44. Regalo

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[Camila POV]

—Cam.. Ey.. Camila. Despierta, ahm.. Camila. —Escuché a lo lejos, tan lejos que no parecía real, no lo parecía hasta que sentí un dolor constante en mi mejilla, abrí los ojos y vi Ariana pellizcandome. De seguro mi mejilla se volvería tan roja como un tomate. —Lo siento es que no te despertabas, y no quiero despertar Lux, se ve tan linda durmiendo. —Dijo sonriendo y gruñi antes de fulminarla con la mirada. —El caso, ahm, Demi se fue unos días ya sabes.

—¿Como?

—Cam.. Demi lleva semanas hablando de esa cosa tan importante por la que tiene que viajar, bueno pues era hoy. Se ha ido y no regresa hasta el viernes.

—¿Hoy es lunes? —Pregunté perdida y ella asintió sonriendo.

—Yo, ahm.. —Dijo nerviosa antes de rascarse la garganta y tragar saliva.
—Me voy también, en casa de Ally hasta el viernes.

—¿Por que?

—Vale, ¿recuerdas que me olvidé comprarte un regalo para tu cumpleaños y te hice un vale para un genialisimo regalo más tarde?
—Preguntó y asentí. —Bien, pues solo diré que esté es mi regalo.

—¿Que te vayas cinco días? Eso es un milagro, no un regalo. —Dije riendo por lo bajo y me empujo suavemente fingiendo haber sido dolida por mis palabras.

—Tu regalo te espera abajo. Solo.. No hagáis cochinadas en mi cama. —Dijo antes de salir de mi habitación y fruncí el ceño antes de sonreír como tonta.

Bajé las escaleras sin preocuparme por como me veía, grité llevando mis manos a mi boca al ver Lauren con un bolso a los pies y una inmensa sonrisa dibujada en los labios. Llevaba dos semanas sin verla, Demi no me había soltado, literalmente parecía vivir en una cárcel, ella cogió dos semanas de vacaciones antes de irse esta semana por asuntos de trabajo a México. El caso es que durante dos semanas no vi a Lauren, y verla ahí frente a mi, sabiendo que estaría conmigo una semana entera era el mejor regalo del mundo.

—Hola. —Sonrió y reí por lo bajo antes de llegar a ella. —Te he echado de menos. —Dijo y sonreí antes de acercarme un poco más y rozar sus labios con mi nariz. La abracé tan fuerte como pude, queriendo quedarme así para siempre y jamás soltarla.

Sus ojos se fundieron en los míos y mis mejillas ardían literalmente solo con imaginarme como sabían sus labios, no es que nunca los hubiese probado, pero tenía tantas ganas de saborearlos de nuevo. Sonreí antes de sentir sus manos apoderarse de mis caderas y llevarme un poco más cerca de su cuerpo. Sus pechos rozaron los míos y literalmente el ambiente se calentó. Lamí mi labio inferior antes de romper los escasos centímetros que reinaban entre nosotras y dejar mis labios caer sobre los suyos, se movían a un ritmo lento, tan lento, tan despacio, se sentía tan bien pero necesitaban mucho más. Gemí al sentir su lengua chocar contra la mía. Las mariposas asaltaron mi estómago, y olvidé respirar, como si este fuera un beso bajo el agua. Mi mano se fundió en su pelo negro hasta llegar a su cuello y acercarla más, necesitaba sentirla aún más cerca de mí, necesitaba que esto fuera más rápido, la deseaba. Solo estábamos ella y yo, nadie más.

Fue en ese momento en el que me di cuenta que ella tuvo que haber estado con otras estos dos años, antes besaba bien, pero ahora era una diosa, mil veces mejor que yo. Como si leyera mi pensamiento sus manos soltaron mis caderas para coger mis muslos y alzarme, mis piernas rodearon sus caderas y me dejé llevar por sus besos húmedos redibujando mi cuello.

Oficialmente, Lauren tuvo que tener otras aventuras estos dos años, y de alguna manera imaginarme tocando a otra, besando a otra me impedía centrarme en sus besos.

—Por favor, aún no me he ido. —Dijo Ariana tapándose los ojos fingiendo estar asqueada.

Lauren me dejo en el suelo y de alguna manera lo agradecí, no podía quitarme esa imagen de la cabeza, Lauren tocando a otra.

—Idiota. —Reí. —Anda y quedate para desayunar. —Dije quitando la mochila de su hombro y Ariana asintió.

—Vale, pero antes voy a por Lux, creo que la he oído llamarme.

—No vamos a follar en la cocina, tranquila. —Dijo Lauren riendo y la miré frunciendo el ceño, y Ariana la miró fingiendo creerla.

—¿Eso has echo estos dos años? —Me miro confusa y suspire antes de pasar mi mano por mi pelo y dirigirme a la cocina. —Follar.

—Oh, lo siento. Quería decir hacer el amor. —Dijo esbozando una fina sonrisa.

—Hablo en serio.

—Oh vamos Camila.. Tu has estado con Demi, imagino que no solo han habido roces. —Suspiro.

—Es.. Diferente. Ella es mi mujer.

—Ya, eso me quedó bien claro. —Dijo negando. —¿Y ahora donde esta ella?

—En viaje de negocios, en México, ¿porque?

—Ahm.. Por nada. Sabes.. Si he estado con otras estos dos años, he intentando borrar nuestra historia en los labios de otras, ¿y sabes lo que he conseguido? Estar aquí. En tu casa solo por tenerte cinco miserables días. ¿Sabes que he ganado? Nada. Demi lo ha ganado todo, y ni siquiera se lo merece. —Escupió con odio.

Estaba enfadada, no conmigo, con el mundo, con ella misma. Con la decisión que tomó hace dos años. Y solo podía enfadarse con ella misma, por qué ella fue la que no se arriesgo. Pero no puedo culparla, era una niña entonces. Era normal. Su reacción era más que normal, y por eso mismo no era capaz de odiarla. Eso y el hecho de que me tenía locamente enamorada.

—¿Tu si?

—Tal vez no.

—Tal vez no, pero por desgracia me tienes enamorada como nunca lo he estado jamás. —Dije soltando el biberón de Lux que había empezado a preparar y me acerqué a ella. —Odio el poder que tienes sobre mi.

—Bésame. —Dijo sonriendo y eso hice, la besé. Porque después de todo no importaba con quien había estado, hoy estaba aquí, conmigo. Solo conmigo.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora