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El aire, el oxígeno, la presión, el ambiente, el agua, el calor, el olor, las nubes, el cielo, las calles, las personas. Todo sigue igual desde que me fui, como si nada hubiese pasado, como si la lluvia nunca hubiera enfriado el corazón de algunos. Sentía que muchos ojos me miraban pero todo era producto de la paranoia.

-¿Nervioso? -preguntó Graham quitándome las maletas -te ves tenso.

-Creo que si estoy nervioso.

-No te preocupes -ubicó su brazo sobre mi hombro y levantó la cabeza orgulloso -yo estoy aquí para protegerte.

-Cállate Graham -reímos.

-Se supone que Kimberly tendría que venir a vernos -dijo Graham mirando la hora en su reloj.

-Tienes que darte cuenta de que llegamos veinte minutos antes.

-No me gusta esperar.

-¿Y qué sugieres hacer? ¿Perderte?

-Tú eres de aquí, conoces el lugar.

-Preferiría no moverme con libertad, al menos no hoy.

-Está bien, Liliputiense.

-No me digas así.

-¿Por qué no?

-No soy un ser insignificante.

-Yo no he dicho que lo eres.

-Eres más pequeño que yo..

-No creas que soy menos -lo interrumpi.

-¡CALLATE! -gritó -no eres nadie insignificante, ni menos que nadie, te dije Liliputiense porque así me decía Noelia de cariño cada vez que yo tenia miedo. Pensé que sería bonito decírtelo a ti.

Ciertamente fui un estúpido.

-Discúlpame, últimamente estoy muy a la defensiva.

-Lo sé, y tu deberías saber que no todos queremos hacerte daño -puso sus mamos en mis hombros y me miró de frente -sé también que tienes miedo de estar aquí y que por eso estás tenso, trata de relajarte, recuerda, ahora vienes como alguien nuevo, alguien renovado que viene a curar las cicatrices que dejó acá.

Abracé a Graham -eres como un sabio tonto -le dije antes de abrazarlo de nuevo.

-¿Puedo tomarlo como un cumplido?

-Deberías.

-¿Cómo estuvo el viaje? -preguntó Kimberly acercándose con dos tipos vestidos de negro.

-Fueron trece horas de viaje, me duele el trasero, no fue ciertamente placentero -dijo Graham sobandose las nalgas -Buenos días señorita Kimberly.

-Buenos días chicos -dijo -ellos son mis guardaespaldas. Fabiano -dijo mirando al tipo de la izquierda. Un hombre inmenso de piel pálida y sin pelo -tú cuidarás de estos dos.

-Muy bien Madame -dijo el hombre.

-Gracias -se acercó al sujeto y le dio la mano -ya sabes donde tienes que llevarlos.

-Si Madame.

-Supongo que se sienten cansados y quieren descansar -dijo Kimberly -en el hotel tendrán servicio a la habitación, pidan lo que quieran.

-Gracias -dijimos.

-Ahora marchense, descansen, mañana iniciamos con las grabaciones Graham, mañana temprano. Te espero bien descansado.

-Entendido -dijo Graham asumiendo una postura militar. Kimberly rio y se marchó junto al otro tipo.

-¿Fabiano verdad? -le pregunté al señor para asegurarme de haber escuchado bien.

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora