Carta a Damian #7

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En mi pecho se ha formado un abismo mortal. Arranqué la carne poco a poco con mis uñas, creí que la solución estaría dentro de mí, pero sólo cave mi camino hacía el abismo.

Los huesos astillados me hincan en los costados de la piel, mientras una sangre espesa y negra resbala entre mis dedos, por mucho tiempo quise ceder, pero el demonio a mi derecha me convenció de nunca hacer el bien.
Yo accedí sin cordura, pensaba que hundirme sería mi redención, no había luz en la negrura, sólo una insondable soledad.
Alguien cantó para mí la nota final, alguien buscó por mi la voluntad de rendirse.

No puedo sostener el orgullo con mis frágiles manos, y el sonido de la escasa ineptitud cansa mis entrañas revolviendo todo dentro de mi. Poco a poco la sangre negra y espesa formó una ciudad en mi pecho. Una ciudad donde los niños van a la guerra como peones de los adultos "Jugando" a tener más de 20, un número al que la mayoría no va a llegar.

No les brindaron oportunidad de temerle al monstruo bajo su cama porque a ellos le presentaron los monstruos de verdad, esos que no necesitan garras y cuernos para asustar.

En la noche lloran, extrañando los brazos de mamá, las palabras de papá y aquellos paseos por el parque que nunca visitaron; les cortaron la infancia en el momento en el que el cordón umbilical fue separado de sus entrañas, apenas pudieron tener un pasado, un pasado lleno de falsas esperanzas de un futuro macabro, no aprenderán a conducir, por más superficial que suene...ellos no lo harán.

En las noches lloran, intentando recordar los cuentos de antes de dormir y la seguridad que sentían en un mundo que esperaba su llegada al mundo para abusar de su cándida sonrisa jovial y disfrutar del arrebato.

Los niños en mi pecho siempre anhelaban crecer jugando al "Cuando sea grande quiero ser... " pero los adultos no escucharon el resto de sus sueños y acomodaron las palabras a su gusto arrancándoles la infancia desde la raíz.

Los niños no pueden a crecer, si les dieras la oportunidad de hacerlo, "ellos" se negarían, han visto de frente lo que hacen los hombres y si algún día llegan a hacerlo, si algún día llegan a crecer se tendrían que despedir de sus niños, de sus nuevos niños como sus padres lo hicieron una vez. Es curioso como cada niño de ésta ciudad de sangre negra y espesa que se formó en mi pecho, tienen mi rostro, y es curioso también como las personas que me arrebataron lo poco que quedaba de mi, tenían los rostros de mis padres. Es curioso además como a veces mi rostro en el cuerpo de esos niños se transforman en el rostro de alguien que conocí y sentí que amé. ¿Eres tú Damian?

~N~

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora