7. Últimos Deseos

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[Lauren POV]

Tenía el número de teléfono de Camila en las manos, jugando con el pequeño papel, dando vueltas y memorizando las cifras. No había dormido mucho, pero algo más que las otras noches. Supongo que llorar relajo mi sistema nervioso. Quería llamarla, realmente quería llamarla. ¿Pero que le diría?

Hola, te llamo porque quiero oír tu voz.

Seria idiota e infantil, algo que no quiero ser con ella. Además de que podría estar pasándoselo bien con su novio, el imbécil.

Suspiré ruidosamente y deje caer el papel en la mesita. Mi madre se había pasado esta mañana por el hospital para estar unas horas conmigo, me dijo que Taylor ya iba mucho mejor, y le había bajado la fiebre. Después se tuvo que ir al trabajo. Y cuando pensé que ya era la hora para el turno de Camila, Ally su enfermera, me dijo que hoy no entraba hasta las diez de la noche. Así que decidí planear mis últimos días de vida, porque al fin y al cabo no me quedaba mucho por vivir.

—¿Que haces?

—Hola Ally. —Sonreí y se sentó en el pequeño sofá a mi lado, intentando leer lo que estaba escribiendo en un folio que tenía en la mesita.

—Últimos.. ¿Deseos? —Preguntó esperando haberse equivocado al leer, pero le asentí. —Lauren sabes que..

—Ally. No podéis saber si sobreviviré o no, ni yo lo sé. No creo en Dios pero si lo haría, él es el único en saberlo realmente. —Sonrió al oírme hablar de Dios, sé que ella era muy creyente. —Así que me gustaría cumplir algunos de estos deseos, solo por si acaso, si después sobrevivo pues mejor. ¿Entiendes? —Mentí.

Sé que no sobreviviría pero si decirle eso la hacia sentirse mejor, entonces mentiría.

—Vale. ¿Y que quieres hacer?

—Mira.

—Primer beso. —Leyó sonriendo y se me ruborizaron las mejillas.
—Enamorarme. —Siguió leyendo.
—Tener al menos un amigo de mi edad.

—Y eso es todo por ahora. —Dije sonriendo.

—Podría ayudarte, para lo del amigo, claro. —Dijo riendo y asentí esperando a que siguiera hablando.
—Tu no sueles salir de tu habitación, pero hay como cincuenta niños desde bebés a tu edad en la sala de actividades, deberías ir.

—No me puedo mover. —Suspiré.

—Esperaremos a Camila y le preguntaremos si puedes ir con una silla de ruedas y prometiendo no moverte de ella. —Dijo guiñándome el ojo izquierdo y asentí sonriendo.

Se quedo un rato más hablando conmigo y haciéndome pasar el tiempo. Aprendí que siempre que podía iba a la iglesia, desde pequeña creció en un ambiente muy religioso en su familia. Y su pequeño bebé, Matt, de solo dos años también le salio bastante religioso. Dice que sabe hasta cantar algunas canciones infantiles religiosas. Le dije que cuando me recuperará me gustaría ir a misa al menos una vez, mis padres no son muy religiosos y me gustaría ver lo que es. Le hice prometer a Ally que me llevaría ella misma y me lo prometió contenta, también me dijo que me traería a su hijo mañana para que lo conociera. Cuando se fue, porque la llamaron, decidí coger mi móvil y componer el número de Camila, al menos tenía excusa para hablarle.

—¿Hola? —Se escuchó su voz, una voz rota, parecía que había estado llorando.

—Soy Lauren.

—Oh, dios, hola. ¿Como estas?
—Preguntó enseguida, intentando tapar la voz rota que le salia de todas maneras.

—Debería de preguntartelo a ti. —Dije y se escucho una risa forzada.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora