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Esa tarde nos fugamos de la universidad, caminamos por la bahía hasta llegar al restaurante Charles Browning y sus galletas en forma de personas. Nos sirvieron una taza de café a cada uno y una docena de galletas, seis hombres y seis mujeres. El olor del café se infundia por mi nariz, el huno tibio bañaba mi rostro con un refrescante aroma; Graham ahogaba la cabeza de una de las galletas en el café y se la llevó después a la boca para devorar la mitad del cuerpo, su barba blanca se había llenado de migajas.

-Damian deja de verme -se limpió las migajas.

-Yo no te estoy mirando -agarré una galleta de mujer y le di un pequeño mordisco a su brazo.

-Si lo haces, y últimamente lo haces muy seguido -se comió lo que restaba de la galleta.

-Eso es mentira.

-No lo es, me he dado cuenta -mi miró directo y yo no tuve más opción que bajar la mirada -en fin -agarró otra galleta, esta vez una de mujer y la puso es la taza de café, con las piernas sumergidas, apretando estar en una tina caliente -¿Desde hace cuanto ves a Luca?

-Desde que comencé a leer las cartas su presencia se detonó mas constante.
¿Ni haz pensado en dejar de leerlas?

-Tengo que leer todas.

-¿Por qué?

-Porque es lo único que me queda.

-No es lo único que te queda, tienes sus recuerdos, tus memorias, las vivencias, no todo se engloba en esas cartas que consumen tu libertad, tu realidad, tu seguridad.

-Tengo que leerlas.

-No tienes que hacerlo.

-Si tengo que hacerlo.

-Damian no quiero que salgas lastimado, física o mentalmente.

-Yo estaré bien, ahora que lo pienso bien, no necesito tu ayuda.

-¿Por qué lo dices?

-Porque es lo que tengo que hacer, leer las cartas, estar para Luca -ubiqué una de las galletas frente a mi, tapando el rostro de Graham frente a mi.

-¿Estar para Luca? -Graham sujetó mi mano, la bajó y me miró directamente -no puedes hacer eso Damian, no puedes encerrarte en algo que ya sucedió y no puedes cambiar, no puedes estar para alguien que ya no está, para alguien que está muerto.

-Muerto por mi culpa -solté mi mano de la suya.

-Ni digas esas cosas Damian, no son verdad.

-Tu no sabes nada, no estabas ahí. Él me necesitaba, y no fui capaz de estar para él, si tan sólo hubiera sido consiente de las cosas que podía hacer.

-Leer esas cartas y sentirte miserable no lo va a traer a la vida, tampoco te hará revertir el tiempo, mucho menos las cosas volverán a ser como eran. Yo no estuve para ti cuando necesitabas un amigo, o bueno, estuve en la manera equivocada. Hacerte daño no soluciona nada, no te sigas lastimando porque me lastimas a mi, eres importante para mi y no soporto ver esa lágrima escondida y esa expresión tuya de que estás bien cuando no lo estás -Graham volvió a agarrar mi mano -la primera vez que te vi fue cuando me enamoré, éramos niños pero supe desde ese momento que quería ver esa sonrisa todos los días de mi vida.

-¿Sigues enamorado de mi?

-Eso no importa en éste momento, solo importa que sigas adelante.

-Es que no sé como seguir.

-Tienes pies, sigue con los pies que con el corazón no sé camina.

Las palabras de Graham encerraban razón en cada letra, sabía que no debería de mantener mis sentimientos lastimados, lo sabía pero yo nunca me hago caso.

-No sé como hacerlo.

-Puedo ayudarte en eso -soltó mi mano, dejó un billete en la mesa y se levantó -vallamos a terminar de leer esas cartas.

-¿Estás seguro de eso? -pregunté.

-Claro que lo estoy.

-Está bien -dije temeroso.

Llegamos al hostal y Franz estaba sentado en uno de los muebles de cuero de la entrada.

-No podemos entrar por aquí -dijo Graham juntando la puerta despacio sin que Franz se de cuenta.

-Subamos por las escaleras de incendio -propuse.

Subimos en silencio por el balcón, cuidando del ruido que generaban los escalones hasta el décimo piso. Entramos y Graham se acomodó en el suelo, yo rebusque en el cajón las primeras cinco cartas de Luca, me ofreci a leerlas en voz alta pero Graham se negó, no quería que las volviese a leer, leyó la primera carta, al terminarla la dejó en el suelo, cerró los ojos y luego me miró. Me pidió la segunda carta, se levantó y se dirigió al balcón, yo me quedé dentro de la habitación, entró con la carta cerrada y la dejó en el suelo junto a la primera. Me pidió la tercera carta, su semblante había cambiado, su rostro escapaba de la serenidad, sus ojos se mostraban enojados pero no de furia, se mostraban enojados de frustración, el pequeño puente hacia arriba que se formaban en el arco de sus cejas me lo dio a notar, al terminar la tercera carta Graham me abrazó y aguantó lágrimas. Me pidió la cuarta carta, ni bien la comenzó a leer la volvió a cerrar, respiró hondo y la volvió a leer, sus ojos se movían inquietos, de mi rostro hacia la hoja frente a él, estaba triste, se veía triste. Me pidió la quinta carta, la carta donde Luca habla de su fallido intento de suicidio, al leer esa parte, Graham llevó sus dedos a la nación y oculto con su mano y los ojos cerrados las lágrimas que querían ser vistas, luego miró para arriba y abajo, repitió el proceso junto a grandes suspiros.

-No sabía lo doloroso que era esto -secó las lágrimas que no había dejado salir, yo no le dije nada al respecto -¿Cuantas cartas son?

-Son diez, saqué las otras cinco del cajón -la que tienes en la mano fue la última que he leído.

Graham se sentó en el suelo una vez más, dando tres topes en el suelo me invitó a que me sentara a su lado y así lo hice, con la sexta carta en mis manos.

-¿La leo en voz alta? -preguntó Graham aclarandose la garganta.

-Está bien.

Abrió la carta y se sorprendió al ver que esta tenía un diseño, dio una leve sonrisa y me la enseñó, señaló al niño de la luna.

-Este se parece a ti -dijo -y el de abajo estoy seguro de que es Luca tratando de llegar a ti como sea -un avión de papel trataba de llegar hacia arriba.

Luca era de esos que utilizaban sus exámenes reprobados como aviones de papel. El usualmente me decía: "yo soy un avión de papel y tú un globo de aire, ambos volamos, de manera distinta, el avión depende del aire sin embargo el globo se eleva y se pierde en las estrellas para después convertirse en una, el avión, por el contrario, divisa las estrellas desde su puesto".

Antítesis De Un Hombre Bohemio #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora