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Sonidos de arpegios y escalas, sonidos secos, pero deliciosos al oído, son los mismos sonidos que he escuchado en todo éste mes. En el transcurso de estos días, Graham ha grabado un total de tres canciones, cada una es compleja en su interpretación y cada una exige un timbre de voz único de le ronca y suave voz de él. Mientras el graba, yo escribo, pienso, y vuelvo a escribir, escribo cuanto pueda en su ausencia, ya qué, cuando Graham regresa al hotel nos concentramos en hablar de nosotros. Es inconsciente decirlo, absurdo hasta cierto punto, pero mi mamá me ayudó a tener clarividencia en las cosas que pensé, estaban mal. Está mal temerle al amor y tratar de huir de éste, es tan poderoso que vence edades, distancias, géneros y personas. Temerle a lo que quieres es quedarte estancado en tu propio consciente.

En ésta noche las estrellas brillan como fuegos artificiales que se quedan estáticos. Mis pies frotan las muslos externos de Graham, él se encuentra frente a mí con las piernas recogidas, abraza sus rodillas y vence su mentón en estos.

-Hoy te ves particularmente hermoso -le dije. Graham sonrió, se ruborizó y se escondió en el espacio entre su pecho y sus rodillas -no te escondas, déjame verte.

-No podría verte -dijo.

-¿Por qué?

-Porque me dices esas cosas.

-¿Tienen algo de malo? ¿Debería dejar de decirlo?

-En lo absoluto -alzó su rostro y me miró con determinación -tú, hoy te ves lindo -dijo.

Me tomó por sorpresa su acotación, no lo esperaba, o sí, pero no lo esperaba tan repentino. Antes de que me diera cuenta, ya me encontraba mirando al cielo, ignorando a Graham. Me avergonzaba verlo, pero no de aquella vergüenza mala, si es que se pudiera clasificar, es esa vergüenza que sientes ante la realidad de alguien más, cuando alguien te da un trozo de su perspectiva a tu realidad.

-La noche se siente tan cálida para hacer tanto frío afuera -dije.

-A mi me gusta como está la noche. Me gusta lo que veo.

-Sí, se ve bonita la luna.

-Hablaba de ti -dijo Graham incorporándose en sus pies para acunclillarse frente a mi -te quiero monito.

-¿Monito?

-Sí, cada que me abrazas, te aferras a mi como un pequeño mono.

-No lo hago.

-Sí lo haces, y lo aceptas al negarlo.

Miré los ojos de Graham, estruendosos llenos de pasión.

-¿Tú me amas? -le pregunté. Él me besó en respuesta. Está claro que para decir las cosas no es necesario utilizar las palabras. Una maestra me repetía cada que tenía la oportunidad: ''el ochenta por ciento de lo que decimos, no lo decimos'', ahora entiendo las palabras que al principio me parecían un poco absurdas.

-¿Y tú me amas a mí? –preguntó. No sabía que responderle, lo miré y sus ojos esperaban una respuesta. Le sonreí, estiré los brazos y le pedí un abrazo. Nos abrazamos -¿puedo contarte una historia que Noelia solía contarme?

-Sería un gusto para mí escuchar esa historia.

-Es un relato en primera persona.

-Solo cuéntamela.

-¿Recuerdas cuando encendiste mi cigarro con el tuyo en la gasolinera? Y con voz vulnerable dijiste tu nombre que a causa del viento fuerte de temporada no pude escuchar. Te miré y sonreíste, sonreíste porque sabias que me había enamorado. Tapaste mas tu pecho con el abrigo que llevabas puesto encima -tu cuello parece tener mucho frío –te ofrecí mi bufanda presentándome. Me dijiste que así se llamaba tu abuelo, miraste al cielo y expulsando el humo con nicotina de tu interior, te despediste y seguiste tu camino al lado opuesto del mío. Carretera de doble vía, así se siente la vida. Tengo tu mirada, tu rostro y tu sonrisa impregnados en mis ojos, pero me faltaba el nombre que describiera perfectamente tus facciones. El viento de estación me había pasado una mala jugada. ¿Podría encontrarte? Hay quienes dicen que la vida es una gran historia de amor y eso me da posibilidades para poder encontrarte pero también sería darle una esperanza falsa a mi ser, no creía en el amor a primera vista, fanfarronería total, pero si no era amor a primera vista lo que sentí por ti esa vez, ¿qué fue lo que me hiciste sentir? y ¿qué pasó conmigo?
El tiempo pasó, que chica la de ése día, no mentiré, tu sonrisa seguía en mí, pero tus ojos y tu rostro se me desvanecían con cada hoja caída de los árboles secos, al igual que la esperanza de encontrarte. Actuaba casi paranoico con cada joven que veía, buscaba en ellas a aquella con el cigarrillo y la intrépida sonrisa, ¿te imaginas? diez años han pasado, sólo me queda tu sonrisa, no recuerdo tu rostro ni tus ojos pero a mas de eso tu esencia se encontraba particularmente aquí conmigo. Regresé luego de diez años a la misma gasolinera de aquella vez; mi mamá tenía una regla llamada ''el uno-cero'' que consiste en que todo vuelve a pasar después del uno-cero. Estaba en esa gasolinera, a la misma hora, nueve de la noche, todo igual, el mismo día del calendario de hace una década, la misma persona que atendía la gasolinera, el cigarrillo de la misma marca, pero tú no estabas ahí, esperé hasta las once de la noche y comenzaba a suponer que la teoría de mi mamá no siempre funcionaba. Me trepé en mi carro con el cigarrillo sin encender, conduje por la carretera de doble vía y ahí, del lado contrario de la carretera, en un Camaro rojo, una chica con la bufanda que cedí hace diez años.
Detuve el auto, giré inmediatamente y vi que el Camaro se detuvo en la gasolinera, salí del auto y corrí a la gasolinera, busque a la chica pero no la veía. –Mi abuelo tenía una terrible teoría, la teoría de los diez años –me dijiste – pensé que sólo era superstición. –Si era tan terrible ¿por qué seguiste la teoría? Te pregunté –mi abuelo siendo terrible era perfecto, entonces él hacia esa teoría perfecta y funcionó. Me llamo Carolina –te presentaste ofreciéndome el fuego de tu cigarrillo. – Antonio –te dije. –Mi hermana Carmen me habló de ti y de cómo se conocieron –inhalaste una gran bocanada de humo –no pudo venir hoy, pero me pidió que me presente hoy por ella. Ella ya no está aquí de la manera que esperabas –me dijiste –pero si está aquí, con nosotros, en éste momento compartiendo esto con nosotros. –no lo negaré, lloré de tristeza pero ahí estaba, en tu rostro, estaba la sonrisa de Carmen. ¿Es posible enamorarse dos veces de la misma sonrisa pero de diferentes personas? -te pregunté. –El sentimiento no se ah ido –me respondiste apretando la bufanda con tus manos –me enamoré de ti a través de mi hermana. –Te miré. Tus ojos y tu rostro eran algo similares pero no iguales, sin embargo la sonrisa, la sonrisa que me demostró que me había enamorado era la misma.

-Es una muy bonita historia, triste al mismo tiempo que bonita –dije cuando Graham terminó de contarla.

-Lo es. Noelia me la escribía una vez al mes, cada vez que recibía las cartas del primer sábado del mes, estaba esa carta con la historia.

-¿Por qué crees que te mandaba siempre la misma historia?

-Tengo una idea, pero no quiero sonar absurdo –agachó la vista hasta sus pies y se apartó de mí.

-Dime cual es.

-Las ideas del tiempo, la distancia y la vida son totalmente relativas. Existe esa conexión entre esas personas que viven lejos, ya sea de distancia o lejos de edad. Tú y yo somos un pequeño ejemplo, la relatividad del tiempo pasó entre nosotros, luego vino la relatividad de la distancia y luego la de la vida. Y ahora estamos aquí. En el lugar en el espacio donde todo inició cuando éramos apenas pequeños desconocedores de la cosas.

-Pero ahora estamos aquí, juntos –le sonreí –gracias.

-¿Por qué?

-Por esperarme.

-Esperaré el tiempo que sea necesario, si es que alguna vez tengo que volver a esperarte.

Las cosas entre Graham y yo, desde que llegamos a Yüte, han cambiado, ahora estamos juntos. Y sí, siento que alguien me ama como hace ya tiempo no me sentía amado.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora