33. Ser felices

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[Lauren POV]

Se cree que pensar de manera positiva lleva a una vida más sana y feliz. De niños, nos decían de sonreír, que fueramos alegres y que pusiéramos buena cara. Cuando empezamos a crecer, cuando los problemas empiezan a aparecer nos dijeron que miraramos el lado bueno de las cosas, hacer limonada y ver el vaso medio lleno. A veces, la realidad se interpone en nuestra capacidad de ser felices, la salud puede fallar, los novios pueden engañar y los amigos pueden decepcionar. En esos momentos es cuando quieres que sea real, dejar de fingir y ser tú mismo, asustado e infeliz. Si preguntamos a la mayoría qué es lo que más quieren en la vida, la respuesta será fácil: ser felices. Tal vez sea esa expectativa, el querer ser felices lo que nos aleja de conseguirlo. Puede que cuanto más lo intentamos, y cuanto más felices somos, nos volvemos más confusos hasta el punto de no reconocernos ni a nosotros mismos. En cambio, seguimos sonriendo, intentando por todos los medios ser las personas felices que nos gustaría ser. Hasta que al final aparece, porque siempre ha estado ahí, no en nuestros sueños ni esperanzas, sino en lo conocido, lo cómodo, lo familiar.

Un ruido de fondo, fue lo que me hizo despertar. Sus sollozos entre otras palabras. La vi sentada en un rincón del salón, los brazos agarrados a sus rodillas y su cabeza enterrada en sus piernas. Lloraba en silencio, o al menos lo intentaba. Me levanté con cuidado, no sin quejarme del dolor, y me acerqué a ella hasta estar a su lado y dejarme caer sobre el suelo. Sin una palabra puse mi brazo alrededor de su cuello y ella se aferro a mi camiseta como si de su vida dependiera.

—Sh.. Esta bien, Camila. —Susurré antes de besarle la frente. No sé que le ocurría pero me partía el alma verla tan destrozada.

—M-me.. Me han despedido. —Dijo la voz entrecortada, entre sollozos.

—¿Es por mi culpa?

—N-no.. Me da igual, pero.. Es todo tan diferente ahora.

—Lo siento.. —Suspiré.

—¿Porque?

—Por haber traído solo desgracias a tu vida. —Dije bajando la mirada y sentí su mano rozar mi mejilla para hacerme mirarla a los ojos.

—No has traído ninguna desgracia.
—Dijo antes de bajar su mirada hasta mis labios y volver a subirlo a mis ojos. —Ninguna. —Repitió antes de besarme. —Es solo que.. Pensé que seria médico toda mi vida, pero si tengo que elegir entre la medicina y tú, no hay duda que se interponga.

—Odio eso, odio que tengas que elegir. —Gruñi.

—No me importa. —Sonrió controlando su respiración aún agitada. —¿Estas mejor? —Preguntó y asentí.

—Siento haber sido borde antes, es que.. Odio todo por ahora. —Me quejé.

—Lo entiendo, lo siento si te forcé esta mañana.

—No, si sé que lo haces por mi, no te preocupes de verdad. —Dije antes de besarla a mi turno. Nos acomodamos de nuevo, en el suelo. Mirando un punto fijo mientras jugaba con sus dedos. —¿Estas bien?

—Ahora.. Estoy mejor. —Sonrió.
—Gracias a Dinah tengo opción de trabajo, claro que no es médico.. Nada que ver en realidad.

—¿De que sería? —Pregunté el ceño fruncido.

—Secretaría para una mujer en una empresa, no esta mal.

—Oh.. Pues no, no esta mal. Es simpático por parte de Dinah.
—Sonreí y ella asintió.

Se levantó y me ayudo a mi turno para ponerme de pies, se acerco a mi para besarme de nuevo, me gustaba. Me gustaba poder besarla sin miedo a que me rechazará. Amaba saberla mía.. De alguna manera al menos. Sonrió cuando sintió que aprofundice el beso para dar otro paso. Sonrió los ojos aún cerrados y un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir su respiración contra mi piel.

—Dios si es que.. —Suspire agobiada por tanto deseo.. Tanta tentación.

—Lo siento. —Dijo riendo. —No me explico como una vieja como yo puede gustarle a una chica tan guapa como tú. —Rodé los ojos al escucharla.

—Me gustas no solo porque eres atracción física, eres atracción mental y sentimental. —Expliqué y me miró extrañada. —En otra palabras, enciendes mi cuerpo, revolucionas mis neuronas y aceleras mi corazón.
—Dije la voz agitada, con un tono algo nervioso. Mis manos sudaban y mis ojos parecían hambrientos. Mis labios, entreabiertos, temblaban.

Se quedo la boca abierta mientras yo me recuperaba de lo que había dicho. Sobre sus labios se dibujo una hermosa sonrisa y sentí todo su cuerpo empujarme contra la pared, no tan fuerte como parece, despacio por con deseo. Sus labios se apoderaron de los míos y su lengua no me dejo otra opción que dejarla entrar. Sus manos frías entraron bajo mi camiseta y empezaron a quitarla con velocidad. Mi boca pedía más, mi cuerpo necesitaba más.

—Dime si te duele. —Dijo la voz agitada y asentí sin pararme a contestar.

Sin camiseta me dejo caer sobre el sofá y me quito el vaquero sin tardar dejándome solo en ropa interior. Sus besos se intensificaron sobre cada parte de mi cuerpo, sobre cada trozo de piel que me cubría. Hasta que al fin sus labios y los míos volvieron a unirse. Sus manos vagaban sobre mis pechos con el sujetador entre medias. Hasta que Camila vio el momento adecuado para quitármelo también. Sonrió antes de jugar con mis pezones, haciéndome gemir. Su lengua dejo mi boca para centrarse en mi pezón izquierdo ya muy erecto.

—Camila.. —Suspire y me sonrió abandonando mi pecho con su boca y dejar sus manos para esa parte de mi cuerpo.

Me bajo las bragas con delicadeza y al segundo sentí su lengua entrar en mi, literalmente hablando. Los gemidos se hicieron cada vez más profundo, si antes pensaba que con sus besos encendía mi cuerpo, ahí estaba en fuego. No tardaría en tener el mayor orgasmo de toda mi vida. Mis manos se agarraban al sofá como si de mi vida dependiera, mis caderas se movían al mismo ritmo que su lengua en mi interior.

—Camila.. Amor.. Yo.. Ah.. —¡Bum! Orgasmo. —Oh dios, oh dios, oh dios. Eres una diosa con la lengua Cabello.—Dije la voz agitada, aún con el cuerpo temblando y ella me miro sonriendo. —Ahora pues yo..

—No. —Dijo directa antes de besarme.

—Pero..

—Tienes diecisiete años.. Yo te hago disfrutar y tu dentro de nada me lo harás a mi, ¿vale?

—Eso es ridículo. —Me quejé.

—Oh si quieres esperamos hasta la boda.

—No, no. Me vale, lo que tu digas.
—Dije suspirando y me miro sonriendo antes de acomodarse sobre mi con cuidado a mi herida. —Te quiero.

—No sabes cuanto te quiero yo a ti, Lauren. —Dijo con una pequeña sonrisa tan sincera.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora