[Camila POV]
La operación había salido mejor que nunca según los médicos presentes. Lauren aún tenía los ojos cerrados y no los abriría hasta al menos una semana más tarde, si la despertaban el dolor sería demasiado fuerte para soportarlo. Cuando el doctor Smith, el cirujano de la operación, consideró que Lauren estaba lo bastante estable como para superar la segunda operación la llevaron al quirófano.
Mike Jauregui, se había portado voluntario para darle su riñón a su hija, un gesto muy bonito y muy necesario para la vida de Lauren. La segunda operación fue más larga, hubo más problemas, entre ellos el posible rechazo del riñón, el cual no cogía el color rosado que tenía que coger una vez en su cuerpo.
—Camila, no deberías de estar aquí.
—Dijo Ally, haciéndome sobresaltar para después abrazarme con fuerza.Me encontró llorando en el mirador, donde se podía observar la operación sin problemas.
—Soy su médico, debería de estar allí con ella. —Contesté.
—Ven conmigo. —Dijo sujetándome como pudo para llevarme en un lugar más tranquilo, esperando a que cuando ambas saldríamos de ahí, Lauren estaría en su habitación recuperándose de la operación.
—Estas con tu periodo, ¿es eso?
—Preguntó sonriendo y reí al escucharla.—No. —Contesté sonriendo, secándome las lágrimas. —Parezco una niña.
—¿Que te pasa Camila? Me da la sensación que no sólo es Lauren la que te pone en un estado como este.
—Es.. mi vida en general. —Dije suspirando. —He vuelto con mi idiota de novio porque tenía miedo a que me gustara mi paciente, la cosa es que ahora tengo miedo de enamorarme de ella. Además de la diferencia de edad inmensa que nos separa, es mi paciente. Encima de eso ahora mismo se esta haciendo operar y si el riñón no respondo n-no sé lo que pasará, porque ni siquiera soy capaz de pensar. Y para finalizar mi desastrosa vida, tal vez esté embarazada del idiota. —Dije terminando casi ahogada por lo rápido que hablé.
—¿Quien ha escrito tu vida? Shonda Rhimes. —Dijo riendo refiriéndose a la autora de la serie de Anatomía de Grey, quien era cualificada como muy dramática por escribir lo que le hacia vivir a sus personajes. —Escucha, lo único en lo que te puedo ayudar es lo del embarazo. Un test y sales de duda.
—¿Y si estoy embarazada?
—Eso no significa que te tienes que quedarte con Shawn, deja ya a ese tío. Si estas embarazada bueno.. ¿No querías una niña en tu vida? —Dijo Ally, esta vez refiriéndose a Lauren, lo que no me hizo reír para nada. —Lo siento.
—Tienes razón. Lauren es una niña, se merece algo mejor que yo.
—Bueno, ¿vamos ha hacer ese test?
—Preguntó y asentí.Ambas salimos del armario en el que me había traído Ally, y fuimos directas a por un test de embarazo, sabiendo que eso no era del todo seguro, también me hizo un análisis de sangre. Después de una hora tuvimos los resultados en manos. Me senté en una de las sillas y me quedé quieta mirando el papel que cambiaría o no mi vida, y que sostenía Ally.
—¿Lista? —Preguntó la más bajita y asentí. —¿Prefieres niño o niña?
—Dijo riendo y le dediqué una mirada negra, haciendo que dejará de reírse. —Felicitaciones Camila, no estas embarazada. —Dijo sonriendo y pude respirar tranquila de nuevo.Ambas siguimos hablando, de todo en realidad, para pasar el tiempo. Y fue cuando vi por el pasillo a Clara Jauregui corriendo las lágrimas listas para salir que me di cuenta que había un problema. Intenté más que nunca aguantar las lágrimas para llegar hasta Clara. Cuando la madre de Lauren me vío se tiro a mis brazos.
—¿Clara que ocurre?
—Son los nervios. Y-yo.. Están bien. O eso no deja de repetir el doctor Smith. Pero verlos a los dos con los ojos cerrado y a mi pequeña con un tubo para respirar.. Es tan.. —Camila respiré hondo y abracé Clara con todas mis fuerzas.
—Todo irá bien.
Acompañé Clara hasta la habitación de Mike, estaba recuperándose aún con los ojos cerrados. No tardaría mucho en despertarse. Después acompañé Clara al cuarto de Lauren. Sus ojos estaban cerrados, y parecía tranquila, con menos dolor. Finalmente le dije tranquila a Clara que se podía quedar con su marido ya que este había abierto los ojos. Se lo dije lo más profesional posible, no quería que notase las ganas que tenía de quedarme a solas con su hija mayor.
Me senté en el mismo sofá en el que siempre me sentaba cuando iba a su habitación y miré como la chica de diecisiete años que había cambiado mi vida en un mes y medio seguia respirando tranquilamente los ojos cerrados.
—Hay un cincuenta por ciento de médico que piensa que en un coma, las personas pueden oír lo que pasa a su alrededor. —Dije rompiendo el silencio que se había instalado en la habitación desde mi llegada. —Soy del otro cincuenta por ciento, del que piensa que no oyes nada. O al menos lo era hasta hoy. —Dije acercándome un poco más a la cama. —No estoy embarazada de Shawn. Quería que lo supieras. —Me quedé en silencio, esperando a que tal vez, con una confesión como esta, se despertaría. —Te contaré una historia, ¿vale?
—Pregunté sabiendo que no obtendría respuesta alguna. —Cuando el sol y la luna se encontraron por primera vez se enamoraron perdidamente y desde ahí comenzaron a vivir un gran amor. El mundo aún no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio un toque final, el brillo. Dios decidió que el sol iluminaría el día y que la luna iluminaría la noche y por ese motivo estarían obligados a vivir separados. Ambos fueron invadidos por una gran tristeza, cuando se dieron cuenta que nunca más se encontrarían. La luna fue quedándose cada vez más triste. A pesar del brillo dado por Dios, ella se sentía sola. La luna lloró amargamente y el sol al verla tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido. Estaba tan preocupado que decidió pedirle algo a Dios, le pidió que ayudara a la luna ya que esta no soportaba la soledad. Y Dios en su gran compasión creó las estrellas para hacerle compañía a la bella luna. La luna siempre que esta muy triste recurre a las estrellas que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen. —Dije sonriendo sin quererlo, pero es que aquella historia me recordaba tanto a mi herman, no porque fuera un amor tan intenso con un hombre o con una mujer. Sino porque era el último recuerdo que había compartido con ella. —Hoy ambos viven así separados, el sol finge que es feliz, y la luna no puede disimular su tristeza. El sol arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena. Dicen que la orden de Dios era que la luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo logró. Porque es mujer y una mujer tiene fases. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es posible apreciar su brillo. Luna y sol siguen su camino. Él solitario pero fuerte y ella, acompañada de las estrellas, pero débil. Los hombres intentan constantemente conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás ha conseguido traerla hasta la tierra, nadie realmente ha conseguido conquistarla por más que lo intentaron. Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese realmente imposible, ni siquiera el de la luna y el sol, fue en ese instante cuando Dios creó el Eclipse. Hoy sol y luna viven esperando ese instante, esos momentos que les fueron concedidos y que tanto cuestan que sucedan.— Seguí secándome las pequeñas lágrimas que siempre conseguían saltar cuando relataba o escuchaba esa historia.
—Mi hermana, Karla, me la contó cuando era más pequeña y me dijo que cuando mirase al cielo, a partir de ahora y viera que el sol cubre a la luna es porque el sol se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de Eclipse. También me dijo que cada vez que estuviéramos separadas mirase lo triste que se ve la luna sin el sol, y que recordara que aunque estuviéramos lejos la una de la otra, en algún momento nos volveríamos a encontrar, al igual que el Sol y la Luna. Eso fue unos meses antes de que se matará. —Expliqué la voz quebrada incapaz de poder contener las lágrimas que asaltaban mis mejillas. —Siguo mirando la luna, pero sé que no volveré a ver a mi hermana. Me dijiste que no confiaba en ti para contarte mis cosas, excepto mi familia, eres la única que sabe esto. — Me levanté del sofá secándome las mejillas antes de darme la vuelta para mirar a Lauren sonriendo. —Ahora ya sabes, esta es la bella historia del sol y la hermosa luna, esa historia que fue capaz de erizar mi cuerpo al pensar que podría vivir una historia parecida, una historia imposible.
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Besos Prohibidos
FanfictionLauren Jauregui siempre ha vivido encerrada entre las paredes de los hospitales, no recuerda el sol contra su piel demasiado blanca para su gusto, no recuerda el sentir la nieve cayendo sobre su pelo. Pero su vida da un giro cuando por la puerta e...