que lo haga.

-Veamos qué tal lo hace éste canoso -dijo Christopher riendo -acá hay asientos.

Caminamos hasta tomar asiento a una distancia desfavorable de la tarima.

El sonido de las cuerdas rasgando la melodía de la guitarra dio el comienzo de lo que parece ser una balada. Una voz ronca pero melodiosa dio el inicio de una letra que causó que desde el principio algo se agitara en mí.

"Si alguna te lastimé
Disculpa,
De seguro no fue mi intención,
Sólo quería saber quién realmente soy.
Mi intención nunca fue jugar,
Mucho menos ganar
Porque esto no se siente
Como una victoria
Porque nunca lo fue.

Las dos palabras no perdonarán
Lo que te hice,
De ningún modo quise
Amarte y perderte por ello
Jamás decidí divertirme
En tu sufrimiento
Mucho menos ser quien lo provocó.
Quien pierde no es el lastimado,
Quien pierde es el que lastima.

El sentido de la culpa no envuelve
El perdón
No quiero provocar malas noches,
Nunca quise hacerlo,
Sólo quería amar y ser amado
Por como creí ser,
Pero el sentido de culpa no envuelve
La felicidad brindada
Mucho menos la disculpa.

Hazme un último favor,
Por favor,
Perdóname por lo que hice
Y por lo que voy a llegar a hacerte,
Mi intención no es seguir haciéndote daño.
Si pudiera salirme de tu mente,
Si al menos supiera como hacerlo
No dudaría en intentarlo
No lo dudaría
Porque te amé
Y nunca fue mi intención
Hacerlo y perderte por eso.

Lo siento"

Sus palabras, certeras y que vienen de un corazón lastimado habían silenciado al público, estoy seguro que aquello llegó a las personas de la manera correcta ya que tanto chicas como chicos a mi alrededor tenían los ojos cristalizados por la canción, y yo, yo tenía las lágrimas a flor de piel.
Un grupo de chicos se levantaron y aplaudieron al artista, seguidos por otros hasta que todos estuvimos de pie.

-Qué triste y hermoso -dijo una chica sentada a mi lado.

-Tienes la razón -dijo Christopher mirando a la chica. Ella sólo se ruborizó.

El artista seguía mirando hacia su guitarra, y con un movimiento casi imperceptible secó de su rostro unas lágrimas enternecedoras.

El público seguía aplaudiendo y pedían otra canción con desdén -¡Otra, otra, otra! -gritaban a una sola voz -el artista al sentirse a gusto con el público alzó la mirada y agradeció. De lejos, a primera vista no podía ver bien su rostro y el cambio de imagen me había desviado la atención. Era Graham

-Gracias -sonrió con una verdadera sonrisa, de esas que te sacan sonrisas a ti -la que voy a cantar ahora no es de mi repertorio, es una canción que me gusta demasiado y tiene ese mensaje para esa persona inalcanzable, se llama bajo el agua -miró al público todavía en pie, observó hasta toparse conmigo, su mirada quedó fija y petrificada, se mostraba sorprendido al punto de salir corriendo ante la situación y lo hizo -lo siento -se disculpó -tengo que irme -agarró su guitarra y salió del escenario con un público triste detrás de él.

-Qué mal por el chico -dijo Christopher.

-Si -dijo la chica -me llamo Alicia -se presentó.

-Yo me llamo Christopher y él es mi amigo Damian -saludé.

La sombra de Graham se perdía en la luz del sol. Con un rastro de pesar. Y sus palabras. ¿Para quién iba? Agarré mis cosas, me disculpe y salí corriendo, a Christopher no le importó, estaba hablando con aquella hermosa chica de cabello naranja.

-Espera Graham -dije apresurado.

Él se dio la vuelta y dejó ver un rostro lleno de lágrimas.

-Perdona -dijo y se alejó corriendo.

☆Voten por favor☆

La canción es de mi autoría, espero que les guste.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora