52

90 11 8
                                    



Para los días, los segundos son una broma. ¿Alguna vez te has puesto a contar cada segundo que pasa en tu día? Es probable que no, no hay tiempo para contar el tiempo, irónico, pero es así, existen los calendarios para contar los meses con los días, existen los relojes para medir las horas, los minutos y los segundos. Cuando pides la fecha, te dan la fecha, el día y el mes, y el año de ser necesario; así mismo, cuando te piden la hora, das la hora y hasta los minutos pero todos obvian los segundos, no se los toma en cuenta porque nadie los considera importante en ese momento, pero no me encuentro aquí para concientizar sobre los segundos, los utilizo como excusa para decir que no medimos el tiempo cuando en realidad deberíamos. ¿Por qué? El tiempo es el único que nos permite darnos cuenta de las cosas, el tiempo es el único que tiene las respuestas de cada pregunta que la vida tenga, vale decir que preguntas inútiles como: ¿Qué comí ayer? No van a tener en respuesta alguna cifra numérica del tiempo, pero si tendrás que recurrir al tiempo-pasado para recordar que fue lo que comiste el día anterior. Para recordar basta el tiempo y para el tiempo no bastan los segundos, ni los minutos, ni las horas, ni los días, ni los meses, pero, al momento en el que el segundo se convierte en años, tanto el tiempo como nosotros necesitamos cada segundo para recordar las cosas, y así pasan los segundos que se convierten en años, y así pasaron, dos segundos que en realidad fueron dos años.

Yo curso el quinto semestre de mi carrera de literatura, publiqué un libro y he ganado tres certámenes de poesía rudimentaria, he hecho guiones para ciertas filmaciones en las que Rocco a participado junto a Alicia; ellos se casaron apenas hace cinco meses y viven en una constante lucha en la cual los dos gana y así se aman más; he escrito canciones para Graham; él partirá hoy a su primera gira. Le tomó dos años saltar a la fama, a pesar de tener mucha contrademanda por ser gay, al fin pudo darse a conocer como un buen artista, por su voz, por sus letras, la mayoría escritas por mí, compuestas por él. Ambos hacemos esa pareja que se complementan hasta para respirar, y por muy cursi que suene o por muy tonto que se escuche, es así, yo escribo, él compone y canta, y está bien decir que el inspira una gran parte de estas baladas que a más de una chica a sacado suspiros. Las cartas de admiradoras llegan, y de admiradores también, cartas de amor, y también de odio, pero se vive de todo y todo se supera. Hemos pasado estos dos años juntos, disfrutamos, nos besamos, nos miramos, hicimos el amor, nos amamos en todo el sentido de la palabra, discutimos, nos gritamos, nos odiamos en todo el sentido de la palabra, y nos amamos por eso.

-Solo serán tres meses –dijo Graham, susurró en mi oído –te amo. No le digas a nadie, ése es mi secreto mejor resguardado -me acerqué a su oído, él creyó que le iba a decir mi secreto pero no fue así. Mordí su oreja. Me abrazó –ven conmigo.

-No puedo ahora, pero te prometo que en dos semanas te alcanzo en Chicago.

-¿Lo prometes?

-Sí.

-¿Con el meñique?

-Con el meñique.

-Que se te caiga si no.

-Lo prometo.

Podría decir que esas fueron las últimas palabras que nos dirigimos, pero no fue así. Subió al avión y vi como el chico que amaba se embarcaba en ese viaje sin retorno, tal vez. Veía como su espalda se perdía en el efecto Fata Morgana que generaba el sol al reflejar sus rayos contra el pavimento de la pista de aterrizaje. Se detuvo un paso antes de entrar al avión, se dio la vuelta, bajó las escaleras casi saltando y corrió hacia mí.

-Cásate conmigo –propuso. Se arrodilló y sujetó mi mano derecha –cásate conmigo y vivamos el resto de nuestras alocadas vidas juntos. Cásate conmigo y tengamos una familia, dos hijos tal vez, dos gatos, ¿por qué no?, hasta un perro si quieres. Cásate conmigo y compongamos la mejor canción de todas, tú a mi lado, como mi esposo –sus ojos emitían ese brillo inocente, lleno de miedo y nerviosismo. Emitían además deseo y verdad -¡CÁSATE CONMIGO DAMIAN VINCENT PATTERS POLANCO! –Gritó –cásate conmigo y hazme el hombre más absurdamente feliz. Vivamos en las estrellas, vivamos en Júpiter, Saturno, donde quieras, pero vive junto conmigo, prometo besarte todas las mañanas, violarte todas las tardes y contarte cuentos en las noches, prometo sacarte sonrisas sobre las lágrimas, prometo cantarte las mejores de las canciones, prometo verte todos los días con los ojos de enamorado que tengo cada que te veo. Prometo no decepcionarte, sostener tu mano, tu brazo de ser posible, cargarte en la espalda, caminar descalzos en la playa, sé cuanto amas hacerlo. Prometo prepararte el café más amargo de todos, con siete terrones de azúcar y dos gotas de leche, prometo abrazarte antes de dormir y besar tu frente cada que tenga la oportunidad. Solo dame el privilegio de ser tu esposo y hacer todo eso.

-Graham –dije. Agarré su mano y me arrodillé frente a él –todo eso ya lo has estado haciendo en todo éste tiempo, has hecho eso y mucho más. Te amo. Cásate conmigo –dije –cásate conmigo y prometo una sola cosa –choqué delicadamente mi frente contra la de él –prometo ser tuyo mientras tú prometas ser mío.

-Lo prometo –dijo mientras su voz se le quebraba –te lo prometo.

-¿Con el meñique?

-Con mis cuatro meñiques –puso su mano izquierda en mi nuca y aprisionó mis labios con los suyos –te amo –alcanzaba a pronunciar mientras me besaba.

-Yo te amo más –decía yo en respuesta. O al menos eso trataba de hacer.

-Yo te amo aún más.

-Sr. Graham, tenemos que partir –dijo el copiloto.

-Desde luego –dijo Graham al copiloto –ya me voy Damian.

-Ve con cuidado, no bebas de más, no festejes de más, no mires a otros chicos.

-Mis ojos, solo para ti –dijo. Se alejaba, caminado de espaldas al avión, de frente hacia mí –cuando regrese nos casamos, aquí, en el hostal, junto a todos, mandaremos a ver a tu familia, estarán todos para que sean conscientes de que nos amamos –subió las escaleras y entró. Se cerró la puerta, luego vi a Graham despedirse de mi desde una de las ventanillas del avión. "Te amo" –articuló y el avión despegó.

Regresé al aeropuerto donde me esperaba Christopher sentado en una cafetería, bebiendo un capuchino frio.

-¿Se fue? –preguntó al verme.

-Sí –respondí y me senté a su lado.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora